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Laboratorio de Wuhan creó hasta 8 virus similares al SARS: reporte

Instituto de virología de Wuhan, fuga accidental, El American, COVID-19

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En China ya se han analizado hasta 80,000 animales buscando el origen natural del COVID-19, sin embargo, aún no se encontró ni el huésped intermedio ni los presuntos murciélagos que dieron origen al coronavirus que desembocó en la actual pandemia. A medida que no se comprueba la teoría del salto entre especies natural, aumentan las dudas en la comunidad científica: ¿el COVID-19 pudo ser creado en un laboratorio? Hasta ahora, esa teoría aún no se comprobó, sin embargo, hay varios hechos que postran los ojos sobre un Laboratorio de Wuhan, ciudad donde se originó la pandemia.

De acuerdo con el diario español ABC, “En un laboratorio BSL-2, que ocupa el penúltimo lugar en seguridad, la doctora Shi Zhengli y el zoólogo Peter Daszak manipularon genéticamente un virus similar al del SARS y le añadieron partes de otros virus de murciélago para «reproducirse bien» en células humanas y sin pasar por un animal intermedio”.

El laboratorio de Wuhan como punto de origen de la pandemia

Lo que explica Pablo M. Díez, corresponsal del diario español en Asia, es que la opacidad del régimen chino (que ha impedido sistemáticamente que se investigue independientemente las instalaciones, documentos e historial en el Laboratorio de Wuhan) con respecto al origen del virus, y las revelaciones de los peligrosos experimentos llevados adelante en laboratorios de niveles de bioseguridad bajos, han dado fuerza a las hipótesis de que el virus pudo haberse originado en un accidente de laboratorio.

Pablo M. Díez publicó un reporte donde señala que en un Laboratorio de Wuhan de nivel BSL-2 se llevaron a cabo experimentos peligrosos que pusieron en alarma a la comunidad científica.

Díez recordó la carta de 18 expertos publicada por la revista ‘Science’ en mayo del año pasado, entre los firmantes está Ralph Baric, respetado profesor de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill que ha colaborado con el Instituto de Virología de Wuhan y la doctora Shi Zhengli, quien se ha dedicado a estudiar coronavirus de murciélagos y es reconocida por ser una de las principales científicas que opera en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV).

Según el diario, en 2015 Baric y Shi publicaron un estudio donde se empleó la técnica de “genérica inversa”, donde se generó y caracterizó “un virus quimérico que expresa el pico del coronavirus de murciélago SHC014 en un backbone de SARS-CoV adaptado a ratón”.

“Dicho patógeno artificial estaba formado por la espina dorsal del virus del SARS, al que le había unido la proteína espiga de otro coronavirus de murciélago muy parecido, llamado SHC014, que la doctora Shi Zhengli había encontrado en una cueva de Yunnan”, se lee en ABC. “Dicha proteína es el gancho que permite a los virus entrar en las células e infectarlas. Tanto ese virus como otro similar, llamado WIV 1, eran los parientes más cercanos del SARS-CoV-1, causante de la pandemia que entre 2002 y 2003 había infectado a 8.000 personas y, con una tasa de letalidad del 10 por ciento, había matado a 774”.

Es decir, Baris tenía experiencia trabajando con experimentos de “ganancia de función”, cuestionados dentro de la comunidad científica porque, a pesar de que llevan adelante con fines aparentemente nobles, como encontrar antídotos o vacunas ante potenciales virus mortales, son bastante peligrosos puesto que pueden provocar brotes de virus desconocidos ante cualquier accidente o fuga.

De hecho, el experimento de Baris y Shi, llevado adelante en un laboratorio BSL-3 (el segundo más alto en niveles de bioseguridad), fue cuestionado por científicos como Richard Ebright, biólogo molecular de la Universidad de Rutgers o el virólogo Simon Wain-Hobson, del Instituto Pasteur de París.

A pesar de las críticas, la doctora Shi siguió realizando experimentos de ganancia de función, ya no con Baris, sino con Peter Daszak, un zoólogo británico presidente de EcoHealth Alliance, la organización que recibió una importante subvención entre 2014 y 2019 por parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).

Según admitieron los propios NIH, la subvención se usó para un «experimento limitado» de EcoHealth que probaba si «las proteínas de espiga de los coronavirus de murciélago que circulan naturalmente en China eran capaces de unirse al receptor ACE2 humano en un modelo de ratón».

Sin embargo, la organización presidida por Daszak dirigió unos 750,000 dólares al Instituto de Virología de Wuhan, pues el zoólogo y la doctora Shi trabajaban almacenando e investigando muestras de coronavirus de murciélagos recolectadas al suroeste de China y países cercanos.

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Wuhan (China), 23/02/2017.Un investigador trabaja en un laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan (WIV) en Wuhan, provincia de Hubei, China, el 23 de febrero de 2017 (EFE)

Lo que ABC pudo revelar, según un estudio publicado por Shi y Daszak en 2016, es que los científicos “crearon ocho clones del virus WIV1 al que añadieron las espigas de nuevos coronavirus hallados en cuevas de murciélagos y dos de ellos «se reprodujeron bien» en células humanas”.

“Además, y mientras Baric había hecho su experimento en un laboratorio BSL-3, Shi Zhengli y Peter Daszak lo hicieron en uno de categoría BSL-2, el penúltimo en seguridad, para avanzar más rápido y con menos coste en sus investigaciones”.

En el estudio de Shi y Daszak se lee: “Hemos desarrollado un método rápido y de coste efectivo para la genética inversa”.

Por supuesto, si ya los experimentos de Baris y Shi, realizados en un laboratorio BSL-3 fueron cuestionados por la comunidad científica, un experimento similar en un laboratorio de menor nivel de seguridad causó una alarma mayor.

No obstante, Shi y Daszak —quien ha negado sistemáticamente la posibilidad de que el COVID-19 fue creado en un laboratorio— arguyeron que no realizaron una ganancia de función porque su intención nunca fue crear virus más potentes.

“Oficialmente, el virus más cercano que se guarda en Wuhan es un 96,4 por ciento similar al SARS-CoV-2 que ha desatado la pandemia y eso indica una evolución de cuatro o cinco décadas de mutaciones naturales”, se lee en el reportaje del corresponsal de ABC. “Para crear genéticamente el SARS-CoV-2, en teoría haría falta un virus que fuera un 99 por ciento idéntico”.

Más allá de la versión oficial, la reticencia de China a la investigación independiente, la certeza de que se realizaron experimentos peligrosos en laboratorios de bajos niveles de seguridad y la inexistencia de pruebas para demostrar la teoría natural sigue generando dudas y sospechas dentro de la comunidad científica.

La subvención de los Institutos Nacionales de Salud a EcoHealth Alliance fueron objeto de escrutinio por parte de senadores republicanos como Rand Paul o Tom Cotton, pues existe la posibilidad de que ese dinero pudo ser usado para la controvertida ganancia de función.

El Dr. Anthony Fauci, de hecho, salió salpicado de este escándalo porque conocía de la subvención a EcoHealth y también, según correos revelados por The Telegraph, de la posibilidad de que el COVID-19 pudo salir de un laboratorio en Wuhan accidentalmente en febrero de 2020, cuando iniciaba la pandemia.

El biólogo Richard Ebright, de hecho, acusó públicamente al Dr. Fauci de mentirle públicamente al Congreso.

 

 

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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