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Lewinsky: ¿víctima todavía?

¡Buenos días!

Se acerca el fin de semana en este planeta del que ayer salió expulsado en un cohete el actor William Shatner (de 90 años), quien encarnó al capitán Kirk en la serie de ciencia ficción Star Trek. El icónico intérprete viajó al espacio por unos minutos a bordo del cohete New Shepard, desarrollado por la compañía Blue Origin, de Jeff Bezos.

Mientras esto ocurría en el espacio, nos llegaban noticias desde Colombia, donde la embajada americana está investigando varios casos del llamado “síndrome de La Habana”, que ya ha afectado a diplomáticos americanos en varios países. La revelación se da a pocos días de la visita que hará el secretario de Estado, Antony Blinken, a Bogotá.

Cambiemos de tema: me ha llamado la atención ver la reciente gira mediática que ha emprendido Mónica Lewinsky para promover la nueva temporada de American Crime Story: Impeachment, donde se recrea el escándalo que protagonizó junto a Bill Clinton a finales del siglo pasado.

Lewinsky, productora ejecutiva de la serie y quien se considera la “paciente cero” del escarnio público, ahora ha decidido difundir su versión de los hechos en todos los formatos posibles, pues considera una locura que la mayor parte de las consecuencias por su aventura con el entonces presidente de los Estados Unidos las haya pagado ella.

Personalmente, considero que se trata de una venganza con toda la pompa de Hollywood.

Mónica Lewinsky es una figura histórica. Una mujer controvertida, a la que sus desdichadas decisiones —propias de una joven de 22 años que creyó haber encontrado el amor contra toda lógica— la perseguirán hasta la tumba. Es una de esas personas a las que les ha sido negado el derecho a dejar el pasado atrás.

Los demócratas tienden a desestimar su punto de vista —que deja al matrimonio Clinton mal parado— y aseguran que ella hace mucho dejó de ser víctima. Personalmente, encuentro una gran valía en su decisión de exponer nuevamente aquel episodio que acabó con su reputación de forma prácticamente irremediable.

Una cosa es cierta aquí: la sola existencia de Lewinsky será un “fantasma” que aquejará a los Clinton hasta el final de sus días.

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