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El partido de los Graco

Graco, Capitolio

Por Jorge Velarde Rosso:

Mucha gente ha comparado los recientes sucesos en el Capitolio de Estados Unidos con las invasiones bárbaras a la capital eterna del Imperio romano; la misma Roma en el año 476 d.C. Que la analogía sea hecha por intelectuales y profesores, de quienes se espera que entiendan que las situaciones no tienen ningún punto en común, debería ser preocupante. Esta observación me lleva a escribir las siguientes líneas en unos momentos tan particulares del experimento republicano norteamericano.

La primera conclusión que observo, nada nuevo en verdad, es que muchos pensadores latinoamericanos no han podido desprenderse de los prejuicios que la dictadura cubana ha difundido tan exitosamente. Sinceramente, es la mejor explicación que encuentro a la torpe analogía antes descrita. La insistencia de la izquierda latinoamericana en el imperialismo norteamericano parece ser un lugar tan común, que incluso pensadores que se distancian explícitamente de la izquierda han caído en diversas referencias al principio del fin del ‘imperio americano’.

Una segunda deducción de estos comentarios es el desconocimiento histórico del periodo de la historia de la civilización romana que sí tiene claras y notorias analogías con el momento que vive ahora Estados Unidos. Me refiero al siglo II antes de Cristo, al momento en que la mayoría de los historiadores tiende a datar el inicio del fin de la República romana. ¿Resulta tan difícil ver que los Estados Unidos sigue siendo un experimento republicano? ¿Necesito aclarar que no me refiero al partido político, sino a la forma republicana de gobierno? Espero que no, aunque quizás sí. Intentaré hacer un breve recuento del periodo histórico al que me refiero, resaltando las analogías que encuentro.

La República romana había prosperado y se había extendido en el Mediterráneo más allá de lo que los antiguos habían pensado. La victoria romana en las guerras púnicas le había dado a la República la supremacía sobre el comercio mediterráneo occidental. Pero como todo en la vida de los hombres y de las civilizaciones ese éxito trajo sus propios problemas.

En concreto interesa hacer notar que el éxito de las conquistas había expandido inmensamente la oferta de productos agrícolas y eso necesariamente hizo que los precios bajaran. La mano de obra esclava también ayudó en este fenómeno. Con precios bajos los agricultores romanos tradicionales, ciudadanos de la plebe, no podían competir. Muchos de ellos se vieron obligados a vender sus tierras y los únicos que podían comprarlas eran de la clase patricia. Este era el núcleo del problema que los hermanos Graco intentaron resolver.

Los hermanos Tiberio y Gayo Graco.
Los hermanos Tiberio y Gayo Graco. (Twitter)

Tiberio Sempronio Graco (162-133 a. C.), como tribuno de la plebe, fue el primero en proponer reformas. No me interesa ahora entrar en los detalles históricos, porque no es el fin de este ensayo y los datos son accesibles a cualquiera. En cambio, sí me interesa hacer notar que Tiberio Graco era consciente de que sus propuestas eran populares entre la plebe y usó ese apoyo popular para presentarse a una reelección al cargo de tribuno de la plebe, en el verano de 133 a. C., lo cual, sin estar expresamente prohibido, iba contra la costumbre.

Murió en su intento de hacerse reelegir, literalmente el día de la votación a manos de los partidarios del Senado. Y, no por defender a Tiberio, con su asesinato se cometió otra irregularidad en la práctica republicana romana. Los tribunos de la plebe eran considerados cargos sagrados y por lo tanto su muerte violenta era un sacrilegio y una ilegalidad que iban mucho más allá del mero asesinato. Su hermano menor, Gayo Sempronio Graco, quien sería mucho más radical, heredó el capital político de Tiberio y profundizó sus reformas.

Nuevamente, no vale la pena entrar en detalles, bastará decir que Gayo fue tanto o más popular/populista como su hermano. Y cuando se recuerda la caída y muerte de Gayo Sempronio Graco las analogías y paralelismos con la situación actual de la república norteamericana son hasta sorprendentes. En una elección sospechosa, para un tercer mandato como tribuno, Gayo perdió la votación.

Plutarco afirma que sus enemigos del partido senatorial hicieron fraude. Lo cierto es que perdió. Pero, quizás confiando demasiado en el apoyo popular que tenía, comenzó a instar a ese apoyo, diciendo que el sistema estaba manipulado en su contra. Tal retórica generó violencia, al punto que poco después, Gayo murió huyendo de sus perseguidores, en el año 121 a. C.

No quisiera caer en comparaciones fáciles, en parte porque resultan evidentes, en parte porque se estira demasiado la ‘elasticidad’ de la analogía entre las dos épocas. Pero sí pienso que es importante notar que menos de 100 años después de los hechos que aquí brevemente he recordado, otro líder populista consiguió lo que los Graco no lograron y aunque también conoció una muerte violenta un 15 de marzo, la república romana ya no sobrevivió ese embate a sus valores republicanos originales.


Jorge Velarde Rosso es director académico LIBERA. @velarde_rosso

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