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La revancha del marxismo en la guerra cultural de América

Guerra cultural América marxismo

El 4 de julio del año 1776, luego de una ardua guerra en el territorio norte del continente americano, se declaró la independencia de 13 colonias británicas que posteriormente formarían lo que hoy conocemos como los Estados Unidos de América, un país fundado por un principio básico, sustancial e inalienable: la libertad.

La libertad en el sistema político estadounidense se enmarcó en la Constitución de dicho país a través de diferentes apartados, sin embargo, avanzado el siglo XX, el término “libertad” ha ido haciéndose cada vez más ambiguo con la aparición del marxismo, los movimientos posmodernistas y el relativismo cultural. Si algo caracterizó a la fundación de los Estados Unidos de América, fueron principios elementales como el free spech, el libre porte de armas, y una economía de mercado; no obstante, los enemigos de América desde hace décadas iniciaron una guerra cultural para desmontar los pilares más sólidos de la constitución norteamericana y comenzar una revuelta violenta para destruir desde adentro a la que ha sido desde hace más de un siglo, la nación más influyente y poderosa del planeta. 

Abraham Lincoln, una de las figuras más importantes en la historia de Estados Unidos, y quizás de la humanidad en los últimos doscientos años, dio un discurso emotivo en el año 1854, cuando apenas era un excongresista medianamente conocido, donde advertía cuales eran sus principios y los que debería seguir su país: “Hace casi ochenta años empezamos declarando que los hombres son creados iguales; pero ahora desde ese principio hemos ido en otra dirección, para algunos hombres esclavizar a otros es un derecho sagrado de autogobierno. (…) Nuestro manto republicano está sucio y arrastrado en el suelo. (…) Vamos a readoptar la Declaración de Independencia y, con ella, las prácticas y políticas que armonizan con ella. Si hacemos esto, no solo habremos salvado a la Unión: sino que la habremos protegido, así como creado y conservado, por siempre digna de salvación”.

Las ideas de Lincoln para emancipar a los afroamericanos de la esclavitud, propició una guerra entre el líder republicano contra Estados Confederados secesionistas del sur, quienes en gran parte eran apoyados por el partido demócrata. El conflicto bélico se prolongó durante cuatro años produciéndose la victoria para los republicanos con Abraham Lincoln a la cabeza, dando inicio a la era de la reconstrucción, y por supuesto, a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos.  

Cuatro meses después, en el memorable discurso de Gettysburg del año 1863, el presidente Abraham Lincoln volvió a hablar sobre los principios básicos de la nación americana: “Hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada en el principio de que todas las personas son creadas iguales”; la palabra igualdad y libertad retumbaban en los oídos de los demócratas y secesionistas, quienes a pesar de haber perdido la guerra, continuaron durante varias décadas luchando por pisotear los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos, creando grupos de odio y asesinos como el Ku Klux Klan, y aterrorizando a quienes deseaban impulsar un país próspero, de oportunidades y libertades para todos.

Hoy en día los demócratas vuelven a intentar segregar a la nación en razas implementando una guerra cultural, miembros del mismo partido que hace unas décadas impulsaba la esclavitud de los negros, ahora dicen defenderlos e impulsan la narrativa de que el país es “sistemáticamente racista” culpando al ala republicana por esto, dicen que hay que acabar con el “white privilege”, prácticamente ahora para ellos en orden de que las cosas se equilibren, los blancos deben someterse ante los negros, su manera de hacer “justicia racial” es que los que tienen ascendencia europea entreguen sus casas y bienes a los afroamericanos (esto ha sido dicho por miembros de Black Lives Matters), impulsando un marxismo utópico comunista con la misión de acabar con el sistema capitalista y de mercado que ha hecho grande a los Estados Unidos. 

La guerra cultural estadounidense es tan enorme, la historia está siendo reescrita de una manera tan aberrante, que los supuestos antirracistas de izquierda, han tirado abajo una estatua del republicano Abraham Lincoln. El héroe de la emancipación de los negros en Estados Unidos, el sujeto que declaró la guerra a los que no querían reconocer los derechos civiles a los afroamericanos, y que a la postre terminó dándoles la libertad, hoy es apedreado, insultado y cancelado por quienes dicen defender los derechos de los negros.

Para nadie es un secreto que tras la Segunda Guerra Mundial, la extinta Unión Soviética comunista inició una Guerra Fría contra los Estados Unidos capitalistas, esta fue quizás la primera guerra ideológica y de propaganda que se establecía en la humanidad, con dos formas antagonistas de ver el mundo y de dirigir las sociedades.

Durante años los soviéticos fueron expandiendo su territorio, en la mayoría de casos a través de la fuerza y consolidaron uno de los bloques territoriales más grandes en la historia de la humanidad afianzados en el socialcomunismo, mientras que por otra parte, Estados Unidos se dedicó a crecer internamente, a generar riqueza, a crear empresas, universidades, películas, y a darle poder al individuo. El problema es que luego de un par de décadas de iniciada esta Guerra Fría, la economía estadounidense era cada vez más fuerte, mientras que la de los soviéticos se debilitaba cada vez más; en el norte de América sus ciudadanos compraban vehículos, casas, y viajaban por el mundo, mientras que los soviéticos pasaban dificultades para abastecerse de alimentos, sobrevivían con muchas penurias, y se destinaban a desintegrarse producto del hambre y la represión; fue entonces cuando la táctica soviética cambió, ya no intentarían destruir o superar a Estados Unidos económicamente, ahora lo harían a través de su cultura.

Se podría decir que en ese momento se sacó el libreto establecido por el comunista italiano Antonio Gramsci; en su cosmovisión para lograr la victoria los marxistas debían infiltrarse en los aparatos de cultura e información de las sociedades: la academia, el cine, los medios de comunicación, la literatura, entre otros, eran los mecanismos mediante los cuales podrían subyugar el poderío económico de Estados Unidos, puesto que si no podían derribarlos con datos, con hechos, y por supuesto, mucho menos con sus ejércitos, la única forma que quedaba era acabarlos con el relato, la mentira y la propaganda.

En el año 1984, Yuri Alexandrovich Bezmenov, un exagente del KGB soviético, que había desertado a Canadá, ofreció una entrevista al periodista Eduard Griffin, en el que le hablaba sobre los métodos que estaban utilizando los comunistas para destruir Estados Unidos, entre ellos estaba la subversión ideológica y el marxismo cultural, cuya finalidad era acabar con los valores occidentales en el planeta. Durante la conversación Bezmenov vaticinó que en el futuro los datos no importarían, pues una persona ideologizada sencillamente no procesaría datos y se dejaría llevar por el relato; así fueron infiltrándose en la academia, en los medios, y poco a poco fueron instaurando en la sociedad la idea de que Estados Unidos era el peor país del mundo, injusto, autoritario, asesino, se satanizó al capitalismo, y fueron convirtiendo a los propios ciudadanos estadounidenses en enemigos de su propio país.

El objetivo primordial de la guerra cultural es la desmoralización del contrario, en ese sentido Bezmenov decía: “Cambiar la percepción de la realidad de cada americano, hasta tal punto que por mucha que sea la información, nadie sea capaz de llegar a conclusiones sensatas por sí mismo, para defenderse a sí mismo, a su comunidad y a su país. Es un gran proceso de lavado de cerebro que progresa muy lentamente (…) la desmoralización, se tarda entre 15 y 20 años en desmoralizar una nación, ¿por qué esa cantidad de tiempo? Porque son los años que cuesta que los estudiantes del país contrario sea expuesto a la ideología del enemigo; en este caso el marxismo leninismo, sin ser desafiado por los valores básicos del americanismo o el patriotismo norteamericano”.

En ese sentido el exagente soviético continuó explicando que los mismos que van a impulsar el cambio en Estados Unidos, serán los primeros en ser desechados y perseguidos por el sistema marxista:  “Cuando vean en el futuro lo que significa la hermosa sociedad de igualdad y justicia social en la práctica, por supuesto se rebelarán, estarán muy descontentos, muy frustrados, y un régimen marxista leninista no tolera esta gente (…) Al contrario de los Estados Unidos de hoy, no habrá lugar para la disidencia en la futura América marxista leninista”.

Todo estos aspectos ya los hemos empezado a ver en la actualidad, la cultura de cancelación es cada vez más fuerte en el país, y sin ir muy lejos, hoy Twitter y Facebook, los más grandes imperios comunicacionales censuran y bloquean información de medios como el New York Post, que tienen más de 200 años de historia, pues la misma compromete los intereses del partido demócrata, que se ha ido radicalizando a la izquierda en las últimas décadas, gracias a estos mismos infiltrados generados en sus propias academias, tal como Bezmenov predijo.

La situación ha escalado de tal manera que hoy los seguidores del presidente Trump temen a revelar sus inclinaciones políticas, personas han perdido su trabajo por declararse seguidoras del republicano, otros han sido insultados, sistemáticamente perseguidos; las estatuas son derribadas, la historia intenta ser cambiada, hoy la mitad de los estadounidenses quiere acabar con su propio país, y piensa que lo está haciendo en nombre de una “supuesta justicia social y racial”, cuando en realidad están siguiendo el guion implantando por los comunistas décadas atrás.

Cuando en la actualidad quienes dicen luchar en contra del racismo derrumban las estatuas del hombre que abolió la esclavitud de los negros, cuando en la actualidad quienes dicen luchar contra la pobreza intentan eliminar el sistema económico —capitalismo— que más ha sacado a los hombres de la pobreza, cuando en la actualidad los medios de comunicación más importantes sacan historias aplaudiendo y elogiando a la China comunista, mientras critican a su propio país por ser tierra de libertades, comprendemos que en la guerra cultural el comunismo ha maniatado al dogma liberal.

Esto es impostergable, ha llegado la hora de tomar las armas del pensamiento y las ideas para contestar al autoritarismo marxista, hay que desempolvar el esqueleto de los padres de la libertad, sacar a relucir sus ideas, llenar de nuevo las academias, el cine, los medios de comunicación, de pensamientos libertarios; es menester colocarse los guantes y llenarse los pies de lodo, ir a la arena política, confrontar la propaganda izquierdista, no sucumbir ante sus intentos por falsear la realidad, dejar de ver como inofensivas sus mentiras tácitas, pues por estúpidas que puedan sonar, han logrado cautivar a millones de personas.

No podemos seguir conformándonos con el dato, tenemos que luchar también con el relato, tenemos de nuestro lado la verdad y la historia, hay que empuñarla con fuerza para dispararle a la mentira y el odio; la guerra cultural vive un momento definitivo para la historia de la humanidad, hay que ser valientes y lucharla con orgullo, compromiso y valores, las generaciones futuras sabrán agradecernos que nuestro legado sea el de un mundo más rico, más libre, más democrático, y por supuesto, más feliz.

Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American

9 comentarios en «La revancha del marxismo en la guerra cultural de América»

  1. Este articulo, no se debe dejar pasar inadvertido; de lo contrario el pueblo norteamericano llorará sangre más pronto de lo que uno pueda pensar. Llegó el comunismo a la tierra de la LIBERTAD.

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