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La Sirenita racista

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El estreno del tráiler de la nueva versión en live action de La Sirenita de Disney ha desencadenado una polémica en redes sociales de proporciones diluvianas. El hecho de que Disney haya elegido a una actriz negra para interpretar a la otrora pelirroja y blanquísima Ariel ha conseguido que el tráiler acumule millones de puntuaciones negativas en YouTube, mientras que quienes defienden a Disney, acusan a los detractores de racistas.

Si las muestras de descontento del público hacia Disney por su enésima alteración de un clásico como La Sirenita están siendo masivas, no menos contundente está siendo la campaña por parte de la compañía y sus medios afines para desacreditar a los críticos, a quienes tachan de racistas y, cómo no, ultraconservadores.

Una de las principales armas arrojadizas contra los críticos son los vídeos virales en los que niñas negras reaccionan emocionadas al tráiler de La Sirenita, diciendo cosas como “¡es negra! ¡es como yo!”.

Curiosamente, muchos de los medios que hoy reproducen estos vídeos apelando al sentimentalismo bajo titulares como “la inclusión es importante”, o “la tierna reacción de unas niñas al ver el tráiler de La Sirenita”, son los mismos medios progresistas que hace unos años también calificaban como “tierno y emocionante” un vídeo viral en el que dos hermanas blancas ni siquiera reparaban en el color de su nueva hermanita adoptiva negra, acompañándolo del lema “los niños no nacen racistas”.

También se está haciendo viral un vídeo de una niña mexicana que sostiene una muñeca de La Sirenita pelirroja de la versión de 1989 que, tras ver el nuevo tráiler, se entristece y dice que esa no es Ariel. Sin embargo, esta reacción sentimental de la niña, no sólo no es considerada por lo comentaristas como tierna o emotiva, sino que es calificada de racista (a pesar de ella no ser pelirroja y ser “latina”), e incluso acusan a la niña de estar condicionada por su madre.

¿En qué quedamos? ¿Lo racista es reparar en el color de la piel y no en el contenido del carácter —como decía Martin Luther King— o lo contrario? ¿Por qué se prejuzga a la niña mexicana y su madre como racistas por darse cuenta del cambio, y no a las niñas negras y sus progenitoras por darle tanta importancia y trascendencia a la raza?

Indudablemente, entre quienes prejuzgan la nueva versión de La Sirenita habrá racistas, al igual que puede haberlos entre quienes la alaban, pero los intentos de Disney y los medios de izquierda por determinar quién es racista y quién no, hace sospechar que nos encontramos ante una maniobra política, que resulta especialmente abyecta por utilizar a los niños.

Si un niño varón dijera que no juega al videojuego Tomb Raider por no sentirse identificado con el personaje de Lara Croft, se le tacharía a él y a quienes lo han educado como misóginos, o incluso dirían que es un homófobo con masculinidad frágil, u homosexual de clóset. Sin embargo, la narrativa progre, que se llena la boca con la palabra empatía, insiste en que sólo puedes sentirte plenamente identificado con personajes de tu misma raza, sexo y orientación sexual.

La Sirenita, Disney y el marxismo cultural

Este tipo de incongruencias son fruto de las políticas identitarias que ha abrazado la izquierda, que no son otra cosa que una actualización y ampliación de la idea marxista de la lucha de clases. La dialéctica marxista enfatizaba el enfrentamiento entre proletarios y dueños de los medios de producción —trabajadores y empresarios—, y ahora ha extrapolado esta lucha a hombres contra mujeres, negros contra blancos, homosexuales contra “cisgénero”, etc.

La izquierda vive del enfrentamiento y de alimentar el sentimiento de victimismo y envidia de las minorías que creen que les votarán, y hará todo lo posible para perpetuar y alimentar toda diferencia.

Disney es un agente político de la izquierda woke en general, y del Partido Demócrata en particular, y es la principal encargada de reescribir la cultura para que se ajuste a esta narrativa progresista del enfrentamiento.

Puede que La Sirenita acabe siendo un remake fotograma a fotograma de la original, con la única variación del color de la piel de algunos de los protagonistas —como hicieron con El Rey León, que es casi calcada—, pero también es muy probable que Disney no deje pasar la oportunidad de hacer cambios más profundos en la trama y desarrollo de los personajes —como hicieron con Pinocchio—, para adaptar la historia al relato que interesa al progresismo.

Seguramente, toda esta polémica alrededor del color de Ariel no sea más que una maniobra publicitaria y una cortina de humo para que, o bien no reparemos en los cambios ideológicos profundos en la moraleja que seguramente llevarán a cabo, o bien para acusar de racistas a quienes los denunciemos.

Conociendo los caminos del wokeismo, Disney no desaprovechará la oportunidad que le brinda La Sirenita para subvertir y deconstruir los valores originales del cuento.

Seguramente lanzará mensajes muy diferentes en cuanto al amor romántico, por ser poco feminista; alterará la relación padre-hija, para hacerla menos “heteropatriarcal“; redimirá de alguna manera a la villana Úrsula, para no incurrir en la “gordofobia” ni en la “transfobia“; y el Príncipe Eric abandonará su “masculinidad tóxica“, abdicará y se convertirá en tritón, porque Ariel ya era perfecta siendo sirena y no tiene por qué volverse humana ni perpetuar anacronismos como la monarquía. Guarden estas predicciones.

Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.

Social Networks: @ignaciomgm

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