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Nueva York ha sido tomada por comunistas

Nueva York ha sido tomada por comunistas

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Durante el 2019 viví un par de meses en Nueva York, eran tiempos distintos, el coronavirus no existía, la economía americana no se había inundado de dólares baratos, no había una inflación cercana al 10 %, en la Casa Blanca mandaba un republicano, y ciertamente, la antigua capital del mundo no parecía un paraíso comunista.

Los contrastes en Nueva York siempre han sido radicales, el Upper Manhattan no tiene nada que ver con el Midtown, y ni hablemos de los suburbios en Brooklyn o Queens. La imagen proyectada en el exterior de la Gran Manzana es una película romantizada de Woody Allen, se vislumbran los grandes rascacielos, el majestuoso e imponente Central Park, y los inagotables espacios culturales que repercuten en el mundo con las obras de Broadway, el Lincoln Center, y las sublimes colecciones de arte del Metropolitan Museum of Art, sin embargo, detrás de esa fachada de superioridad se esconde el trágico declive de la sociedad occidental.

Desde hace mucho Nueva York dejó de ser la representación más idónea del capitalismo, de hecho, en la ciudad dicha palabra ahora es ruidosa, por las calles se encuentran inagotables grafitis que hablan de “revolución”, de “combatir la riqueza”, y “acabar con el sistema”; hablar de comunismo ahora pareciera más aceptable que hablar de trabajo, capital y creación de riqueza, en las plazas públicas ya no se ven personas con trajes tomando el almuerzo para volver a sus trabajos, se ven es drogadictos, homeless y anarquistas. La Nueva York de hoy no inspira respeto ni admiración, inspira miedo, lastima y una sensación de vacío, de suicidio colectivo del que es difícil escapar.

Estuve con mi esposa el fin de semana pasado en la ciudad y nuestra sensación conjunta fue la de no querer volver nunca más. La suciedad en las calles se ha triplicado, la basura ha impregnado de un aroma desagradable a gran parte de la urbe, en cada esquina te topas con un homeless en condiciones tan catastróficas que es difícil entender como siguen con vida, con frecuencia se acercan personas a ofrecerte drogas, la delincuencia y los asaltos son tan repetitivos como la obesidad en las obras de Botero, y en el metro debes estar todo el tiempo alerta de que algún psicópata no se te acerque y te arroje a las vías del tren para asesinarte.

Pero sin duda alguna, de todos, el episodio más irreal, distópico y aterrador, fue el que presenciamos en Washington Square Park, donde por minutos dudamos si habíamos ingresado al set de grabación de alguna película de Terry Gilliam, o si acaso, se estaba filmando un remake de “12 monkeys”.

New York Communist Party. Photo: Emmanuel Rincón

En nuestros primeros pasos en la plaza fuimos recibidos por una turba de personas que parecían sacadas de un psiquiátrico, hablaban solas, brincaban, lucían ropas desgarradas y sucias y cabellos que debían acumular la suciedad de la calle tras por lo menos dos meses sin tomar un baño; seguimos adentrándonos y nos topamos con vendedores ambulantes que exhibían consoladores y una especie de velas con formas de pene, más adelante había un grupo de presuntos monjes, supuestamente meditando en medio de esa distopía y vendiendo paquetes espirituales. Todo esto, claro está, arropado por un penetrante olor a marihuana, y cientos de personas consumiendo alcohol y otro tipo de drogas, siendo amonestados verbalmente por un par de policías impotentes que eran sistemáticamente ignorados por la masa. Todo fue tan rápido que al entrar a la plaza solo empezamos a buscar la salida más cercana de la misma, y en el medio, nos paró un grupo de activistas que predicaban las “bondades” del comunismo.

Repentinamente mi esposa no lo soporto más, y empezó a dar pasos apurados para salir de esa pesadilla, uno de los activistas me insistió y me dio un folleto que decía: “¿Estás interesado en construir un mundo mejor? Únete al Partido Comunista de Nueva York…”, y en todo el medio de Washington Square Park, había un mesón con carteles donde se declaraban “antifascistas” y reclutaban nuevos integrantes.

Communists in New York

Communists in New York. Photo: Emmanuel Rincón

Al salir de la plaza me agobió una intensa sensación de desesperanza, salí de mi país escapando de los males del socialismo para llegar a la única nación en la que presuntamente reina la libertad, solo para observar como estos modelos totalitarios se abren espacio en sociedades desarrolladas.

Analizando en retrospectiva la historia de la humanidad, me resulta incomprensible y sorprendente que pueda haber personas en sociedades libres reclutando candidatos para movimientos genocidas. El comunismo tiene más de 100 millones de víctimas en el último siglo y, aun así, estas doctrinas ideológicas se discuten en espacios públicos, universidades y hasta a nivel gubernamental sin ningún problema.

¿Cómo es posible que personas que avalan genocidios estén sin problema captando reclutas? ¿Puede alguien imaginar que en alguna plaza pública de cualquier país con Estado de derecho se planten activistas con banderas de Hitler para reclutar nazis con la intención de exterminar judíos?

En la actualidad, mi país natal, Venezuela, con una población por encima de los 30 millones de habitantes, tiene a casi 7 millones de personas refugiadas en otras partes del mundo, debido al socialismo, otros cientos de miles han perecido de hambre y enfermedades debido a la devastación económica. Este escenario se repite en Cuba, y ha sido reproducido con más o menores repercusiones en otras naciones a lo largo de la historia, como en la Alemania Oriental —donde los socialistas construyeron un muro para evitar que sus habitantes escaparan de país—, en Corea del Norte, la Unión Soviética, o China, donde el colectivismo económico generó una hambruna que mató a por lo menos 40 millones de personas (cuatro veces la población de toda la ciudad de Nueva York).

Hoy el mayor problema no es que una veintena de activistas estén pregonando las bondades de las hambrunas comunistas en una de las principales plazas de Nueva York, el asunto es que diferentes congresistas de la ciudad con representación en Washington, hablen abiertamente a favor de estas nefastas políticas, y que el sistema económico que convirtió a Estados Unidos en el país más poderoso, influyente y con una de las mejores calidades de vida en el planeta, sea satanizado y cuestionado a diario en las calles y principales medios de comunicación, mientras que, el otro sistema, el de hambrunas, totalitarismo, expropiaciones, fusilamientos, sea alabado en plazas públicas y en televisión nacional.

La realidad del presente es que Nueva York ha sido tomada por comunistas, ideológicamente se ha convertido en un laboratorio de ideas de la extrema izquierda, las calles no pueden escapar del olor a mierda y los mensajes de revolución, sus representantes locales son tan solo la caracterización más idónea del alma de la ciudad, y salvo que un milagro ocurra, todo apunta a que la antigua gloria del nuevo mundo terminará sepultada por sus propios habitantes.

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

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