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Alabar a un negro por ser negro, es igual de racista que insultarlo

política, Identidad, supremacía, negra

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La deformación ideológica que viven nuestras sociedades producto de las nuevas posturas progresistas de segregación ha producido un nuevo tipo de racismo en nuestras sociedades, ese supuestamente basado en las “buenas intenciones”, lo mismo que se conoce bajo el término de “discriminación positiva”.

Desde hace unos meses a raíz de las masivas manifestaciones de Black Lives Matter este fenómeno ha ido radicalizándose, pero no es algo nuevo, el trato diferenciado a las llamadas “minorías” en los Estados Unidos lleva años ocurriendo, pero lejos de evitar la discriminación de cierta parte de la sociedad, lo que consigue es etiquetarlos de minusválidos sociales para conseguir “beneficios”.

Hace un par de días en la Agence France—Press, cubrieron la noticia de que Joe Biden había nombrado al general retirado del Ejército, Lloyd Austin, como secretario de Defensa, pero el titular era reflejado en su tweet con una característica connotación racial, decía: “Biden nombra al general negro Lloyd Austin como jefe del Pentágono”; ante la avalancha de críticas que recibió la publicación se vieron obligados a borrarla para volver a publicar, esta vez sin la etiqueta de “negro”; y no, la gente de AFP no lo decía por discriminarlo, lo hacía para según ellos, exaltar la política inclusiva de Biden hacia la comunidad afroamericana. Pero no fueron solo ellos, en otras agencias como es el caso de EFE, también se vio este tipo señalamientos, como si su elección dependiera del color de su piel, y no de los méritos, la experiencia, y la preparación que el señor Austin seguramente ha tenido durante toda su vida.

Este asunto en el cual antes que los méritos de la personas se empiezan a repartir sus caracteres raciales, procedencia o incluso preferencias sexuales, ha ido evolucionando al punto en el que ahora pareciera lo de menos los estudios o logros de los individuos, importa es su signo de segregación, que puedan ponerle la etiqueta minusválida para el beneficio social. Así por ejemplo, Kamala Harris pasó de ser la candidata de orígenes indioamericanos en los anteriores concursos electorales, para convertirse en la actual contienda presidencial en la “primera candidata afroamericana a la vicepresidencia”, pues hoy la etiqueta de negro vende más, el mundo progresista considera que tiene más poder que el de “indioamericano”.

Es por todas estas razones que hoy nos topamos en la mayoría de prensa occidental con publicaciones que hablan sobre el “afroamericano tal”, o el “pansexual—homosexual—transexual, tal”, antes de encontrar referencias basadas en el mérito del individuo en cuestión sobre el que se está escribiendo o que nos intentan introducir.

En ese sentido, el sesgo progresista ha ido arruinando el sistema de incentivos que necesita toda sociedad para evolucionar, otorgando escalas, puestos educativos y de trabajo, no según méritos, sino a una repartición infame de etiquetas. Por ejemplo, una escuela distrital de Washington determinó que los estudiantes asiáticos ya no podían ser calificados como “estudiantes de color”, por ende, ya no podían considerarse como minorías; la razón de esto es que porcentualmente los asiáticos tienen mejores calificaciones y desempeño que los afroamericanos o los latinos entre otros “grupos minoritarios”, por tanto ya no son merecedores de la etiqueta de oprimido que los progresistas van repartiendo para manejar beneficios.

Este tipo de conductas, señalamientos en la prensa y políticas gubernamentales, no solo son nocivas para el desarrollo de una sociedad, además de ello son terriblemente discriminantes para las personas en cuestión. Alabar a un negro por el simple hecho de ser negro, darle un trabajo o una posición privilegiada, por el simple hecho de su color de piel, es tremendamente racista, es decirle indirectamente que los incentivos preferenciales que recibe se deben a su condición inferior; y yo no soy negro, pero tengo bien claro que no son en lo absoluto inferiores a los blancos, latinos o asiáticos, y que de hecho la gran mayoría de ellos tienen cualidades físicas muy por encima de las personas de otras razas, ¿entonces por qué habría que clasificarlos con la etiqueta de oprimidos?

Si la gente cree en la igualdad de condiciones para todos, debemos acabar inmediatamente con este sistema atroz de segregación en razas y preferencias sexuales, un homosexual no es menos que un heterosexual, así como un negro no es menos inteligente que un blanco, en ese sentido, no hay razón para brindarles “privilegios” de ningún tipo. Los hombres y mujeres de bien, son hombres y mujeres de bien sin importar su raza, su religión, sus creencias o sus preferencias sexuales; así como los hombres y mujeres con comportamientos delincuenciales y sin valores no dejan de ser malas personas por el simple hecho de ser homosexual o de alguna categoría “minoritaria-protegida”.

El mundo no puede seguir en esta constante deriva de estupidez, todos debemos tener el derecho de señalar a una persona que se comporta mal sin importar si es negro o blanco, no hay por qué cohibirse de señalar a un individuo que rompe las reglas por ser de una “población discriminada”, o dicho sin eufemismos, que no es blanco; de la misma forma que debemos todos reconocer el talento y las buenas intenciones sin importar condicionamientos externos a la labor que se desempeña.

Michael Jordan, Barack Obama, Ray Charles, Morgan Freeman, Oprah Winfrey no lograron lo que lograron por el hecho de ser negros, lo consiguieron por destacarse en sus distintas profesiones y ser líderes, incluso modelos a seguir en sus determinadas áreas de desempeño. 

De seguir con la deriva totalitaria y estúpida de igualar a los hombres por la fuerza, vamos a terminar por destruir nuestra propia civilización. Hoy en las empresas del Nasdaq Global Select Market se espera que nombren al menos 2 directores “diversos” en el plazo de 4 años. La pregunta es, ¿a dónde va a parar todo esto? ¿Van a decir también que en la NBA se debe equiparar el número de blancos, negros, latinos y asiáticos para ajusticiar la liga? ¿Se debería castigar a la liga de baloncesto profesional por tener más del 70 % de sus jugadores de raza negra? ¿O sencillamente podemos disfrutar del deporte admitiendo y celebrando la supremacía de los negros en esta instancia?

Los negros no necesitan una etiqueta de víctima, ni tampoco del apalancamiento progresista para cumplir sus metas de vida, tampoco lo necesitan los asiáticos, ni los latinos; lo que necesitan todos los seres humanos y es fundamental es respeto e igualdad ante la ley. El día en que las etiquetas raciales, sexuales y religiosas dejen de primar, entonces habremos avanzado algo.

¡No sea usted racista, no imponga criterios favorables o desfavorables por el color de piel de las personas! La discriminación positiva no deja de ser discriminante.

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

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