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El progresismo detesta la economía, por eso manipula la cultura y aplasta la disidencia

El progresismo detesta la economía, por eso manipula la cultura y aplasta la disidencia . El American

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Las matemáticas son racistas. Dos más dos es siete. Sí. Dos más dos es siete. El aire acondicionado es micromachismo. Los hombres pueden menstruar. Dos más dos también puede ser nueve, para el progresismo todo es relativo. El género es una construcción social. Los blancos son terroristas domésticos opresores. No existe un criterio consensuado para asignar el sexo de una persona al nacer. Jesucristo fue homosexual. Dos más dos puede dar cualquier resultado menos cuatro, el cuatro es supremacista blanco.

Nada es lo que parece, el mundo se rige bajo los designios de turno del mundo corporativo woke y su conglomerado de medios. Cuando Chesterton determinó que “llegará el día en que será preciso desenvainar una espada para afirmar que el pasto es verde”, estoy seguro que lo maquinó como una exageración hipérbole, no como una profecía que iría a cumplirse al pie de la letra.

Incluso en el aterrador futuro distópico que imaginó el escritor británico seguramente no veía a personas con presencia en los medios de comunicación más importantes del mundo diciendo cosas como que las matemáticas son racistas o que es imposible determinar el sexo de una persona al nacer, mucho menos pudo haber vaticinado que por su color de piel encajaba perfectamente con el perfil de terrorista doméstico; el mundo cambió y no nos dimos cuenta, o querremos decir, lo cambiaron y no quisimos luchar, hasta ahora vamos reaccionando tras un largo letargo.

De un momento a otro la trituradora de pensamiento progresista se apoderó del mainstream media, la industria editorial, de Hollywood, de las universidades, de los grandes campos de influencia, y su narrativa descabellada empezó a difundirse de manera genérica y orgánica por las calles de Occidente.

Una afirmación tan estúpida como el aseverar que los hombres menstrúan o que la música clásica es cómplice del supremacismo blanco haría expulsar de cualquier institución académica medianamente seria a su autor intelectual, pero contrario al sentido común que desgobierna el planeta hoy, dichas sentencias ya no solo no ocasionan preocupación sobre la lucidez de quien emite tales declaraciones, sino que le otorga premios académicos, espacios televisivos y oportunidades laborales en un mundo que ha perdido la comprensión absoluta sobre la realidad y la ficción.

Hoy los modelos a seguir para los niños son cantantes que graban videos donde su misión es seducir al diablo para luego ser follados en el infierno, y sin vergüenza alguna declaran que los pequeños de la casa son su público objetivo, porque claramente allí es donde apunta la trituradora de pensamiento progresista: a los que aún no tienen y no pueden formar su propio juicio de valor, los que pueden ser vulnerados y contaminados, los que en el futuro podrán convertirse en los ciervos que alabarán las doctrinas irreales que decrete el progresismo moderno.

Lil Nas X
Lil Nas X seduciendo al diablo en su video musical (Archivo)
El relativismo como arma política del progresismo

La desnaturalización del ser humano empezó con el relativismo, por eso te dicen que el género es una construcción social, porque usted bien puede ser una jirafa, una oveja, o también una cucaracha, todo dependiendo de lo que la autoridad divina determine para usted, y siendo que usted está confundido, descolocado y perdió por completo el sentido de identidad, ¿por qué habría usted de revelarse ante el poder? ¿Por qué se resistiría a ser pisoteado como una cucaracha si tácitamente usted podría ser también un insecto o incluso una bacteria?

El progresismo ya no habla de economía ni de hechos porque no les interesa, para ellos es beneficioso que el debate político cruce la frontera económica y se instale en la cultura, pues allí pueden manipular las mentes con sus relatos victimistas y arrastrar masas, allí no necesitan argumentos ni estadísticas, solo ídolos idiotas y manipulables que repitan las sentencias de sus patrones y que pongan a las focas a aplaudir al son de la música woke.

Nada es casual en los designios del iluminado mundo progresista, lo que a diario pueden parecernos disparates descabellados lleva consigo una agenda bien implementada para triturar el sentido común y convertir a los seres humanos en un rebaño tonto, débil, confundido, esperando las directrices del partido para saltar como ranas, berrear como ovejas o graznar como patos.

El progresismo odia al individuo porque necesitan masas que puedan amoldar a los golpes con su gran martillo ideológico, odia la libertad económica porque destruye su relato colectivista según el cual los seres humanos se perderían sin la regulación del burócrata de turno, y lo que es más evidente, lo odian a usted por resistirse a su mundo pérfido y corrompido, lleno de colores, muchos géneros, y “aceptación” en la superficie, pero completamente tóxico, opresivo y apocalíptico en el fondo.

La pregunta que debemos hacernos es, ¿qué estoy haciendo yo para evitar que llenen mi mundo de aberraciones irreales, profanaciones, doctrinas colectivistas y mandatos autoritarios? ¿Hasta cuándo vamos a seguir de rodillas aceptando las consignas que emanen desde el mundo woke?

Eduquemos a nuestros hijos, levantemos la voz, no permitamos que desnaturalicen la realidad ni roben nuestras identidades, hagamos respetar nuestras libertades individuales; no se trata de una lucha ideológica, tampoco de batallas políticas por el poder, se trata de sentido común, se trata de no permitir que llegue el día en que tengamos que pedir permiso para disentir o tan solo para respirar.

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

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