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Oportunismo partidista en el Ayuntamiento de Boston

Partisan Opportunism on the City Council, EFE

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Por Hans A. von Spakovsky*

A pesar de afirmar lo contrario, los nueve miembros liberales del Consejo Municipal de Boston hicieron gala de un burdo oportunismo partidista al votar recientemente a favor de que los jóvenes de 16 y 17 años puedan votar en las elecciones locales.

Hablemos claro. Cualquiera que recuerde sus años de instituto o haya criado a sus hijos durante esos mismos años sabe que pocos adolescentes tienen la experiencia, el juicio o la madurez emocional para tomar decisiones políticas importantes en las urnas.

Si los promotores de este cínico cambio realmente creen que los adolescentes tienen el criterio necesario para tomar este tipo de decisiones, ¿por qué no han rebajado la edad requerida para otras muchas decisiones que en Massachusetts, como en la mayoría de los estados, exigen tener 18 años y ser adulto legal?

En Massachusetts, hay que tener 18 años para firmar un contrato de alquiler, formar parte de un jurado, comprar un billete de lotería o cigarrillos, dar el consentimiento general para tratamientos médicos e intervenciones quirúrgicas (con algunas excepciones), casarse o presentarse como candidato a las elecciones legislativas del estado. No puedes alistarte en el ejército hasta que tengas 18 años (o 17, pero sólo con permiso parental), y aunque antes podías beber y comprar alcohol a los 18, la edad se cambió a 21 en 1984.

Fijamos los 18 años como edad mínima para todas estas decisiones importantes porque, como sociedad, reconocemos que los menores aún no han desarrollado la experiencia y el criterio necesarios para tomar decisiones de tanta importancia que pueden afectarles negativamente a ellos o a la sociedad. ¿Por qué iba a ser menos importante votar en las elecciones que eligen a las personas que dictarán las normas, leyes y reglamentos que rigen nuestra sociedad, nuestro gobierno, nuestros tribunales y nuestra economía?

Los concejales que aprobaron esta medida afirman que “muchos jóvenes trabajan… sólo para ayudar a mantener a sus familias” y que, por tanto, deberían poder votar. Si eso es cierto, ¿por qué no deberían poder casarse, comprar un coche, alquilar un apartamento, relajarse tomando una copa o fumando un cigarrillo después del trabajo, formar parte de un jurado, tomar sus propias decisiones sobre atención médica o decidir que quieren servir a su país en el ejército?

Una vez más, como sociedad hemos decidido -con bastante sensatez- que los niños no deben tener la capacidad de tomar ese tipo de decisiones hasta que alcancen la edad de 18 años o, en el caso de la bebida, 21 años.

Afortunadamente, Boston no puede rebajar la edad de voto a menos que la legislatura estatal apruebe la petición. Esos legisladores deberían tener en cuenta que sus electores se oponen a ello.

Según una encuesta realizada en 2019 por Hill-HarrisX, el 75% de los votantes registrados se opone a rebajar la edad de voto a los 17 años. Esa oposición aumenta a un abrumador 84% cuando se habla de rebajar la edad de voto a los 16 años. Esto demuestra que el votante medio es mucho más inteligente que los nueve miembros del Ayuntamiento de Boston que aprobaron esta petición.

Pero si la legislatura decide aprobar la petición del ayuntamiento, los legisladores quizá quieran explicarle a sus electores por qué creen que uno no está capacitado para presentarse a la Cámara de Representantes y al Senado del estado hasta los 18 años, y sin embargo creen que los menores son lo suficientemente maduros para votar a los 16.

No se pueden conciliar estos dos puntos de vista a menos que el único objetivo sea obtener el apoyo y los votos de niños muy influenciables que carecen de la madurez y la experiencia necesarias para tomar muchas decisiones importantes por sí mismos, y mucho menos aquellas que afectarán a toda la sociedad.

Es un cambio imprudente e irresponsable. Incluso podría calificarse de inmaduro. Por eso, los votantes adultos lo consideran en su inmensa mayoría una mala idea.


*Hans von Spakovsky es una autoridad en una amplia gama de temas, incluidos los derechos civiles, la justicia civil, la Primera Enmienda y la inmigración.

Este artículo forma parte de un acuerdo entre El American y The Heritage Foundation.

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