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Mentiras y contradicciones del neomaltusianismo

Mentiras y contradicciones, El American

Algo que estableció un antes y después para las filas académicas del neomaltusianismo del siglo pasado fue el famoso informe “Límites del Crecimiento del Club de Roma” en 1972. Para generar una opinión pública inclinada favorablemente hacia el neomaltusianismo, fue aún más importante la publicación en 1962 de “Primavera Silenciosa” de Rachel Carson. Desde entonces, todas las catástrofes posibles han sido anunciadas –y siempre para el futuro cercano– por los teóricos del ecologismo maltusiano. 

Y como las catástrofes que anuncian nunca ocurren, las van corriendo en el tiempo para eventualmente transmutarlas en otras anunciadas catástrofes retomando lo mismo como supuesta novedad y proponiendo siempre al socialismo como solución “científica” de los males que profetizaban, e ignorando olímpicamente la teoría de la inviabilidad del socialismo de Mises, quien desde principios del siglo pasado sí que predijo acertadamente el colapso del socialismo por las razones por las que efectivamente ocurrió.

Mentiras y contradicciones

Es terrible constatar cómo el método de cubrir los errores con mentiras les ha funcionado a la pseudociencia del marxismo y a la del ecologismo político, que terminó por ser uno de los pilares fundamentales de un neosocialismo que logró flanquear exitosamente el colapso del socialismo soviético.

Del método en cuestión ostentaba una maestría incomparable la intelectualidad marxista, para la que encontrar el auspicioso tema ecologista en un momento de tanta necesidad fue más que suficiente para replantearse todo lo que fuera necesario, dejando de ver al ecologismo como una curiosidad en torno a la que se reunían tontos útiles, fáciles de manipular por el aparato de inteligencia y Agitpro soviético. Para tomar la premisa fundamental del neo-maltusianismo como una de las bases del nuevo socialismo, que tuvieron que “reinventar” con la urgencia del caso.

Para un flanqueo así ya había preparado el camino la intelectualidad izquierdista que había adoptado la idea de Antonio Gramsci de infiltrar, controlar y usar lo que aquél intelectual marxista llamaba “industria cultural”, para la creación concertada de lo que el marxismo denomina  superestructura ideológica. 

En este caso, una cultura popular que más que favorable al socialismo, fuera irracionalmente contraria al capitalismo. Y, efectivamente, crearon un marco cultural difuminado pero crecientemente socialista, y sobre todo, marcada e irracionalmente anticapitalista. Esto algo muy obvio en la abrumadora mayoría de la producción cultural masiva de las sociedades occidentales.

El hoy olvidado financiamiento y apoyo del eficiente aparato de inteligencia soviético, limitó ahí sagazmente su objetivo a una influencia cada vez más diluida, según fuera más amplia. Y fue esa estrategia soviética un catalizador crucial de poderosos movimientos políticos internacionales de opinión anticapitalista que subsisten tras la desaparición de la URSS.

Una de las claves de la subsistencia del gramscismo tras el colapso del leninismo, es que puso al alcance de los intelectuales izquierdistas occidentales una forma por demás aburguesada de ser revolucionarios sin renunciar al disfrute de sus privilegios. Sin tener que ocuparse con la política real, manteniéndose razonablemente alejados de los riesgos de asumir personalmente la violencia revolucionaria, y sin tener que soportar la, para ellos, insufrible relación directa con la clase obrera real. La teoría crítica del neomarxismo de Frankfurt aplicada a raza y generó y completó el asunto al permitirles la multiplicación de unos nuevos seudoproletariados especialmente manipulables.

Otra razón de la exitosa difusión de tan falaces teorías, está en la naturaleza de la prensa y de las masas en el Occidente contemporáneo. Pero incluso sin llegar a los excesos del “periodismo” a lo Jay Rosen, el hecho es que la prensa compiten por la preferencia del público, y como proveedores de noticias, destacan aquello que atrae la atención de las masas. Y las masas son atraídas hacia las noticias, principalmente por su contenido dramático, violento y sexual.

Mentiras y contradicciones, El American
“En efecto, mi amigo conservador, no hay de que sorprenderse, porque sus conductas siempre evidenciaron que su objetivo nunca fue la búsqueda intelectual de la verdad, sino la construcción de soportes teóricos, de apariencia científica, para cualquier causa anticapitalista”. (Flickr)

Como editor de una revista cuya venta final dependía de lo atractivo de sus portadas, en una feroz competencia por atraer la atención del posible comprador entre infinidad de otras, aprendí lo que vendía y lo que no en los viejos tiempos del mercado de información. Hoy los formatos son diferentes pero lo que atrae público masivo es lo mismo. Y el maltusianismo tiene todo lo que se necesita para vender prensa. Denunciar las mentiras y conspiraciones de los ecologistas también, pero el sesgo ideológico del grueso de la prensa occidental, en la difusión del pensamiento único neosocialista, es una poderosa barrera contra lo segundo. Poderosa, no infranqueable.

Mentiras y tragedias

Pero la combinación de las mentiras de buena parte de los científicos ecologistas, con su difusión masiva inconsciente o cómplice, y la casi inexistente información contraria, produce resultados espantosos. Hay que recordar que las soluciones propuestas por tales aspirantes a elevarse a sí mismos a una neoaristocracia son causa de que –aunque las tragedias que predicen nunca ocurran–  ocurran efectivamente otras. De hambrunas a tragedias ecológicas producto de la acción del hombre más que de la propia naturaleza. Pero en un mundo en que existe capitalismo, esas tragedias únicamente las sufren poblaciones sometidas a socialismos totalitarios, o gobernadas por admiradores de esos totalitarismos.

Paúl Ehrlich, quien aún afirma que la mayoría de la gente no reconoce que, al menos en los países ricos, el crecimiento económico es la enfermedad y no la cura; afirmó desde 1968 que sería imposible que la India alimentara a 200 millones adicionales de personas para 1971. En la edición de 1980 de su libro, la bomba poblacional, omitió todos los comentarios sobre el asunto cuando los hindúes estaban exportado excedentes de granos a la URSS en ese año de 1980.

Muchos académicos sofistas del colectivismo demostraron, a finales del siglo pasado, su completa falta de honestidad intelectual en ediciones revisadas, y expurgadas sin explicación, de sus libros. En efecto, mi amigo conservador, no hay de que sorprenderse, porque sus conductas siempre evidenciaron que su objetivo nunca fue la búsqueda intelectual de la verdad, sino la construcción de soportes teóricos, de apariencia científica, para cualquier causa anticapitalista.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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