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La confusa postura de Biden frente a una defensa militar a Taiwán

Taiwán, El American

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El presidente Joe Biden afirmó en Japón que Washington defenderá militarmente a Taiwán si es invadida y advirtió que Pekín “coquetea con el peligro“. El comentario americano difiere de la tradicional “ambigüedad estratégica”. Biden reiteró estar de acuerdo con el objetivo de una sola China, pero la idea de que Taiwán sea tomada por la fuerza no es aceptable.

La Casa Blanca aclaró luego que la declaración presidencial significa proporcionar equipo militar, no enviar tropas a combatir. Antes se había especificado que la política regional no ha cambiado en absoluto. Un zigzagueo peligroso que genera serias dudas.

Las declaraciones enfurecieron a Pekín, que está preocupada por el creciente apoyo a Taipéi. El portavoz de Exteriores, Wang Wenbin, dijo que Washington debe abstenerse de enviar un mensaje equivocado, para no dañar las relaciones bilaterales. “En las cuestiones que afectan a nuestros intereses fundamentales, incluyendo soberanía e integridad territorial, no hay lugar para el compromiso o la concesión”, afirmó Wang. 

En sentido contrario, Taiwán agradeció las declaraciones, afirmando que demuestran que la garantía americana es “sólida como una roca”. Prometió mejorar su capacidad de autodefensa y la cooperación con aliados, protegiendo así la seguridad del estrecho marítimo que separa ambos países.

China provoca constantemente, invadiendo el espacio aéreo taiwanés con sus ejercicios militares. El ejército de Taipei se ejercita de modo permanente para un ataque rojo. 

La política de “ambigüedad estratégica” pretende controlar el riesgo de un conflicto directo. El presidente enlazó la guerra en Ucrania. Afirmó que levantar las sanciones a Rusia enviaría una señal errada sobre el costo de intentar ocupar Taiwán por la fuerza. Desde que asumió el cargo, Biden ha utilizado un lenguaje duro que parece alterar la política vigente. El año pasado, hubo que suavizar comentarios en cuatro ocasiones, incluida su definición de la isla como nación independiente. Es la línea roja que preocupa a la dictadura continental

Un éxito bajo amenaza

Taiwán es la historia de un éxito: un país próspero, eficaz y democrático. La isla, de 36,000 km² —similar al estado de Maryland— se encuentra frente a la costa china, separada por un estrecho marítimo. Su población suma 24 millones de personas.  

Hasta 1971, cuando Pekín ocupó su lugar en la ONU, Taiwán definía su identidad como “la verdadera China”.  

Esta realidad giró 180 grados cuando Washington reconoció a Pekín, colocando a Taipéi en una situación delicada. De todos modos, el mundo apoyó la realidad de un Taiwán soberano “de facto”, cuyas relaciones diplomáticas funcionan en forma práctica. Es un estado no reconocido formalmente, pero protegido por Estados Unidos. La isla es actualmente una democracia sólida.

En paralelo vivió un desarrollo espectacular, basado en las exportaciones, una economía abierta y la fuerte apuesta por la tecnología. Su renta per cápita superó los 27,000 dólares, aunque las diferencias sociales aumentaron durante el mandato de la actual presidente. A través de una política previsora y una apuesta productiva exitosa es, junto a Corea y Japón, el gran productor mundial de microchips, imprescindibles para el desarrollo de la economía digital.

China, por su parte, jamás ha renunciado al objetivo de anexar Taiwán. De modo más agresivo bajo el autócrata Xi Jinping. Tal reivindicación se ubica en el contexto de la pugna por la hegemonía que libran Washington y Pekín, para ser la primera potencia mundial. El choque geográficamente se centra en el dominio de los mares regionales. Esa situación convirtió al estrecho marítimo en un peligroso foco de tensión.

El discurso desafiante de Pekín ha llevado a Washington a desplegar su marina de guerra. Se ha creado un “cinturón de seguridad” en el Indo-Pacífico, para contener el expansionismo chino. Y se han afirmado las alianzas con Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda. Si en algún lugar puede empezar una guerra entre ambas potencias, es justamente allí. 

Si se logra evitar la confrontación, viene un futuro prometedor. Una clave reside en la producción de bienes con alto valor agregado. El crecimiento de la industria de chips y ordenadores ha sido asombroso. Las empresas locales, asociadas con occidentales, cooperan e intercambian información. Y esta interacción, sumada a la competencia local, favoreció un amplio desarrollo.  

Taiwán se ha convertido en una pieza clave en la competencia tecnológica. Cualquier objeto cotidiano (celulares, computadoras, autos, trenes, aviones, satélites) se basa en billones de microchips, cuya tecnología requiere enormes inversiones. 

La presidente Tsai-Ing-wen es una firme defensora de la soberanía taiwanesa. Y la ciudadanía apoya cada vez más la plena independencia. Este hecho augura tiempos de libertad y desarrollo. A menos que la ambición china de Xi provoque una guerra.

Eduardo Zalovich, Uruguayan-Israeli, is a history professor and journalist. He has written for several media, such as La Vanguardia, El Confidencial, Vozpopuli, Búsqueda and Correo de los Viernes. Zalovich analyzes, from the Middle East, the reality of the region and international politics. // Eduardo Zalovich, uruguayo-israelí, es profesor de Historia y periodista. Ha escrito para varios medios, como La Vanguardia, El Confidencial, Vozpopuli, Búsqueda y Correo de los Viernes. Analiza, desde el Medio Oriente, la realidad de la zona y la política internacional.

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