fbpx
Saltar al contenido

Recordando los crímenes del socialismo contra millones de mujeres

Read in English

[Read in English]

El capitán del Ejército Rojo, Alexander Solzhenitsin, arrestado en Prusia en febrero de 1945 por hacer un comentario negativo sobre Stalin en una carta a un amigo, escribiría secretamente su conocido libro Archipiélago Gulag y su poco conocido poemario Noches Prusianas, en los campos de concentración soviéticos a los que fue condenado. Del último citaré:

 “La pequeña hija está en el colchón,
Muerta. ¿Cuántos han estado en ella?
Un pelotón, compañía, ¿tal vez?
Una niña ha sido convertida en mujer,
una mujer se convirtió en cadáver”.

Alexander Solzhenitsin

Solzhenitsin, que en Archipiélago Gulag se avergüenza de no haberse atrevido a defender a un prisionero ruso vlasovista de la barbarie de un sargento de la policía política en el frente, en Noches Prusianas llora el horror de las violaciones cometidas en la Alemania ocupada por un ejército soviético cuya victoria sobre el nacionalsocialismo alemán le enorgullecía.

Hoy vemos una guerra en suelo europeo porque Putin y su partido representan lo peor de un falso nacionalismo  en que, pese a no ser comunistas, amalgaman falazmente a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con Rusia para reclamar como historia “rusa” victorias de un genocida poder soviético, cuyos masivos crímenes empezaron por el exterminio de categorías enteras del pueblo ruso y otras nacionalidades del caído imperio zarista, se extendieron luego por Europa Oriental y Central y llegaron finalmente a cada rincón del mundo al que se extendió su influencia. Y para que la realidad histórica no desenmascare al mito en la Rusia de Putin, la ley amenaza a quién denigre el papel de “Rusia” en la II Guerra Mundial con cinco años de prisión.

Como esta semana se celebró en gran parte del mundo el día internacional de la mujer, fecha en que ha sido común ver en eventos monopolizados por la izquierda neomarxista woke, banderas rojas de la hoz y el martillo junto a banderas feministas, se impone recordar algunos de los muchos crímenes que bajo esas banderas rojas se cometieron contra millones de mujeres reales.

Activistas del partido comunista ruso sostienen la bandera roja de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con la hoz y el martillo y fotografías de los fundadores Vladimir Ulyanov (Lenin) y Joseph Stalin durante un mitin en la Plaza Roja de Moscú, Rusia, el 4 de diciembre de 2021

En su libro, The Fall of Berlin 1945, Sir Anthony Beevor, historiador militar inglés y miembro de la Royal Society of Literature, explica que al entrar en Alemania en 1945 las tropas de Stalin violaron un número incontable de mujeres mientras avanzaban hacia la capital. Pero cuando cayó Berlín el 2 de mayo de 1945, empezó su “temporada abierta” para violar a cualquier mujer, independientemente de su edad o lo que hizo durante la guerra.

Los soviéticos, señala Beevor, “violaron a todas las mujeres alemanas de ocho a ochenta años (…) fue el mayor fenómeno de violación masiva en la historia”. En una clínica de maternidad y orfanato a cargo de monjas en Haus Dahlem violaron a monjas, jóvenes, ancianas, embarazadas y madres que acababan de dar a luz. Violaron incluso a mujeres judías que habían sobrevivido al holocausto, y a trabajadoras forzadas de Europa oriental (incluyendo rusas) que habían sido esclavizadas por el nacionalsocialismo alemán.

Beevor asegura que entre abril y mayo de 1945 las víctimas de violación estimadas por los hospitales de Berlín oscilaron entre 95 mil y 130 mil. Alrededor de 10 mil berlinesas se suicidaron. Cómo explica en su libro The Struggle for Europa el historiador William Hicthcok un millón 400 mil mujeres fueron violadas en Prusia Oriental, Pomerania y Silesia y muchas fueron víctimas de repetidas violaciones, algunas entre 60 y 70 veces por grupos de dos o más soldados a la vez.

Por orden de sus comisarios políticos los soldados soviéticos ignoraron la orden 006 de enero de 1945, en la que el Mariscal Rokossovky les instaba a limitar el odio contra el enemigo al campo de batalla. Ignoraron también las que meses después dictaron los Mariscales Konev y Zhukov, amenazando con castigos a saqueadores y violadores. Sus saqueos y violaciones no cesaron hasta 1948.  

Aunque cada cual lo haga por sus propios motivos, coinciden en nuestros confusos tiempos un autoritario nacionalista como Putin y un totalitario neo-comunista chino como Xi Jinping con los neo marxistas woke de occidente, en mirar a otro lado ante ese y otros muchos crímenes del socialismo real del siglo XX.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

Deja una respuesta

Total
0
Share