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¿Por qué tantos residentes huyen de California?

Why Are So Many Residents Fleeing California?, EFE

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Por EJ Antoni*

A un ritmo alarmante, California está perdiendo su mayor recurso: la gente. A pesar de sus hermosos paisajes, la abundancia de recursos naturales y uno de los mejores climas del país, las desacertadas políticas gubernamentales están hundiendo al Golden State.

Muchas de esas políticas se deben a las elecciones estatales y locales que pueden tener un impacto directo mucho mayor que las elecciones generales en la vida de la mayoría de los americanos. California es un ejemplo perfecto.

Los estados son laboratorios de democracia y la gente, en última instancia, vota con los pies. En California es evidente que ese voto es uno de desaprobación. Cada año, alrededor de 370,000 personas abandonan el estado, más de las que se mudan allí. El flujo es tan grave que por primera vez California perdió un escaño en el congreso luego del censo de 2020.

¿Por qué todos huyen? En resumen, un liderazgo equivocado ha convertido las finanzas del estado en un caso perdido.

Debido a que los cierres de California durante la pandemia fueron tan estrictos, y duraron tanto, su economía cayó en picada y después solo creció muy poco en comparación con la media nacional. El desempleo, y sus reclamaciones de desempleo consecuentes, resultaron tan anormalmente elevados que no tenía los fondos para pagar el subsidio correspondiente. 

El resultado es que el estado le debe al Fondo del Fideicomiso del Desempleo del Tesoro casi $18,000 millones que tendrán que ser financiados con el aumento de los impuestos a las empresas.

El Golden State tiene algunas de las tasas impositivas más altas de todo el país: la tasa marginal máxima del impuesto sobre la renta es de 13,3 %, mientras que la del impuesto estatal sobre las ventas es de 7,25 %, ambas son las más altas. Y es la quinta carga impositiva estatal y local de Estados Unidos.

Eso no es todo. California tambien tiene una de las tasas impositivas corporativas más elevadas que la ubica como el tercer peor clima fiscal para los negocios.  Adicionalmente, los impuestos sobre la gasolina y el diésel son los más altos del país —entre 68 y 100 céntimos por galón— respectivamente.

Mientras tanto, en los últimos dos años, 22 estados redujeron las tasas del impuesto sobre la renta individual y 13 redujeron las tasas del impuesto sobre la renta corporativa, dejando a California en el olvido.

Para empeorar los problemas de los residentes, los funcionarios electos de California llevaron al estado de forma implacable hacia una energía “verde”, poco fiable y costosa, dejando a sus habitantes con el sexto costo más alto de electricidad del país —alrededor de 80 % más alto que el promedio nacional—. Es decir, luego de pagar impuestos hasta el cansancio se enfrentan a un costo de vida más alto. No es de extrañar que la gente deje California a un ritmo récord.

Pero a donde se va la gente también es noticia. Los californianos huyen, en primer lugar, a Arizona, Colorado, Florida, Nevada, Oregón, Texas y Washington. Los estados de esta lista son bastante variados en cuanto a sus inclinaciones políticas, lo cual demuestra que los problemas de California tienen que ver más con las políticas que con los mismos partidos políticos.

Ni los demócratas ni los republicanos tienen el monopolio de las políticas ineficaces e incluso contraproducentes.

Texas, por ejemplo, un estado donde domina el control político republicano, viene ampliado de forma considerable su dependencia a la energía “verde”, poco confiable. Debido a esto, la Estrella Solitaria ha tenido apagones generalizados por fallas en la energía eólica y solar causados por una tormenta de invierno durante 2021. Los apagones también son algo habitual en California.

No solo la gente está abandonando el Golden State en masa, sino que ni siquiera logra mantener las luces encendidas para la gente que se queda. Para evitar apagones continuos, los residentes tienen que ajustar sus termostatos a 25 grados centígrados. Deben dejar de utilizar sus principales electrodomésticos y no pueden cargar los vehículos eléctricos. Irónicamente, en pocos años California prohibirá la venta de vehículos no eléctricos, así que es posible que sus habitantes no puedan conducir los únicos vehículos que pueden comprar.

Con tantas políticas públicas desastrosas a nivel estatal, no es de extrañar que el Estado Dorado decaiga a toda prisa. California se está hundiendo como el Titanic, pero al menos el Titanic tenía las luces encendidas cuando se hundió.


*EJ es investigador asociado de Economía Regional en el Centro de Análisis de Datos de The Heritage Foundation.

Este artículo forma parte de un acuerdo entre El American y The Heritage Foundation.

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