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El progresismo, en guerra contra la masculinidad

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La batalla cultural es fundamental para la izquierda, y por eso últimamente anda muy preocupada por el reciente auge de todo tipo de pensadores, creadores e influencers que reivindican el concepto de masculinidad.

Jordan Peterson —desde la academia— y Andrew Tate —desde los gimnasios y redes sociales— son quizás los dos ejemplos perfectos para demostrar lo mucho que abarca esta reacción masculina a la insistente ideología de género marxista de los últimos años.

La izquierda es conocedora del peligro que supone para su objetivos el hecho de que se refuerce el concepto clásico de masculinidad, en contra del nuevo hombre —deconstruido— marxista. Es por ello que, en la batalla cultural, se están esforzando enormemente para destruir a personajes como Jordan Peterson y Andrew Tate.

Al primero lo han tratado de ridiculizar en cómics y películas —el nuevo Cráneo Rojo de Marvel y el villano de la película Don’t Worry Darling dicen estar inspirados en él—, y también han tratado de ir contra él con todo tipo de artimañas legales, como amenazar con retirarle su licencia profesional.

De Andrew Tate sabemos que recientemente fue detenido de forma sospechosamente diligente en Rumanía, y este febrero se estrenará la película Manodrome, protagonizada por Jesse Eisenberg quien, según la sinopsis oficial, dará vida a “un taxista de Uber y aspirante a culturista que es abducido por una secta libertaria de masculinidad que pierde el contacto con la realidad cuando se despiertan sus deseos reprimidos”.

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Parece evidente que estamos ante un ataque coordinado por parte de la izquierda ante la amenaza que supone para ellos este movimiento de rebelión contra los estragos sociales que han causado sus políticas de género.

Es por esto que, aunque pueda parecer trivial, es tan importante dar la batalla en defensa de la masculinidad. Para la izquierda no es trivial, sino fundamental, y por eso se esfuerzan tanto en que la palabra “masculinidad” vaya irremediablemente acompañada del adjetivo “tóxica”, o en llamar “ultraderechista” o “supremacista blanco” al movimiento fitness.

Hay que recordar que para Marx y Engels, el origen de la desigualdad es la división sexual del trabajo, que a su vez es fruto de la división biológica entre el hombre y la mujer, como expresaron en su no tan conocido libro de 1845, La ideología alemana.

Eliminando la diferencia sexual biológica entre hombres y mujeres, se eliminaría la raíz de la desigualdad y el capitalismo. Bajo este prisma se puede entender perfectamente el empeño de la izquierda por diluir la diferencia entre hombres y mujeres, no solo en el campo cultural y de los roles de género, sino incluso de forma quirúrgica.

Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.

Social Networks: @ignaciomgm

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