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Un mercado común desarticularía proyecto imperial de China en África

Un mercado común desarticularía proyecto imperial de China en África, EFE

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África acumula nuevas inversiones masivas en infraestructuras financiadas y construidas por Beijing atendiendo a incrementar su influencia comercial, financiera y política asegurando recursos y mercados africanos. La creciente influencia China en África alarma a Washington y explica que el secretario de Estado, Antony Blinken, en su gira de agosto por Sudáfrica, el Congo y Ruanda, afirmase que Washington ve a África como un socio igualitario al que no se le dictará.

La enorme influencia de Beijing en África explica que muchos países africanos no quieran condenar a Moscú por su invasión de Ucrania. Washington entiende que África funcionará de zona de amortiguación comercial para mitigar las sanciones occidentales a Rusia, con los límites que Beijing establezca.

Las estrategias imperiales de Beijing son tan tóxicas para las economías e institucionalidades africanas como atractivas para las élites políticas y económicas locales. Más que en Beijing, la oportunidad de desarrollo del mercado africano está en la propia África, con su Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) acordada en 2018 y lanzada en 2021 sería el bloque de libre comercio regional más grande del mundo.

Pero la 42 cumbre de la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC) de agosto en Kinshasa se centró el posicionamiento geopolítico de África en las tensiones en curso entre Estados Unidos y Rusia. Hay cierto consenso en que tomar partido en el conflicto no beneficiaría África. Pero en un continente con escaso ahorro interno, lacerante subdesarrollo, explosiva desigualdad y élites políticas y económicas notablemente corruptas, lo cierto es que fuera de la aceptación retórica del AfCFTA, en la mayoría de los países africanos no sean el menor compromiso político para hacer realidad el libre comercio continental.

Hacer funcionar realmente el libre comercio en África sería la herramienta más poderosa de este continente para su propio desarrollo y para mejorar su posición en las relaciones económicas y políticas con socios globales. Pero el enfoque bilateral que domina las relaciones entre los países africanos y las potencias mundiales dificulta el libre comercio en África. Las élites africanas aceptan acuerdos comerciales bilaterales desde una posición de debilidad y con términos dictados por socios más poderosos porque esos socios están dispuestos a comprarlas. Y en ese juego Beijing es hoy el mejor postor.

Un mercado común africano permitiría negociar mejores términos con los principales socios comerciales, como Estados Unidos y China. Las posibilidades de crecimiento del comercio entre naciones africanas son gigantescas porque el actual régimen comercial del continente es un absurdo entresijo de barreras proteccionistas entre economías naturalmente complementarias.

La cumbre de la SADC anunció el compromiso de abrir los mercados locales y desbloquear el valor en la agricultura y el procesamiento agrícola, pero Botswana y Namibia ya anunciaron que bloquearían ciertas importaciones agrícolas.

Las élites africanas pueden ganar mucho al ser cortejadas por las superpotencias, pero ese juego no mejorará el comercio ni la integración económica regional. África necesita unificar su propio mercado para desarrollarse, y unificar realmente su mercado exige reducir la corrupción y fortalecer la institucionalidad, lo que pondría en riesgo los intereses de unas élites locales que no ven en la integración otra cosa que un peligro para sus negocios.

Washington debería apoyar un mercado común africano porque en el juego actual Beijing le aventaja. Cambiar el tablero hacia el mercado común en África sería política y económicamente ventajoso para Washington. Pero no será mediante una neoimperialista imposición de la ideología woke como Washington podrá cambiar el juego de Beijing en África. Y a ese error es a lo que inevitablemente atará la administración Biden la idea de impulsar la democracia y los derechos humanos en África.

Por la protección de sus intereses creados, las elites locales insistirán en el bilateralismo en las relaciones comerciales de la mayoría de los países de África. Y Beijing está ganando cada vez más influencia en esa África separada por barreras proteccionistas y mutuas desconfianzas. Un mercado común africano desarticularía el proyecto imperial de Beijing y abriría nuevas oportunidades económicas y políticas para Washington en un África más fuerte y próspero.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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