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La rusificación de los medios, las noticias y las redes

En 2016 el Oxford Dictionary declaró a la palabra “posverdad” como “palabra del año”. Cuatro años más tarde, nos encontramos con que esta vez la palabra del año es “Fake News”. Ahora bien, ¿de dónde vienen? ¿Hacia dónde van? ¿Para qué sirven? ¿Cuál es su objetivo? Utilizaremos un término nuevo: “rusificación” para intentar responder esas preguntas.

Hace algunos años cuando Donald Trump fue electo presidente de los Estados Unidos y durante la campaña presidencial Trump-Clinton, la prensa comenzó a decir barbaridades sobre él, como, por ejemplo, el artículo publicado en The New York times titulado: “What happen on election day”, donde el periodista que firma la nota, sentencia que, de ganar Donald Trump, Estados Unidos se vería inmerso en una “recesión global sin final a la vista”.

No muy distinto del juego perverso que los medios se han encargado de crear en la actualidad no sólo durante la campaña Trump-Biden, sino que también, los medios se han tomado el atrevimiento de coronar a un presidente sobre otro, cuando aún no finalizaba el conteo oficial de los resultados.

En la República Argentina, cuando ganó el presidente Mauricio Macri en el 2015 en un ballotage histórico donde los argentinos finalmente se liberaron de la opresión kirchnerista tras 12 tremendos -y casi eternos- años de izquierdismo puro y duro, los medios de comunicación señalaron a Mauricio Macri como el futuro responsable de todos los males habidos y por haber en caso de que el candidato opositor a la izquierda, ganara.  

La histeria montada por los medios de comunicación y los trolls izquierdistas fue tal que la mayoría de sociedad -que estaba a favor de despedir al régimen izquierdista del kirchnerismo-, sin ningún tipo de financiamiento comenzó una “contra-campaña”, (por supuesto, a favor de Macri), donde jocosamente lograron convertir todas estas Fakes News que se propagaban y viralizaban sobre él, en casos verdaderamente ridículos e irónicos (para demostrar cuán irrisorias eran las publicaciones de los medios) como decir que “Macri era el responsable de matar a la mamá de Bambi”. Ciertamente se lograron los resultados esperados y finalmente Macri ganó la presidencia.

No es la primera vez

Diría Marx que “la historia se repite primero como tragedia y luego como una farsa”. En ese sentido también sería interesante mencionar cómo los medios de comunicación actuaron frente a la campaña presidencial entre la demócrata Clinton y el republicano Trump. Sólo para citar un ejemplo de RTVE : “el voto latino prefiere a Hillary Clinton según las encuestas”. Nada más lejos de la realidad. Y así mantuvieron sus estrategias destructivas, (perdón, discursivas), incluso hasta un día antes de la elección. La BBC (para muestra un botón de las cadenas de noticias), publicaba incluso gráficos donde Hillary lideraba las encuestas.  

Son muchas las “irresponsabilidades” por parte de la prensa, y podríamos citar varias más, pero nos gustaría ahora centrarnos un poco en la historia de creación de estas noticias falsas que es, al fin y al cabo, lo prometido en el título.

Alguna vez -y de esto estoy segura- hemos escuchado decir que las “Fake News” provienen de un “neocapitalismo salvaje” o de un “neoliberalismo” y que son herramientas de los “imperialistas” o de los “malvados capitalistas” para modificar nuestras opiniones y pensamientos. O, al menos, así lo mencionaron en una Universidad en la República Argentina, cuando hace algunos meses (antes de la pandemia) se llevó a cabo un panel de debate con periodistas “intelectuales” cuya intención era discutir sobre las Fake News. No es de sorprenderse, la izquierda ve fantasmas donde no los hay.

Miénteme que me gusta

La gigantesca Unión Soviética, contaba con distintos organismos de seguridad para controlar la información y el conocimiento que fueron evolucionando y cambiando su nombre a lo largo del tiempo. Podríamos decir que el primer organismo fue “La Checa” (1917-1922); luego el “OGPU” (1923 -1934); seguido por el “NKVD”, (1934 – 1943); el “NKGB – MGB” (1943 – 1954); la “KGB” propiamente dicha (1954 -1991); y finalmente, el “FSB” (1993 hasta la actualidad).

Entre 1921 y 1992 nace Glavlit, el Servicio General de Protección de los Secretos de Estado de la prensa, una institución especializada para evitar la divagación de información que pudiera comprometer al gobierno soviético. Es el momento en el que comienza la censura.

Mientras que unos años más tarde, en 1927, el Goskomizdat, el “Comité Estatal de Publicaciones” llevaba a cabo la censura y el control de toda aquella información o material escrito que estuviera circulando en el territorio ruso. El Gozkomizdat, no sólo censuraba, sino que también filtraba.

Para el régimen de la URSS, toda publicación que no fuera de su agrado ni que cuadrara con su forma de pensar, se catalogaba como peligrosa y era suprimida por estos dos elementos que mencionábamos recién, en efecto, el papel de los periodistas era nulo. No había libertad de prensa. La Unión Soviética admitía un solo tipo de discurso: el propio.

La Glavit junto con el Goskomizdat, se crearon con la finalidad no sólo de eliminar cualquier material impreso en la prensa que fuera indeseable, sino también -y aquí viene lo más importante que es lo prometido en el título-, para asegurar que la carga ideológica fuera puesta en el artículo publicado.

La rusificación de las noticias y la censura en la actualidad

La posmodernidad es el siglo de la rusificación. Se trata de crear acciones que favorezcan a un determinado gobierno, que, además, logren causar efectos o desajustes políticos y económicos en países no alineados con Moscú.  La idea es golpear cuanto se pueda los valores occidentales y lo que ellos representan. De igual manera sucede con antiguos países que solían pertenecer al ex bloque soviético y que intentan acercarse a Occidente, motivo por el cual Ucrania viene hace años en una lucha insosteniblemente contra las Fake News incluso sobre temas básicos como las tuberías de agua.

Ya dijimos que el Kremlin controlaba y eliminaba información, y también que la censuraba. En aquella época no existían las redes sociales, sin embargo, en la actualidad, el mecanismo es el mismo. El propósito de controlar las redes, son intentos por desestabilizar a las sociedades sanas, que no son más que el bello reflejo de repúblicas democráticas que respetan los derechos básicos como la libertad de prensa, la libertad de pensamiento, englobadas todas en una sincera y libre opinión.

El comportamiento de muchos medios de comunicación obnubilados por regímenes de ciertos países y poderes deja en claro la gravedad de la crisis política en la que vivimos y de la crisis cultural como sociedad. Es que lisa y llanamente no pueden digerir o simplemente ignorar contenido que no sea de su agrado. La izquierda ve algo que no le gusta y ya busca las mil maneras de censurarlo.

La ecuación es simple: la tolerancia por aquel pensamiento distinto al nuestro siempre será combatido y extirpado en tanto y en cuanto moleste por la verdad que en él radica, lo que evidencia también el nivel de cinismo que representa estar en contra, repudiar y, finalmente censurar pura y exclusivamente cuando es conveniente y hacer silencio cuando no.

Montar un aparato propagandístico es la norma y a la historia nos remitimos: la izquierda ve fantasmas donde no los hay, y si no los encuentra, los crea ella misma.  

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