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¿Cómo se pierde una república en la cima del poder?

¿Cómo se pierde una república en la cima del poder?

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LA GENERACIÓN de los Padres Fundadores de los Estados Unidos creó una nueva nación, no porque desearan romper con Inglaterra, sino porque el gobierno británico se empeño en imponer a las colonias decisiones inconsultas del Parlamento que violaban los derechos de los colonos y pasaban por encima de sus propias legislaturas electas. Intentaron solucionarlo dentro de las instituciones británicas, pero se vieron obligados a declarar su independencia e ir a la guerra, y contra todo pronóstico, ratificaron su independencia en los campos de batalla. Entonces debieron fundar una república partiendo de sus instituciones y tradiciones como colonias autónomas. Miraron hacia las repúblicas de la antigüedad y se inspiraron más en Roma que en Atenas.

Fue la decisión acertada porque las instituciones romanas evolucionaron para distribuir y equilibrar poderes reales con pesos y contrapesos. Lo que funcionó bien por siglos. Desde que derrocaron a Tarquino los romanos crearon el consulado electivo nombrando a dos Cónsules por un año que tendrían los poderes y funciones del monarca. Las principales instancias de gobierno de la república: senado, tribunales, magistraturas, comicios y tribus, existían ya en la monarquía, pero también agregaron algunas muy novedosas, como la dictadura temporal republicana ante las emergencias.

La República romana dio cauce civil y pacífico, la mayor parte del tiempo, a los conflictos de intereses por entre patricios, équites, plebeyos propietarios y una plebe urbana sin propiedad, y fue extendiendo el derecho al voto y el acceso a los cargos del patriciado al pueblo. Pero el clientelismo político romano sobrepasaba el marco institucional como hoy lo sobrepasan los grupos de intereses concentrados. La república entró en crisis cuando violó sus leyes y tradiciones con las reelecciones sucesivas al Consulado de Mario y la prolongada dictadura de Cornelio Sila. Tras el asesinato de Julio Cesar únicamente pudieron estabilizar las instituciones colocando a un emperador vitalicio con poderes ilimitados a la cabeza.

La Republica romana llegó a su fin, pero el derecho republicano continuó su evolución inalterada entre la república y el principado imperial, y solo hacia el imperio tardío terminaría por desarrollar legislación positivista sin relación con la tradición. La deriva final al absolutismo llegó tras la caída de Roma y fue en el imperio oriental de Bizancio. Roma logró la unidad política y cultural de su imperio por siglos integrando a sus colonias en su cultura y ciudadanía. Y el derecho romano todavía ponía límites al más poderoso de los emperadores militares del tardío imperio decadente, inimaginables para otros gobernantes de su tiempo en la mayor parte del mundo.

Pero Roma no pudo ser republica e imperio al mismo tiempo porque desconocía el principio de representación. La Republica era finalmente el gobierno de la ciudad de Roma en tanto que el imperio era el mayor poder del mundo clásico y una fuerza cultural y económica atractiva para otros pueblos y sus élites. El gran historiador judío Flavio Josefo y el gran difusor del cristianismo en el mundo antiguo, el Apóstol Pablo de Tarso, eran ambos ciudadanos romanos, como lo eran el grueso de las elites provinciales y buena parte de los propietarios, comerciantes e incluso artesanos de todo el imperio.

Mucho antes de eso, el historiador Salustio, en los tiempos de la crisis política que elevó a los emperadores, pudo entender y anticipar cómo y por qué se perdería la república. Salustio explicó que fue:

“Porque tanto la nobleza como el Pueblo hicieron servir, aquella su elevación, éste su libertad, para sus antojos, robando unos y otros y apropiándose cuanto podían. De esta suerte, todo se dividió en dos bandos, y la República, atrapada en medio de ellos, quedó despedazada”.

En la actual crisis de los Estados Unidos resuenan las advertencias de Salustia. Hoy hay una élite de seudoempresarios con privilegios garantizados por una élite privilegiada de intelectuales políticos corruptos, que desprecian profundamente las tradiciones y valores sobre los que se fundaron los Estados Unidos de América. Principios y tradiciones por los que hoy lucha un pueblo republicano. Salustia nos advierte que se perderá la republica si ese pueblo republicano es seducido por los vicios políticos y culturales de los demócratas. Ni más ni menos.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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