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Juan de Mariana: el escolástico español del siglo XVII que inspiro a los Padres Fundadores de los Estados Unidos (parte 2)

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Recordemos que Mariana sostenía que a los reyes, aunque fueran en origen legítimos “si por sus desaciertos y maldades ponen al Estado en peligro, si desprecian la religión nacional y se hacen del todo incorregibles (…) les debemos destronar” porque a fin de cuentas es en “El pueblo en donde tiene su origen la potestad regia (…) si así lo exigen las circunstancias, no sólo tiene facultad para llamar a derecho al rey, sino también para despojarle de la corona si se niega a corregir sus faltas.

El pueblo le ha transmitido su poder, pero se ha reservado otro mayor, y así, para imponer tributos o para cambiar las leyes fundamentales, es siempre indispensable su consentimiento (…) sólo se pueden establecer nuevos impuestos y promulgar leyes con la voluntad del pueblo (…) es más, el derecho a la corona, aun hereditario, sólo queda confirmado en el sucesor por el juramento de ese mismo pueblo.”

Para dejar claro que es tiranía Mariana, tras describirla por los abusos de los tiranos, aclara que “pueblo y (…) Senado romano cuando aprobaron un decreto declarando que Augusto no estaba obligado por la leyes (…) con ese mismo decreto le convirtió en tirano.

Fue (…) Augusto (…) benigno, clemente y generoso, pero (…) un tirano (…) porque tirano es el que manda contra la voluntad de sus súbditos (…) reprime con las armas las libertades del pueblo (…) no atiende a la utilidad del pueblo, sino (…) el engrandecimiento del poder que ha usurpado (…) lo que hicieron César y Augusto” Admite que Augusto no abusó demasiado del poder ilimitado, pero que se le hubiera concedido, incluso con el acuerdo del pueblo y el senado, lo hacía un tirano. Y sentencia que por dar tal poder a Augusto, los romanos sufrieron terribles tiranos en sus sucesores.

Dejando claro que es un gobernante legítimo y que un tirano, Mariana advierte que al derrocar tiranos se “provocan con frecuencia mayores males, pues no es fácil derribar un gobierno sin grandes conmociones, de que muchas veces son víctimas los mismos que las promueven  (…) ¿De qué sirvió a Roma la muerte de Domicio Nerón sino para que le sucedieran Otón y Vitelio, dos tiranos tan dañinos como él para la salud de la república?” Por lo que prudentemente señala que “…si el príncipe hubiese subido al trono por derecho hereditario o por la voluntad del pueblo (…) ha de sufrírsele, a pesar de sus liviandades y sus vicios, mientras no desprecie las leyes del deber y del honor a las que está sujeto por razón de su oficio”.

Pero advierte que hay límites a la paciencia de los pueblos, pues de los gobernantes “No es posible ignorar su maldad cuando trastornan toda la comunidad, se apoderan de las riquezas de todos, menosprecian las leyes y la religión del reino (…) Si están aún permitidas la reuniones públicas (…) se debe consultar el parecer de todos (…) se debe amonestar al príncipe y llamarle a la razón y al derecho (…) si no dejara lugar alguno a la esperanza, debe empezarse por declarar públicamente que no se le reconoce como rey (…) provocará necesariamente una guerra (…) y si (…) si el pueblo está oprimido por la tiranía (…) porque no se puedan reunir (…) no debe faltar en ellos la voluntad de derribar al tirano”.

Pero muerto o derrocado el tirano “…se deben evitar las sublevaciones populares para que con la alegría de haber depuesto al tirano no se produzcan excesos (…) y se haga estéril o vana tan grave decisión.”

Mariana,

El asunto es que para Mariana impuestos sin representación son tiranía pues “el rey no puede imponer tributos sin el consentimiento de los representantes del pueblo”. Son los límites al poder los que lo hacen legítimo y todo poder ilimitado es tiranía. Mariana afirmaba que “(…)no hay cuestión más grave en una comunidad política que la de aumentar o disminuir la autoridad del gobernante (…) ha sido establecida por el consentimiento de los ciudadanos (…) limitado por leyes o normas (…) necesarias para que el poder no se salga de sus límites (…) y degenere en tiranía. (…) el rey no puede imponer tributos sin el consentimiento de los representantes del pueblo. (…) lo mismo se puede decir de la sanción de las leyes”

La voz de Mariana es la de las colonias americanas que intentaron primero con paciencia y apego a las formas “amonestar al príncipe y llamarle a la razón y al derecho” conscientes del que “cambiar de príncipe provocan con frecuencia mayores males, pues no es fácil derribar un gobierno sin grandes conmociones” pero habiendo soportado la creciente tiranía debieron finalmente resistirla. Y con las armas en la mano –las que la tiranía pretendía arrebatarles, como siempre pretenden los tiranos de ayer y hoy– se plantaron ante los mosquetes de su propio gobierno, que abrió fuego una y otra vez contra ellos.

Y agotadas la razón y la prudencia, declararon ante el mundo que no sufrían más la tiranía que les negaba sus derechos, atropellaba sus leyes, tomaba su propiedad y trataba como esclavos a súbditos leales. Pusieron sus vidas y propiedades en riesgo por el más sagrado de los derechos de los hombres libres. Resistir con las armas a la tiranía hasta arrojarla de su patria. Porque patria, para los Padres Fundadores como para Mariana, es la tierra donde por sus propios usos y costumbres y bajo el Dios de sus padres, los hombres libres pueden seguir siendo libres en paz.

Para Mariana los hombres son libres únicamente bajo el gobierno de las leyes. Y sea el gobierno de la multitud, de pocos o de uno, cuando el gobierno de los hombres sustituye al de las leyes, es la tiranía lo que impera. Lo que es tan cierto hoy como fue entonces. Nos guste o no.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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