fbpx
Saltar al contenido

Prey (2022): Hollywood convierte Predator en propaganda feminista

prey predator

Read in English

[Read in English]

EL PASADO VIERNES Disney+, Hulu y Star+ estrenaron Prey, la última película de la franquicia Predator, que funciona a modo de precuela de las anteriores. Ambientada en 1719 en las Grandes Llanuras, un Predator tendrá que enfrentarse a Naru, una joven chica comanche que sueña con ser cazadora.

Desde que conocimos la premisa de Prey, y tratándose de Hollywood, era de suponer que sería un nuevo vehículo de propaganda feminista con una mujer empoderada omnipotente como protagonista. Después, cuando empezaron a salir las primeras críticas pagadas alabándola y llamándola “obra maestra”, nuestro detector de wokeismo empezó a pitar a lo loco. No nos equivocamos.

Con tan sólo 10 minutos de visionado, se confirman todas las sospechas y, además, ya sabemos exactamente todo lo que va a pasar en la película y cómo va a pasar. Si algo tiene la narrativa woke es que es muy previsible. En este caso “prey-visible”. En cualquier caso, advertimos de que esta reseña contiene spoilers.

Prey: Predator vs. Feminismo. Gana el feminismo

La película empieza mostrándonos la vida de la joven Naru en su tribu comanche. Naru es una excelente enfermera que conoce todas las hierbas medicinales habidas y por haber, pero sueña con ser una cazadora como su hermano, sin duda el mejor cazador de la tribu.

prey amber midthunder

Amber Midthunder interpreta a Naru en Prey (EFE/EPA de Caroline Brehman)

En los ratos libres entre sus tareas de mujer que tanto detesta, se dedica a dar paseos por el bosque con su perro para practicar con su hacha. Todavía no ha sido capaz de cazar ni un ciervo, pero cuando ve entre las nubes la nave espacial de Predator entrando en la atmósfera, está convencida de que este “pájaro del trueno” en los cielos es una señal de que ha llegado su momento de demostrar que es la mejor cazadora del universo.

Cuando advierte de lo que está por venir, los hombres de la tribu no la creen, por supuesto —las mujeres sí, porque tienen una sabiduría innata, pero no se atrevieron a apoyarla—. Incluso se burlan de ella diciéndole que se vaya a cocinar. No descartamos que llevados por el fervor feminista, originalmente el guion dijera que la mandaron a “preparar sándwiches”, pero que algún asesor matizara que ese era un plato y una palabra desconocida para los comanches.

A regañadientes, la partida de caza de su hermano admite que Naru los acompañe a cazar un puma que está atacando a los cazadores de la tribu. Agradecida, lo que hace es darles lecciones de cómo han de ser más inteligentes cazando, y elabora un plan muy superior al que ellos, experimentados cazadores, tenían pensado para matar al puma.

Aunque su plan era infalible, por supuesto, un fogonazo de luz de Predator —que los está observando— la desconcentra cuando está a punto de matar al puma, y la hace caer y quedar inconsciente tras el golpe.

Naru despierta en casa, ya que su hermano la ha llevado de vuelta y se ha marchado a dar caza al puma. Cuando su hermano regresa con la cabeza del puma en una mano y su cuerpo al hombro, la tribu lo vitorea y le dan el reconocimiento de mejor cazador. Ellos no saben que en verdad Naru ha herido de muerte al puma antes de caer inconsciente, y que su hermano sólo se ha apuntado el tanto.

Se supone que los espectadores tampoco tenemos que saberlo, pero si conoces los caminos del wokeismo, sabes a ciencia cierta que su hermano se lo confesará más adelante para insuflar en ella la confianza que nunca le han dado por ser mujer.

Efectivamente, así sucede, pero antes le pasan muchas más cosas a Naru. Tiene claro que su pueblo es muy machista y heteropatriarcal, por lo que decide escaparse e ir ella sola con su perro y un hacha atada con una cuerda a cazar a Predator.

En su búsqueda, descubre un bisonte desollado y de repente es atacada por un oso grizzly —hecho con un CGI muy malo, dicho sea de paso. A punto de morir devorada, es testigo de cómo Predator mata al oso. Huyendo ahora del depredador alienígena, se encuentra con gente de su tribu que ha salido a buscarla, a los que Predator va matando uno a uno con facilidad.

Naru continúa huyendo y es atrapada por un cepo de metal que la deja como presa fácil de Predator. Por suerte, el código de valores de los predators les impide aprovecharse de una víctima indefensa que no hayan atrapado ellos mismos, y se va dejándola con quizás la mayor amenaza de la película: el hombre blanco.

Resulta que los cepos los estaban poniendo unos malvados y caricaturescos franceses, y ahora que tanto Naru como su hermano han sido apresados por ellos, descubren que también son los responsables de la matanza del bisonte. Esta es la forma que tiene la película de perpetuar el mito de la extinción del bisonte a manos del hombre blanco, porque Prey no sólo tenía que ser feminista, sino que también era una oportunidad que no se podía desaprovechar para colar agenda ambientalista.

Durante su estancia con los malignos franceses blancos, Naru tiene varias epifanías. Por un lado se percata de que tanto su propia tribu como los franceses no la ven como una amenaza por ser mujer. Atando cabos, se da cuenta de que Predator también es machista hasta la médula, y por supuesto eso será su perdición.

Como es muy inteligente, también se da cuenta de cómo funciona la avanzada tecnología de visión térmica de los alienígenas, así como del funcionamiento del guiado láser de su casco. Al fin y al cabo, esta tecnología de guiado láser no es muy diferente a la idea que ella tuvo previamente de atar una cuerdita a su hacha de cortar verduras, ¿no?.

Después, Predator empieza a matar a decenas de franceses con absoluta comodidad. Al hermano de Naru le cuesta un poco más matarlo, porque ahora es un hombre deconstruido que confía en su hermana. Pero aún así, se sacrifica y muere para que ella pueda seguir teniendo opciones. El perrito también se sacrifica heroicamente pero no muere, porque… ¿Cómo vas a matar a un pobre perrito?

Finalmente, Naru no sólo consigue aguantar la pelea cuerpo a cuerpo contra Predator más tiempo del que aguantaron un coyote, un oso grizzly y decenas de hombres armados, sino que además termina derrotándolo usando su propia tecnología en su contra, gracias al poder del feminismo.

De regreso a su poblado, convence a su tribu de que tienen que huir debido a la nueva amenaza, pero no deja claro si se refiere a los depredadores gigantes extraterrestres, o a los malvados hombres blancos que vienen a destruir su ecosistema y su apacible sociedad de buenos salvajes.

Gracias al estreno de Prey hemos podido aprender que con los predators sólo rivalizan los xenomorfos de Alien, una de las criaturas más letales del universo; el Arnold Schwarzenegger de los ochenta, cuando estaba en su pico de musculación y era insuperable; y ahora también una chica adolescente nativa americana proto-feminista empoderada armada con una hachuela de cortar verduras atada con un cordel.

Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.

Social Networks: @ignaciomgm

Deja una respuesta

Total
0
Share