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En Perú, Asamblea Constituyente distraerá los avances de corruptos y autoritarios

En Perú, Asamblea Constituyente distraerá los avances de corruptos y autoritarios

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En Perú los grupos de corte antisistema y extremista —no pocos de ellos han actuado por años dentro del sistema para socavarlo— han tenido como objetivo supremo “refundar” el país vía una Asamblea Constituyente.

Aquello fue su constante ilusión, lo que les quitaba el sueño. En paralelo pugnaban por llegar al gobierno central. Algunos, por supuesto, habían logrado acceder a los gobiernos subnacionales (allí, en regiones y provincias, rompieron las normas vía pillerías, montaron ensayos de microdictaduras contra los antagonistas políticos y periodísticos, y los más descuidados hasta asumieron prisión). Pero el anhelo de proyectarse políticamente hacia la capital Lima, más allá de las simples curules parlamentarias, se empollaba pacientemente.

A estas alturas del estresante proceso político peruano es obvio que la posibilidad de hacerse del timón gubernamental los eleve un peldaño más en la escalera al éxito del poder que, ahí recién, les permitiría “removerlo todo” para “refundarlo todo”.

De llegar al Ejecutivo —y complementando su base congresal y social— el afán constituyente para armar una “nueva Constitución” buscará instalarse como el conflicto mayor, superior que desplazará cualquier otro tipo de tensión que intente hacerle competencia. Así, impulsado por sus constitucionalistas ad hoc, sus analistas y su prensa oficialista, se distraerá a una población urgida por ver solución a los problemas más inmediatos: la terrible crisis sanitaria en torno a la pandemia y la crisis económica.

¿Qué más crucial hoy que esos dos problemas nacionales? ¿Acaso la redacción de una “nueva Constitución” en realidad innecesaria los solucionará discursiva y mágicamente? De ningún modo.

En los próximos días, el Jurado Nacional de Elecciones definirá formalmente quién será el presidente de Perú. Keiko Fujimori o Pedro Castillo, quien impulsa una Asamblea Constituyente. (Facebook)
En los próximos días, el Jurado Nacional de Elecciones definirá formalmente quién será el presidente de Perú. Keiko Fujimori o Pedro Castillo, quien impulsa una Asamblea Constituyente. (Facebook)

Puede haber, es cierto, algunos actos iniciales en nombre de la “justicia social”. Es el capítulo primero del manual probolivariano (Hugo Chávez hasta dictó una Ley de Igualdad de Oportunidades), pero serán más cosméticos que verdaderamente liberadores, de fondo.

El plan es en verdad antiliberal, profundamente estatista dentro de un proceso “revolucionario”. Es pues el poder hegemónico, el control de la pauta de poder, su concentración en manos de la extrema izquierda lo que los mueve y los apartará de la efectiva gobernanza.

La confrontación, los encarnizados debates previos, de concretarse después la famosa “Asamblea Constituyente”, no solo distraerá y tapará la enorme incompetencia de gestión pública, sino, sobre todo, la hipercorrupción descentralizada de la que será víctima —otra vez, pero en mayor dimensión— el contribuyente peruano.

Además lo más peligroso: el avance de un proyecto vertical y progresivo, de concentración de poder, gradualmente autoritario contra las instituciones republicanas y las libertades en general.

Como bien debe saber el lector, “a menos libertades, menor es la sostenibilidad de un gobierno exitoso”. Pobre Perú.

Political analyst and columnist focused on issues of risk and political conflict, radicalization and violent political extremism // Analista político y columnista enfocado en temas de riesgo y conflictos políticos, radicalización y extremismo político violento

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