fbpx
Saltar al contenido

¿Qué significa ser conservador en el siglo XXI?

Conservador, El American

El lenguaje político de los Estados Unidos es difícil de “traducir”, de una parte porque la misma palabra —sea que la digamos en inglés o en español en el contexto americano— significará algo diferente de lo que significaría en otros países. “Liberal” en los Estados Unidos solía significar lo que en el resto del mundo se denominaría “progresista”, término que en Estados Unidos es sinónimo de liberal, mientras que en la mayor parte del mundo define aproximadamente a quienes en los Estados Unidos serían “conservadores” o “libertarios”.

Un liberal británico o hispanoamericano sería generalmente alguien que está, de una u otra forma, aproximadamente a mitad de camino entre un conservador y un libertario americano. En Hispanoamérica un conservador solía ser un tradicionalista muy diferente del conservador británico o americano. Y un conservador de  Europa continental diferirá mucho de lo que en la tradición intelectual y política británica y americana se comprende por tal. Hoy en día, liberal se puede todavía denominar en el Reino Unido, buena parte de Europa e Hispanoamérica, al liberal clásico que en Estados Unidos denominaríamos conservador-libertario, 

Y claro, también hay especificidades del lenguaje político americano que definen categorías propias de su realidad y tradición política, que resultan imposibles de “traducir” y deben ser explicadas. Igual que explicamos a los americanos categorías políticas específicas de otros países, sin equivalencia. 

Suelo decir que las categorías de la caricatura política de los Estados Unidos son más precisas y descriptivas que las de la academia porque un RINO suele ser representado en la caricatura política americana como un rinoceronte, no solo porque RINO y rhino suenan igual, sino porque el rhino que es RINO,  pretende ser un elefante sin serlo, aunque lo podría parecer. 

Liberal en los Estados Unidos hoy define a quien en el resto del mundo denominaríamos —y se autodenominaría él mismo— socialista. Socialista democrático en los Estados Unidos no define a quien en Europa o Hispanoamérica se denominaría socialdemócrata, sino al marxista revolucionario, comunista o ultraizquierdista. Y woke es en Estados Unidos lo que en otras partes se denominaría neomarxista, marxista cultural o izquierdista caviar.

Sin embargo, un conservador en sentido americano es alguien más o menos equivalente a un conservador británico y mutatis mutandi, a buena parte de quienes hoy en Hispanoamérica y Europa se definen como conservadores.

Los mal llamados conservadores en Hispanoamérica solían ser meros tradicionalistas, y todavía hay de esos, pero actualmente la mayoría de los conservadores hispanoamericanos lo son en el sentido americano o británico, distinto y distante de los tradicionalismos. Lo que es bueno. Como bueno sería que los socialistas americanos dejaran de autodenominarse “liberales” y admitieran lo que realmente son: socialistas.

Y no me quejaría de que en lugar de ello, el término “woke” suplantase al término “liberal” en el lenguaje político de los Estados Unidos porque quizás así se podría denominar en los Estados Unidos a quienes en el resto del mundo se denomina liberales, en lugar de tener significados opuestos la palabra liberal en los Estados Unidos y la mayor parte del resto del mundo.

¿Qué es entonces un conservador en ese sentido británico y americano que parece estarse extendiendo a otras partes del mundo? pues una respuesta completa y detallada no cabe en una columna, a quien la quiera le recomiendo el libro Conservadores del notable filósofo conservador británico —lamentablemente fallecido hace poco— Sir Roger Vernon Scruton, un libro extraordinario del que me limitaré aquí a destacar un par de pinceladas claves.

Scruton explica que el pensamiento conservador surge con y de la modernidad, no contra la modernidad pues eso sería tradicionalismo arcaico, sino contra los excesos del racionalismo ingenuo propio de pensamiento racionalista francés que cree que todo el orden social puede ser completamente planeado desde cero, como un esfuerzo ideal de perfección que una vez pensado por una élite iluminada de autoproclamados redentores de la humanidad, ha de ser impuesto por cualesquiera medios, destruyendo la realidad tradicional surgida de un orden espontáneo evolutivo, rico, complejo y cambiante, lleno de matices y sustentado en usos y costumbres institucionalizados por la selección adaptativa de la civilización misma. 

El pensamiento conservador no rechaza la modernidad, sino al constructivismo racionalista que únicamente logró que del sueño de la razón moderna nacieran los monstruos del genocidio y el totalitarismo. El pensamiento conservador es evolucionista, reformista y entiende el orden social civilizado como algo que se construye dinámicamente, generación a generación, de abajo hacia arriba, por individuos, familias, comunidades, etc. 

Ve la riqueza de la diversidad y el valor de unas tradiciones vivas que siguen evolucionando. A diferencia del tradicionalismo que ve al orden social como inalterable y cada alteración como una pérdida irreparable, el pensamiento conservador abraza de la modernidad los derechos que en la mejor tradición civilizada, esa modernidad occidental llegó a reclamar y ejercer. Lo que rechaza son los experimentos revolucionarios de “borrón y cuenta nueva” que de la Revolución Francesa en adelante únicamente han concluido en baños de sangre y orgías de destrucción. 

Es ciertamente reaccionario el pensamiento conservador, porque reaccionó contra la bestia totalitaria naciente que logró identificar en el racionalismo revolucionario, algo que inevitablemente coloca conservadores (en el sentido británico y americano) y liberales (en el sentido hispanoamericano y europeo) en la misma trinchera haciendo frente a socialistas en sentido amplio, comunistas y tontos útiles del totalitarismo socialista. 

Defender el orden social como orden espontáneo evolutivo y vivo, a la civilización como el acervo común de los ya fallecidos, los vivos y los todavía no nacidos, como el orden espontáneo que conecta al pasado con el futuro mediante las acciones del presente, y por ello como un afortunado producto de la acción pero no de la voluntad humana, para en nombre de esa civilización enfrentar a la bestia totalitaria que nace de la fatal arrogancia intelectual del racionalismo constructivista es lo que significó ayer y sigue  significando hoy ser conservador.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

Deja una respuesta

Total
0
Share