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Incertidumbre y temor: arranca una nueva era en Colombia

Gustavo petro

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Este texto forma parte de la nota del editor distribuida en el newsletter de este lunes 8 de agosto

ESTE DOMINGO 7 de agosto el Senado aprobó, en una votación de 51 a 50, un paquete que aumenta considerablemente los impuestos, en tiempos de recesión, con el propósito de financiar un gasto multimillonario en planes sanitarios y climáticos. Luego de intensas negociaciones, la mayoría de demócratas logró convencer al clave Joe Manchin, de West Virginia.

Ahora el proyecto, que necesitó el voto de desempate de Kamala Harris y que asigna unos $80 mil millones al IRS y amplía subsidios para seguros de salud, tendrá que pasar por la Cámara de Representantes, en una votación pautada para este viernes.

Cambiando un poco de tema, pero no menos importante: también ayer, domingo 7 de agosto, Gustavo Petro se juramentó como presidente de Colombia. Exmiembro del grupo guerrillero y terrorista M-19, la toma de posesión de Petro significa un parteaguas en la historia de Colombia: es la primera vez que el país es gobernado por un presidente explícitamente socialista, de extrema izquierda.

La ceremonia de transmisión de mando, porque no podía ser de otra forma, fue bastante colorida y cargada de simbolismos. Empezando porque, por primera vez, Petro no caminó sobre alfombra roja hacia la Plaza Bolívar, donde se juramentó. Y, justo luego de jurar ante el presidente del Congreso, Gustavo Petro, ya como presidente, ordenó que le trajeran la espada de Bolívar, el héroe de la independencia latinoamericana. La espada se encontraba en la Casa Presidencial de Nariño y tardó en llegar a donde estaba Petro porque no estaba previsto su traslado (el expresidente Iván Duque, siendo aún jefe de Estado, se opuso a su traslado). 

Pero Petro insistió y la Casa Militar salió corriendo a buscar la espada de Bolívar y llevarla hasta la ceremonia, donde los asistentes tuvieron que esperar varios minutos. Este episodio significa mucho, pues uno de los actos más mediáticos de la organización terrorista M-19 a la que perteneció Petro fue cuando en 1974 robó la espada de Bolívar a un museo y la devolvió en 1991, luego de que la organización se sometiera a un proceso de paz.

En su discurso, Petro habló de redistribuir la riqueza, de impulsar una agenda ambientalista, de aumentar los impuestos y de reformar la guerra contra las drogas. Propiamente, este último punto es clave: USA siempre fue un aliado decisivo en la guerra de Colombia contra los grupos terroristas y narcotraficantes en la región. Una de las propuestas de Petro ha sido la de desmontar ese apoyo de USA y, en cambio, llevar a cabo negociaciones “de paz” con los carteles del narcotráfico. 

Con Petro en la Casa Presidencial de Nariño es muy probable que Estados Unidos pierda a un aliado clave en el hemisferio. De hecho, Colombia ha sido, desde finales de los noventas, el aliado estratégico y militar más importante de los Estados Unidos.

Ante las amenazas de expansión del crimen organizado, que en gran medida es amparado desde Venezuela, la llegada de Petro al poder debería de preocupar enormemente a los americanos.

Orlando Avendaño is the co-editor-in-chief of El American. He is a Venezuelan journalist and has studies in the History of Venezuela. He is the author of the book Days of submission // Orlando Avendaño es el co-editor en Jefe de El American. Es periodista venezolano y cuenta con estudios en Historia de Venezuela. Es autor del libro Días de sumisión.

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