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No olvidemos Afganistán

No olvidemos Afganistán, EFE

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En estos días conmemoramos el primer aniversario de la catastrófica retirada de nuestras tropas de Afganistán. Después de más de veinte años de presencia militar continua en ese país, de miles de bajas de tropas americanas y de millones de millones de dólares gastados en vano para tratar de imponer un gobierno estable y democrático, la inmensa mayoría del pueblo americano quería que nuestras tropas regresaran a casa y lo mínimo que esperaba era que la salida fuese ordenada y sin incidentes. No era pedir mucho. No había razón para que no fuera así.

Pero Biden, lamentablemente, estaba más enfocado en la victoria política de ser el presidente que finalmente sacara las tropas de Afganistán, que en garantizar que la salida se realizara de una manera efectiva y segura. Así, pues, insistió en remover las tropas, en vez de seguir la recomendación de sus asesores militares de posponer la retirada ante el seguro colapso del gobierno, creando un ambiente de total anarquía que llevó a una tragedia humanitaria y de seguridad nacional sin precedentes. A un año de esta debacle, no podemos olvidarnos de lo sucedido y tampoco de quien la causó.

En primer lugar, no podemos olvidar la mendacidad del presidente Biden. Es verdaderamente inconcebible que le asegurara públicamente al país que “no era inevitable” que los talibanes tomaran control del país, cuando las agencias de inteligencia le informaron que eso sucedería. También mintió cuando dijo que no podía dejar tropas en Afganistán mucho más tiempo de lo acordado por la administración Trump con los talibanes. Aunque el acuerdo al que llegó Trump con los talibanes fijaba la fecha de salida para el 1º de mayo de 2021, Biden ya la había pospuesto una vez y lo podía hacer de nuevo, especialmente si consideramos que los talibanes no estaban cumpliendo con las condiciones impuestas por el acuerdo.

Bajo el acuerdo negociado por el exsecretario de Estado Mike Pompeo en el 2020, la retirada de los Estados Unidos de Afganistán estaba condicionada a que los talibanes negociaran un acuerdo de paz con el Gobierno afgano y se comprometieran a impedir que grupos terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico se establecieran en el país. Ambas condiciones estaban siendo violadas por los talibanes. Según un informe de la Oficina del Inspector General del Departamento de Defensa, publicado en mayo del 2021, durante los primeros tres meses de ese año los talibanes habían aumentado sus ataques en contra de las fuerzas armadas del Gobierno afgano y estaban coordinando con Al Qaeda “ofensivas de gran escala”.

Es evidente que Biden incurrió en un ejercicio descarado de manipulación de la opinión pública para proceder con la retirada a toda costa a pesar de los serios riesgos, esperando lograr un triunfo político. Su irresponsable conducta, sin embargo, tuvo nefastas consecuencias.

No olvidemos Afganistán, EFE

Personas procedentes de Afganistán que llegaron a España tras el retiro de Estados Unidos de ese territorio. (EFE)

El costo humano y material de la salida de nuestros soldados de Afganistán y el devastador impacto de esta en términos geopolíticos no pueden ser minimizados. Esto fue un auténtico desastre desde cualquier ángulo que se analice.

La situación que se formó en aeropuerto en Kabul cuando miles de personas llegaron a este para tratar de escapar del país, fue una de caos total. Aunque Biden aseguró que en Afganistán no veríamos imágenes similares a las de la dramática salida de Saigón, los medios captaron vídeo de cientos de civiles rodeando aviones de pasajeros que estaban tratando de evitar que despegaran o montándose en el exterior de ellos.

Miembros del Estado Islámico también aprovecharon la confusión alrededor del aeropuerto para colocar un explosivo en uno de los portones, causándole la muerte a trece soldados americanos y a, por lo menos, 170 civiles afganos. Y, como si eso fuera poco, cientos de ciudadanos americanos, y miles más de afganos que colaboraron con militares y diplomáticos americanos, quedaron varados en el país al no poder llegar al aeropuerto, pese a que Biden prometió que ningún ciudadano americano sería dejado atrás.

Biden también les dejó a los talibanes 7 mil millones de dólares en equipo militar y armamento que nuestras tropas no pudieron llevarse por la apresurada salida. Aún si mucho del equipo, como aviones y helicópteros, fue inhabilitado a propósito, este se podía haber preservado para uso de nuestras fuerzas armadas.

Nuestra caótica retirada de Afganistán, por último, proyectó debilidad y falta de liderazgo al mundo. Es indudable que ha envalentonado a todos nuestros adversarios, incluyendo a Putin, quien pocos meses después invadió Ucrania, así como a los chinos, que han intensificado su acoso de Taiwán. Como dijera el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham, “esta fue la retirada que se escuchó alrededor del mundo… esta retirada se escuchó en Moscú. Fue escuchada en cada campo terrorista alrededor del mundo. Los terroristas están en esteroides y todos nuestros aliados están perturbados por esta retirada”.

Está claro que el presidente Biden le falló al pueblo americano. Su incompetencia en Afganistán causó gran sufrimiento humano y ha puesto en riesgo nuestra seguridad nacional y nuestra credibilidad en el mundo. Lo triste es que todo esto se podía haber evitado si el presidente le hubiera hecho caso a los generales y oficiales de inteligencia, en lugar de a sus asesores políticos. Esta injuria a nuestro pueblo no se puede olvidar.

Alfonso Aguilar es de Senior VP and Political Director de El American, exjefe de la Oficina de Ciudadanía de los Estados Unidos durante la administración del presidente George W. Bush y presidente del Latino Partnership for Conservative Principles. // Alfonso Aguilar is the Senior VP and Political Director of El American and former head of the Office of United States Citizenship during the administration of President George W. Bush and president of the Latino Partnership for Conservative Principles.

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