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Nicolás Márquez: “La derecha es una posición política, no es una definición ideológica”

Derecha, El American

Nicolás Márquez Noriega (Ramos Mejía, Argentina, 1975) es abogado de formación, pero escritor y conferencista de vocación. Autor de una docena de libros, varios de ellos best sellers, se define sin ambages como un hombre «de derecha». Uno que no teme desmitificar a personajes de la talla de Perón o el “Che” Guevara, ni defender sus principios hasta en el más hostil de los platós televisivos. Tras una dedicación de casi veinte años al combate de las ideas, se ha convertido en referente dentro del campo de la Nueva Derecha que disputa —en una suerte de gramscianismo a la inversa— la hegemonía cultural del progresismo y su pretendida superioridad moral.

Definamos qué significa Nueva Derecha y bajo qué principios se rige. ¿Cuál es su diferencia con otras corrientes que en su día presentaron una renovación bajo la misma etiqueta, como es el caso de la New Right en Gran Bretaña y Estados Unidos (encarnada por Thatcher y Reagan, respectivamente) o de la Nueva Derecha Europa (en particular la Nouvelle Droite francesa)? ¿Estamos ante una versión actualizada y llevada al ámbito hispanoamericano del fusionism, la confluencia de liberales y conservadores que existió en la Guerra Fría?

Siempre hay un combate contra un oponente. En su momento, fue el comunismo clásico (la Guerra Fría). Ahora estamos enfrentando una nueva izquierda, que es conocida popularmente como «marxismo cultural». Me parece que es un apodo bastante bien logrado. Desde el punto de vista académico podemos discutirlo, pero desde el punto de vista político está bien señalarlo así.

A esta alianza entre liberales y conservadores yo le agregaría los nacionalistas (o patriotas, como los llaman otros). Es una suerte de coalición que está muy bien pergeñada porque todos los sectores han cedido posiciones: los nacionalistas, que históricamente han sido un poco más estatistas, se han dado cuenta que el mercado es lo que mejor funciona; los liberales se han dado cuenta que el conservadurismo rescata, reivindica y lleva como estandarte, instituciones naturales y fundantes (tales como la familia, la vida desde la concepción, la religión, etc.) que son claves para ponerle freno a ese «marxismo cultural» que mencionábamos.

La libre iniciativa y la defensa de la propiedad privada son baluartes fundamentales para que una sociedad pueda prosperar. El Estado tiene que estar reducido a determinadas funciones específicas, y no ser un Estado omnipresente que coarte al individuo en su libertad y lo atosigue con impuestos.

Ahora bien, esta Nueva Derecha o nueva fusión surge porque hay una izquierda que abrió un montón de frentes: un frente para atacar a la familia con la ideología de género, un frente para atacar la vida con el aborto, y un frente para atacar las identidades y la tradición occidental cristiana con el multiculturalismo. El último punto es clave porque nuestra civilización se nutre de los fundamentos básicos del cristianismo: no matar; no robar; no codiciar bienes ajenos; no mentir; amar al prójimo; honrar a padre y madre; amar a Dios sobre todas las cosas, que es un principio de autoridad. Más allá de que haya gente que legítimamente no crea, y tiene derecho a no hacerlo, allí están plasmados unos preceptos y un orden jerárquico que debemos respetar.

Los colectivos marxistas culturales intentan arrasar con ese orden. Hay un atentado contra la libre expresión, contra la objeción de conciencia, contra la vida, contra la libertad educativa, contra la patria potestad… Y, por si fuera poco, existe un adoctrinamiento generalizado a los niños.

Frente al cuadro descrito, recientemente un frente se ha constituido. Espero que se vaya consolidando, ampliando su base. Se trata de una reacción necesaria y justa ante la amenaza de lo que hoy es la Nueva Izquierda (o lo que se nos presenta bajo esa definición), que no se resignó con haber fracasado en el siglo XX, no se resignó con haber fracasado con el socialismo del s. XXI, sino que ahora viene con una nueva propuesta, con una nueva agenda. Es financiada por fundaciones y magnates de alto rango, y es parte constitutiva de la ideología de organismos internacionales de gran peso que quieren atentar contra las identidades, soberanías y autonomías de los países (me refiero concretamente a la ONU). En conclusión: hay diferencias entre esta derecha y la derecha de la Guerra Fría, como hay diferencias entre la izquierda de entonces y la actual. Al tratarse de otro tipo de agresión, la respuesta tiene que ser proporcional y acomodarse a los tiempos ideológicos que corren.

Sin la amenaza del comunismo como telón de fondo, ¿no se manifiestan con demasiada fuerza las diferencias entre liberales y conservadores? Quizá los segundos tienen una afinidad más natural con los nacionalistas.

Considero que en parte eso ya fue explicado en mi exposición anterior. Hay una derecha que abarca a liberales, nacionalistas y conservadores. Para que esta funcione debe incorporar: liberales que conciban la vida desde la concepción, conservadores que entiendan que la tradición tiene que estar al servicio del progreso y nacionalistas que no confundan el amor a la patria con el amor al Estado. Hay quienes la sintetizan de otra manera, por ejemplo: Vox habla de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad. La derecha es una posición política de enfrentamiento abierto con la izquierda, no es una definición ideológica. Cuando vamos a las definiciones, tenemos que advertir que hay varias derechas. Concretamente, yo identifico tres. Y esas tres derechas se pueden amalgamar, se están amalgamando y se están juntando en función de sus coincidencias.

Entonces sí, efectivamente no es la derecha pagana de Alain de Benoist; como tampoco es la derecha de la década del 80’ de Reagan y Thatcher, porque la agenda política ha cambiado. Tenemos la bandera de la vida desde la concepción, la bandera de la libertad, la bandera de la propiedad, la bandera de la tradición. Defendemos las instituciones religiosas; la libertad de culto y el que los padres puedan educar a sus hijos con los valores que le son propios, y no que le sea impuesta desde el Estado una ideología horizontal para adoctrinarlos desde la más tierna infancia. Creemos en el principio de igualdad ante la ley, no en tratos especiales a sectores minoritarios que se sienten oprimidos y ofendidos ficcionalmente. Esa igualdad ya existe. Todo lo demás son lobbies, son condicionamientos y son derechos que se le fabrican a determinadas minorías en detrimento del resto, que terminan convirtiéndose en privilegios. Por eso es tan importante defender la libertad, porque la izquierda siempre, a través de diferentes argucias, atenta contra ella.

En cuanto al componente nacionalista… Durante la reciente campaña presidencial chilena estuvo muy presente el tema de la inmigración ilegal, impulsado tanto por el PDG como por el Partido Republicano. Las acusaciones de xenofobia no se hicieron esperar, incluso, aunque resulte curioso, de parte de sectores que ven con mucha preocupación la crisis en la frontera sur de Estados Unidos y su gestión laxa por parte de Biden ¿No es esto un tanto hipócrita? ¿Debe primar la solidaridad con los venezolanos sobre la defensa de las fronteras y la soberanía de cada uno de los Estados del continente?

Cada país debe privilegiar a los propios, a su identidad y a su tradición. La inmigración, si es ilegal, hay que erradicarla. La inmigración de alguien que tiene los papeles en orden y quiere ir a un país, adaptarse a dicho país (a sus leyes, a su cultura) y progresar dentro de él, es válida.

No debería existir preferencia por personas provenientes de un lugar en particular. Hay que tener reglas claras, hacerlas saber y evaluar, según los requisitos de cada cual, si la persona aspirante a establecerse en el territorio reúne las condiciones necesarias. La autonomía, la soberanía y la protección de los conciudadanos son principios rectores. Obviamente, la solidaridad es una virtud, es algo que hay que aplicar y considerar, pero en el tema que nos ocupa está en un segundo plano. No es prioritaria.

Siguiendo con Chile, ¿qué representa la derrota de Kast para el balance de fuerzas de la región y para las ideas de la Nueva Derecha?

Kast claramente forma parte de nuestra corriente, está enrolado en ella. Incluso a nivel internacional se ha reunido, por ejemplo, con Marco Rubio, un senador republicano cercano a Trump. Antes había sostenido un encuentro con Bolsonaro. De igual forma, recibió expresiones de afecto por parte de Vox (para comprobarlo basta con leer el órgano de prensa de ese partido, que es la Gaceta). Desde distintos lugares fue constante el apoyo que se le dio. Su derrota es una tragedia; un golpe terrible, brutal. Significaba una posibilidad para la Nueva Derecha de alzarse con el poder y ejercerlo en una nación tan importante como Chile, que después de salir de hambruna, la pobreza y el totalitarismo marxista a partir de 1973 siempre fue próspera.

La que ocurrió con Kast fue que lo coachearon, lo orientaron mal, lo hicieron virar hacia el centro. Él no estaba cómodo con ese discurso lavado. Era una táctica de cara a la segunda vuelta; pero no le funcionó debido a que muchos chilenos, ávidos de cambio, terminaron viendo en él un continuismo. Al final, terminó pareciéndose al centrismo inútil de Chile Vamos y toda esa lacra. Pero yo no lo culpo, porque él tenía un escenario muy difícil para imponerse. A pesar de que Boric está manejado por el partido comunista, se ha reunido con terroristas y es un personaje que no cuenta ni siquiera con un título universitario, casi todos los medios de comunicación lo apoyaron.

Pese a todo, espero que Kast continúe con lo suyo, lidere la oposición, mantenga sus valores iniciales y espere la oportunidad para la nueva contienda electoral que se producirá dentro de 4 años. Chile es un país que corre el riesgo grave de caer en el ostracismo. No solo por el triunfo de Boric, sino porque además se encuentra en un proceso de Convención Constituyente donde los elementos «comunizantes» buscan destrozar una constitución ejemplar como fue la constitución del 80, que los llevó a la prosperidad.

Los liber-progres son blanco habitual de sus críticas, ¿qué papel cree que juegan en esta guerra cultural de la que hablamos?

Los liber-progres son parte del problema, una recua de inútiles funcionales a la izquierda. Solamente manejan variables de economía de mercado, pero en materia cultural son unos verdaderos biempensantes y cobardes. Tienen una postura absolutamente condescendiente con la agenda globalista y con la agenda cultural progresista. Sirven al enemigo.

Le han hecho mucho daño a la causa porque generan confusión, distraen. Por suerte, están en decadencia: los hemos desenmascarado, los hemos puesto en evidencia y hoy su nivel de influencia ha bajado muchísimo. Fundamentalmente, operan desde fundaciones liberales que en general no sirven para nada, salvo para enriquecer a sus propietarios y conseguir aportes de donantes ingenuos. De allí surgen algunos personajes menores con ideas absolutamente funcionales (insisto con esa palabra), verdaderos agentes del entreguismo ideológico. Están doblegados, sometidos y arrodillados. Son izquierdistas inconscientes, los más peligrosos, porque se presentan contrarios a la izquierda siendo parte de ella.

¿Cómo se posiciona la Nueva Derecha en el plano geopolítico y de las relaciones internacionales? Es decir: ¿es realista o idealista?, ¿toma un bando claro en la rivalidad sino-estadounidense?

Tu pregunta es muy interesante, pero muy ambiciosa. Para darte una respuesta analítica y más concreta sobre la posición de la Nueva Derecha (ND) en el plano geopolítico y de las relaciones internacionales, esta tendría que ser gobierno.

La ND acaba de retroceder en todos los sectores: perdió Estados Unidos, que era su gran bastión; conserva a Bolsonaro, en solitario. Por ahora, está tejiendo alianzas. El propio Bolsonaro ha hecho mucho por agrupar sectores de la ND: convoca a sus líderes, organiza congresos, etc. Es algo de lo que también se ocupa Vox. Hay fuertes apuestas por armar una suerte de red a nivel hemisférico. Pero yo no puedo hablar de un posicionamiento geopolítico considerando que no gobierna en ningún lado y, al no ser gobierno en lo que nos compete en forma directa y cercana (porque el Grupo de Visegrado, por ejemplo, es otro tema), lo único que te puedo decir es que hay intentos serios y fecundos en que la ND esté unida y apoyándose entre sí.

La Realpolitik y las verdaderas relaciones internacionales se gestan a partir de negocios e intereses preexistentes que, en muchos casos, son difíciles de romper porque están atados a diferentes normativas. No puedo hacer un análisis de cuál es el rol geopolítico de la ND habidas cuentas de que todavía es una expectativa de oposición y no de gobierno concreto. Hasta que no conquiste el poder y tenga sus expresiones en él, permaneceremos en el plano de lo teórico y de lo posible. Simplemente, ahora estamos fortaleciendo vínculos, relaciones, interactuando. En suma: organizado nuestra ideología, que en todos lados no es exactamente igual porque se nutre mucho también de la agenda de cada país. Así que es un planteamiento que se adelanta a los tiempos que corren.

Silvio Salas, Venezuelan, is a writer and Social Communicator, with an interest in geopolitics, culture war and civil liberties // Silvio Salas, venezolano, es un comunicador social interesado en temas de geopolítica, libertades civiles y la guerra cultural.

Sigue a Silvio Salas en Twitter: @SilvioSalasR

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