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Occidente, ¿en el camino “democrático” hacia la tiranía?

Occidente, ¿en el camino “democrático” hacia la tiranía?

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HOY LOS POLÍTICOS, intelectuales y medios de comunicación de Occidente hablan mucho de democracia y poco o nada de derechos individuales, mientras entregan la soberanía de sus naciones a grandes burocracias supranacionales que carecen de legitimidad democrática. Tras dos años de cierres, bloqueos y pasaportes sanitarios que han causado más daño que la pandemia misma. Dos años de limitaciones a las libertades individuales bajo una “emergencia” impuestas sin verdaderos controles legislativos ni discusiones políticas representativas. Tras dos años de censura, desinformación y cancelación, la feroz aspiración autoritaria de buena parte de las elites políticas e intelectuales de las democracias de Occidente está a la vista.

Cuando el autoritarismo se impone mediante “poderes de emergencia” no es de extrañar que nos hablen de nuevas e interminables “emergencias” para aplastar a quien ose defender sus derechos individuales inalienables. Canadá es una democracia, nadie lo duda, pero es una democracia cuyo primer ministro, Justin Trudeau, aplastó las protestas pacíficas de los camioneros contra los mandatos de emergencia del COVID-19 confiscando cuentas bancarias y ordenando arbitrarios arrestos sin el debido proceso para negar la libertad de expresión a los canadienses que se opusieron a su delirio autoritario.

Trudeau argumentó descaradamente que lo que hacía era legítimo porque actuaba contra una minoría de opiniones “inaceptables” en defensa de “la mayoría”. No es del todo claro que la mayoría de los canadienses apoye realmente el brutal autoritarismo al que recurrió su primer ministro, pero si así fuera, eso no le da el derecho a negar a minoría alguna sus derechos de propiedad, libertad y vida. Y sí, la represión autoritaria de Trudeau puso vidas inocentes en peligro al confiscar desde cuentas bancarias hasta el combustible para calefacción y alimentos a quienes protestaban pacíficamente.

La idea occidental de los derechos naturales es que son superiores a la autoridad constitucional y a todo poder constituido. Juan de Mariana argumentaba en la España del siglo XVII que cuando el rey violaba los derechos individuales de sus súbditos se transformaba en un tirano que podía ser derrocado por la fuerza. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos sigue al pie de la letra los argumentos de Mariana y proclama derechos individuales inviolables. Si nos atenemos a eso, la libertad de expresión no puede censurarse, ni la propiedad violentarse, cuando los gobernantes enfrentan un discurso con el que no están de acuerdo. Mariana defendió la propiedad privada afirmando que “no son del Rey los bienes de sus vasallos”. El derecho de propiedad que violó Trudeau confiscando, como un tirano, las cuentas bancarias privadas de ciudadanos que protestaban pacíficamente. Para eso pidió y obtuvo poderes de “emergencia”.

Hoy los derechos individuales a la vida, libertad y propiedad son atacados ideológicamente como “egoístas” y contrarios al “bien común” en todo Occidente. Y la excusa es la democracia, como si la voluntad de la mayoría justificase violar los derechos de la minoría. Pero lo cierto es que lo contrario de la tiranía no es la democracia, sino la libertad y los derechos individuales. Y es por eso que tantos líderes occidentales alaban la democracia mientras desprecian las libertades individuales. Pero esos mismos líderes occidentales que tanto elogian la democracia, socaban el poder de sus votantes fortaleciendo la autoridad de organizaciones supranacionales que no responden a escrutinio democrático alguno. Hoy gobiernos democráticamente electos ceden soberanía a burocracias transnacionales que no fueron electas democráticamente, y sobre las que gobiernos autoritarios y totalitarios tiene la misma o mayor influencia que las democracias occidentales, como la ONU y la OMS.

Así que nuestros “demócratas” se empeñan en hacer de la democracia un mero formalismo sin división real de poderes ni derechos individuales garantizados, y del nacionalismo y el orgullo patriótico sinónimos de “enemigos de la democracia”. Los movimientos políticos que defienden la autodeterminación nacional en occidente, como MAGA en los Estados Unidos y el movimiento por el Brexit del Reino Unido, han sido falazmente calificados de “fascistas”, “neonazis” y “amenazas” a la democracia. Pero el verdadero peligro son quienes atacan la autodeterminación nacional y las libertades individuales, porque son ellos quienes aspiran a establecer tiranías. Y una “democracia” sin derechos individuales serviría perfectamente a sus propósitos.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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