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Tras una reunión bipartidista para llegar a un posible acuerdo sobre el plan de infraestructura del presidente Joe Biden, los senadores de ambos partidos envían confusas señales sobre el futuro de las discusiones.
«Nuestro grupo —compuesto por 10 senadores, 5 de cada partido— ha trabajado de buena fe y ha alcanzado un acuerdo bipartidista sobre un marco realista y de compromiso para modernizar la infraestructura y las tecnologías energéticas de nuestra nación», se lee en el comunicado de la comisión bipartidista que se encuentra negociando los alcances del plan de infraestructura.
El grupo bipartidista, liderado por los senadores Kyrsten Sinema (D-AZ) y Rob Portman (R-OH), también afirmaron en un comunicado que «Estas inversiones serán plenamente pagadas y no incluirán incrementos en los impuestos».
El antiguo candidato presidencial y miembro del grupo bipartidista de negociación, Mitt Romney, no dio un mensaje tan optimista y afirmó que las negociaciones todavía están a «mitad del camino».
Una parte crucial de la discusión es el monto a aprobar sobre el plan de infraestructura, que potencialmente requerirá la aprobación de 579,000 millones adicionales. La implementación del plan totalizaría 973,000 millones en cinco años y alrededor de 1.2 billones en los próximos ocho años.
La propuesta para pagar por el gasto adicional que implicará el plan de infraestructura de Biden incluyen indexar el impuesto a la gasolina a la inflación, imponer un impuesto a la distancia recorrida por los automóviles y utilizar dinero sin ejecutar destinado originalmente a la pandemia.
Financiación del plan de infraestructura: la mayor diferencia entre republicanos y demócratas
Los demócratas también han sugerido elevar el impuesto a las ganancias sobre el capital del 20 % actual al 43.5 % para ingresos superiores al millón de dólares. Este impuesto ha sido criticado por el GOP, pues penalizaría sobremanera la inversión en activos como la propiedad raíz y en algunos estados, como New York, el impuesto superaría hasta el 60 % del ingreso.
Aunque muchos senadores demócratas, conscientes del impacto de apoyar una subida al impuesto sobre las ganancias por capital, han propuesto eliminar el techo a las deducciones tributarias SALT, (que permiten deducir hasta 10,000 de impuestos estatales del pago total de impuestos federales), la propuesta ha recibido una rotunda negativa por parte del GOP y algunos senadores del propio Partido Demócrata.
Biden intentó negociar con los republicanos no subir las tasas del impuesto corporativo a cambio de establecer un piso mínimo del 15 %. Sin embargo, las negociaciones entre el presidente y el GOP llegaron a un punto muerto.
Ante la resistencia de los republicanos de apoyar el incremento del impuesto al capital y la renta, los demócratas se han vuelto reacios a respaldar medidas como la indexación del impuesto a la gasolina a la inflación, una medida que ha recibido más apoyo por parte del GOP como fuente de financiación del plan de infraestructura.
En parte, la resistencia del Partido Demócrata en incrementar el impuesto a la gasolina está basada en que esta iría en contravía de la promesa de Biden de no aumentarles los impuestos a los americanos con ingresos inferiores a los 400,000. Incrementar el impuesto a la gasolina significaría un aumento de impuestos generalizado para todos los ciudadanos.
Economist, writer and liberal. With a focus on finance, the war on drugs, history, and geopolitics // Economista, escritor y liberal. Con enfoque en finanzas, guerra contra las drogas, historia y geopolítica