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Pensar como Colón

Por Luis Manuel Aguana:

 “De que las Indias, es decir el extremo Oriente, China, Japón, Malaca, Java, Sumatra, estaban del otro lado del Océano, el siglo XV no podía tener duda. La redondez de la tierra había sido comprendida ya por los griegos, quienes dos mil años antes del descubrimiento de América habían observado que los barcos que se alejan de la costa desaparecen más allá del horizonte, al tiempo que desde ellos la tierra parece irse hundiendo en el mar; y que en los eclipses de luna, la sombra de la tierra se ve redonda sobre su satélite. Luego tanto se podía ir a Oriente en la dirección de donde nace el sol como en el sentido inverso. Sólo que la distancia se estimaba, acertadamente, mucho mayor en el segundo caso, y en el supuesto de que no hubiera sino agua entre la costa más occidental de Europa y la más oriental de Asia, la aventura de atravesar en barquichuelos tan inmenso Océano se juzgaba, con razón, insensata”.

Carlos Rangel, Del buen salvaje al buen revolucionario, Monte Ávila Editores, 1982

Siempre he creído que la hazaña de Cristóbal Colón no fue descubrir un nuevo mundo. Eso fue, más bien, una consecuencia natural de su verdadera hazaña. Y esta última fue, nada más y nada menos, convencer a mucha gente de su proyecto, comenzando por los reyes de España de la época, pasando por montar en esos “barquichuelos” (de los que acertadamente escribió Carlos Rangel en su extraordinario ensayo) para que lo acompañaran en una locura que la tecnología vigente de navegación en el mar desaconsejaba completamente. Puedo añadir otra que quizás sea la más importante: demostrar que su travesía no era “insensata” y que cualquiera podía después hacerlo como él, transformando esos viajes en algo natural y corriente, algo que había sido negado por todo el mundo hasta ese momento. Desde allí se normalizaron y se desarrolló una tecnología de navegación capaz de recorrer el resto del planeta. Esa es, tal vez, la consecuencia más importante de esa locura de Cristóbal Colón, al buscar a las Indias viajando en sentido opuesto a ellas.

Cualquiera podría decir en esa época que Colón estaba loco. Y habría tenido razón si no hubiera regresado con las pruebas de haber estado en un nuevo mundo. Colón realmente no tenía manera de demostrar antes de zarpar que no se quedaría en el camino al desconocer la distancia que tendría que recorrer antes de demostrar su tesis de llegar a las Indias por otro camino. Hacía falta cierta dosis de arrojo y valentía, y ¿por qué no?, de locura en su planteamiento. Pero tuvo razón y eso le salvó la vida, reservándose un lugar en la historia del mundo.

Quería usar la historia de Cristóbal Colón,  en el mes en el que el mundo recuerda el descubrimiento de América, para reivindicar esa locura de ir en contra de lo que oficialmente “tiene sentido”. Que cuando se presiona y se llega más allá, en algunos casos se tiene razón, y se puede en consecuencia cambiar el estatus quo y el mundo que nos rodea.

En Venezuela, lugar donde por cierto llegó el Almirante en su tercer viaje, el 2 de agosto de 1498 (la fecha que tendríamos que conmemorar realmente en nuestro país) deberíamos tomar en cuenta esa “locura” de Cristóbal Colón, dejando de lado lo que oficialmente “tiene sentido” para los venezolanos. Nos hemos pasado décadas creyendo en una sola fórmula de supervivencia económica y política como país y nos entregamos a ella de tal manera que no nos importó quien manejara los hilos políticos porque creímos que nadie se atrevería a matar la gallina de los huevos de oro petrolera. Creímos que poco importaba cuán mal lo hiciera el gobierno de turno, ya que siempre estaríamos bien. Pasaron dictaduras, malos gobiernos democráticamente electos, y hasta un golpista (quien disfrutó, por cierto, como gobernante, del mayor precio del barril petrolero que jamás hubo en el mundo). Y aun así, lograron destruir el país.

Hay personas en nuestro país que algunos podrían considerar importantes, que verdaderamente creen que “tiene sentido” volver al anterior esquema político funcional en el que vivir del petróleo es la única forma en la que se puede pensar en Venezuela, de la misma manera que comerciar con las Indias por la misma vía conocida hasta ese entonces era lo único que “tenía sentido” en la época de Colón. Están convencidos de eso, pero están equivocados, como en su época demostró el Almirante. Lo que ha pasado en Venezuela requiere pensar más allá, y del modo que lo hizo Cristóbal Colón. Venezuela pasó el Rubicón, sitio desde donde no se puede volver atrás. Ya la suerte de Venezuela está echada (alea jacta est) como dijo Julio César al pasar ese icónico río.

Hay que rehacer Venezuela completamente desde los cimientos, sin siquiera pensar en los actores que destruyeron el complejo mecanismo sobre el que funcionó la república por más de 100 años. Nadie (léase bien: nadie) ha propuesto un mecanismo diferente porque simplemente están pensando en intentar reconstruir lo que los castrochavistas destruyeron, pensando volver al viejo sistema del que vivimos anteriormente. Y esos tiempos se fueron para no volver.

Recoger las piezas de un mecanismo complejo (que fue destruido por bárbaros a martillazos) para reconstruirlo luego es un ejercicio tan estúpido como inútil. Hay que preguntarse primero si vale la pena hacerlo. ¿Se han preguntado ustedes si quienes pretenden ejercer el poder después de que los criminales de lesa humanidad se hayan ido, tienen una propuesta para los venezolanos, más allá de reciclar las piezas rotas de ese mecanismo destruido? Allí es donde nosotros, la sociedad civil actuante, somos los dueños de la soberanía: debemos pensar si no es mejor proponer a los venezolanos algo nuevo para ser ejecutado por personas distintas y mejores actores, dando un salto cuántico hacia delante,  tal como lo hiciera en 1492 Cristóbal Colón. 

La gran ventaja de comenzar a construir desde cero (from scratch, como decimos en tecnología) es que deja a la imaginación cuál es el mejor sistema a aplicar, generando así un debate entre todos, sin recetas preconcebidas que cuiden otros intereses que no sean los de los venezolanos. Este mes de la Hispanidad, por lo pronto, pensemos como lo hiciera Colón, en que existe algo posible, pero que requiere de la locura de ir en contra de lo que oficialmente “tiene sentido”. Hagámoslo realidad, como el nuevo mundo que se construyó a partir del pensamiento de un rebelde que se atrevió a ir un poco más allá.


Luis Manuel Aguana es abogado y  directivo de Alianza Nacional Constituyente Originaria

1 comentario en «Pensar como Colón»

  1. Con artículos como ese pueden educar a los venezolanos que creen que los actuales partidos de la oposición van a reconstruir el país después que caiga el régimen usando las mismas políticas anteriores

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