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El llamado Paro Nacional en Colombia sorprendió por su poca acogida el 20 de julio

Paro Nacional

Una lánguida jornada transcurrió el 20 de julio en Colombia, Día de la Independencia, para los promotores del Paro Nacional. Aunque los movimientos sindicales lograron atraer alrededor de 3,000 personas que se reunieron en el Parque Nacional y que luego marcharon hasta el centro de Bogotá, a unas pocas cuadras del Palacio de Nariño, la movilización fue mucho menor que la lograda el 28 de abril, cuando miles de personas tomaron las calles protestando en contra de un proyecto de ley de reforma tributaria propuesto por el Gobierno de Iván Duque.

La marcha reunió a miles de personas, entre las que se encontraban miembros del mayor sindicato de profesores de colegios públicos en el país, Fecode, la Central Unitaria de Trabajadores y la Confederación General del Trabajo. La maquinaria de los sindicatos no fue discreta.

Al ritmo de tambores y al sondeo de banderas de la antigua guerrilla M-19, de la Unión Soviética y la Juventud Comunista Colombiana (Juco), los colectivos de izquierda marcharon por toda la Séptima, una de las principales avenidas de Bogotá, gritando «¡Resistencia, carajo!», «Uribe Paraco» y el clásico «¡A parar para avanzar!».

Si alguien ha tenido claro que para atraer a las masas es necesario el pan y el circo, ha sido la izquierda, pues más que una protesta en contra del Gobierno parecía la entrada a una feria. Los vendedores ambulantes eran los protagonistas, hamburguesas, pizzas, el llamado “salpicón” colombiano (una bebida de mango, sandía, papaya y piña con crema de leche), helados y hasta cervezas se podían conseguir en medio de la marcha, mientras que en varios puntos de la manifestación se escuchaban cumbias, música del pacífico, punk y Ska.

Los manifestantes llegaron hasta las instancias del Banco de la República, donde se congregaron para un breve mitin político que culminó con un concierto de la banda de rock Aterciopelados.

Los empleados del McDonald’s, que se encontraba tras el cerco de la policía, no tardaron en adentrarse detrás de las vallas para tomar las órdenes de los hambrientos manifestantes.

La “mayor macha del país”, aunque reunió a miles de personas, solo logró parar el tráfico bogotano por unos cuantos minutos y transcurrió de forma casi pacífica y un poco desapercibida para quien no se aventuró en la Avenida Séptima al mediodía. Por el resto de Bogotá transcurrieron unas cuantas congregaciones de cientos de personas que tomaban uno que otro carril, pero no afectaban mayormente la movilidad, pues era día festivo. A pesar de la festividad, los bogotanos no salieron a marchar en masa como esperaba el Comité del Paro.

A pesar de las congregaciones pacíficas, la atención de los medios fue nuevamente para las congregaciones más violentas que ocurrieron en Usme, el Portal de las Américas y en Suba, donde se concentraron los miembros de las llamadas Primera Línea, quienes pregonaban hacer una gran avanzada sobre toda la capital.

En Suba, al noroccidente de Bogotá, los manifestantes se concentraron frente al Comando de Acción Inmediata de la Policía del barrio la Gaitana, le prendieron fuego y varios buses y estaciones fueron vandalizadas.

La jornada en Bogotá terminó con más de 60 heridos, entre los que figuran 27 policías y 17 capturas. En Soacha, un municipio a las afueras del sur de la capital, más de 161 bicicletas fueron robadas de un cicloparqueadero ubicado en el barrio San Mateo.

Más de 6,000 miembros de la Policía, junto a 2,700 miembros del Ejército, patrullaron Bogotá, cuidando las estaciones de buses, los bancos y comercios sensibles a ser vandalizados. La estrategia de seguridad que la alcaldesa de Bogotá decretó junto con el Gobierno nacional consistió en decomisarle cascos y escudos a los manifestantes. El tradicional desfile de las Fuerzas Armadas para conmemorar el Día de la Independencia también fue cancelado para evitar choques con los manifestantes.

El Paro Nacional se recrudeció en violencia, pero no en asistencia en Medellín y Cali

En Medellín, Cali y Buga las confrontaciones con la Policía fueron más fuertes. En Medellín la Primera Línea tuvo fuertes intercambios con el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía (Esmad) en las zonas cercanas a la alcaldía de la ciudad y en el centro.

En Cali las confrontaciones se desataron en la Loma de la Cruz, al occidente de la ciudad, donde se concentraron varios miembros de Primera Línea de diferentes ciudades y chocaron con la Policía. Al menos 14 policías y 7 civiles resultaron heridos. En la ciudad de Buga una persona grabó a miembros de la Policía disparando al aire para dispersar las manifestaciones.

El Paro Nacional perdió su impulso en Colombia y la izquierda se llevó una derrota en el Senado

Las marchas, que esperaban ser masivas, no lograron congregar mucha más gente por fuera de los grupos de interés tradicionales del Comité del Paro, y la pérdida de apoyo entre los colombianos se evidenció con el tiempo, cansados de la constante violencia en la que se han descarrilado muchas de las protestas. En ese sentido, el protagonismo de las masivas manifestaciones a finales de abril fue para las frecuentes confrontaciones entre miembros de la Primera Línea con la Policía.

La redundancia del llamado Paro Nacional ha llegado a tal punto que los principales medios de comunicación colombianos ni siquiera lo reportaron como la noticia del día. El ojo de los tabloides estuvo en la fallida investidura del senador Gustavo Bolívar, miembro de la coalición de Gustavo Petro en el Congreso, como segundo vicepresidente del Senado.

En la votación, los partidos de Gobierno y varios miembros de la oposición prefirieron votar en blanco que por el senador de la Colombia Humana (movimiento que ha impulsado el paro a lo largo y ancho del país). La votación terminó con un saldo de 32 votos a favor de Bolívar y 61 en blanco.

Bolívar se encuentra en medio de una investigación por financiar públicamente la compra de equipos de protección como cascos y gafas de construcción a los miembros de Primera Línea, lo que lo hace ver a él y a su jefe político, Gustavo Petro, como instigadores de la violencia en las manifestaciones.

El cargo de segundo vicepresidente del Senado lo consiguió el senador del partido de oposición, la Alianza Verde, Iván Name. Las relaciones entre la Alianza Verde y el Petrismo han ido en deterioro creciente durante el último año, y las recientes protestas han distanciado aún más a los dos partidos de oposición.

El 20 de julio, que los promotores del paro pretendían hacerlo pasar a la historia de Colombia como una «segunda Independencia», terminó siendo el día en que la izquierda se llevó dos grandes derrotas políticas que podrían influenciar fuertemente las elecciones del 2022: un paro que destacó por la violencia y no por su acogida, y un rechazo conjunto entre partidos de Gobierno y oposición a uno de los principales acólitos de Gustavo Petro.

Economist, writer and liberal. With a focus on finance, the war on drugs, history, and geopolitics // Economista, escritor y liberal. Con enfoque en finanzas, guerra contra las drogas, historia y geopolítica

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