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Juez Stephen Breyer advierte a demócratas sobre consecuencias del court-packing

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Stephen Breyer, juez asociado que ha servido a la Corte Suprema (SCOTUS) desde 1994, cuando fue nominado por el entonces presidente Bill Clinton, ha estado en un tire y afloje con las alas más progresistas del Partido Demócrata, advirtiéndoles lo perjudicial del court-packing con más jueces liberales como respuesta a la mayoría conservadora de 6-3.

El juez, de 82 años, hizo estas advertencias en un libro que se publicará a finales de este otoño (titulado The Authority of the Court and the Peril of Politics), en donde afirma que los demócratas deberían «pensar mucho antes de plasmar esos cambios en una ley», en referencia a los recientes llamados de algunos legisladores demócratas para poner en marcha leyes que aumenten el tamaño del tribunal, alterando el actual equilibrio de poder.

No es la primera vez que el juez de SCOTUS critica abiertamente la idea del court-packing (o, como lo llaman sus partidarios, de «ampliar el tribunal»), ya que el pasado abril, en un acto en la Facultad de Derecho de Harvard, Breyer también expuso sus argumentos en contra de la propuesta durante su intervención. Machacó el argumento de que sería perjudicial para la salud de la república ver a la Corte como una institución política, diciendo también que era un error ver a los jueces como «políticos de liga menor».

Para él, el mero hecho de describir a los jueces de la SCOTUS como conservadores o liberales es perjudicial, ya que «refuerza la idea de que es la política, y no los méritos jurídicos, la que dirige las decisiones de la Corte Suprema». Su principal preocupación es que, si el público en general tiene la percepción generalizada de que los jueces son «políticos con toga», la confianza general hacia los tribunales se vea considerablemente erosionada.

Aunque las actuales propuestas para el court-packing parecen estar muertas al llegar a la Cámara de Representantes, con la presidente Nancy Pelosi diciendo que «no hay planes» para someter el proyecto a votación, es muy poco probable que los llamados a sumar más jueces a la SCOTUS se desvanezcan, y seguramente habrá un animado debate sobre si se aplica la medida después de que la comisión de Biden sobre la reforma judicial publique su informe.

Breyer hace estos comentarios al mismo tiempo que se han incrementado los llamados a su retiro, con muchos liberales esperando que el juez de la era Clinton dimita mientras Biden y sus demócratas sigan ocupando tanto la Casa Blanca como el Senado, lo que aseguraría que su sustituto tenga puntos de vista similares a los del Partido Demócrata y evitaría la posibilidad de que un presidente y un Senado republicanos nombren al sustituto de Breyer.

Sin embargo, ha habido poca o ninguna información sobre los planes de Breyer a futuro en SCOTUS, y algunos pueden argumentar que sus repetidos llamados contra la politización del tribunal son un indicio de que hará todo lo posible para evitar basar su decisión de retirarse o no en el momento político.

El magistrado Stepehn Breyer advirtió en contra de expandir la corte (EFE)

¿Tiene razón Stephen Breyer?

El argumento de Breyer en contra de las reformas destinadas a alterar la composición del más alto tribunal del país por motivos políticos es fundamentalmente sencillo: si tratamos a las cortes como si estuvieran compuestos por leales a los partidos (básicamente convirtiéndolo en un Congreso más pequeño y legalista), sería muy difícil mantener su legitimidad, y es imposible mantener una democracia estable con una SCOTUS que no sea respetada por la población.

Aunque Breyer no esgrime directamente este argumento, el court-packing tampoco sería la panacea para evitar una mayoría conservadora en la Corte para siempre. Si un Congreso demócrata aprueba una ley que aumente el número de jueces, no hay nada que les impida a los republicanos hacer lo mismo una vez que inevitablemente vuelvan a tomar el control de los niveles de poder en Washington D. C. Sin embargo, no todos los liberales comparten la evaluación y las preocupaciones de Breyer.

Erwin Chemerinsky, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Berkeley, dijo que si bien Breyer tiene razón al decir que el court-packing será visto como un acaparamiento partidista, no está abordando la otra preocupación: «una Corte Suprema muy conservadora durante años, si no décadas, por venir».

Otro punto de vista liberal en contra de la opinión de Breyer fue expuesto por Ian Millhiser en un artículo en Vox, donde dijo que el juez debe darse cuenta que los demócratas están viendo a la SCOTUS como partidista «porque se ha convertido en una institución partidista».

La nominación de Amy Coney Barret a SCOTUS fue la tercera durante la Presidencia de Trump. (EFE)

Millhiser sostiene que si bien el juez tiene razón en que las democracias caen debido al colapso institucional, también pueden ser destruidas si «son capturadas por fuerzas antiliberales o antidemocráticas», siendo las segundas, según su razonamiento, todo el Partido Republicano.

Curiosamente, tanto Millhiser como Breyer tienen razón en parte de su argumento. Una mayoría (56 %) de los americanos considera que la SCOTUS no es ni «demasiado conservadora» ni «demasiado liberal», según una encuesta de Pew Research realizada el año pasado, algo que Breyer pretende mantener.

También es cierto que los demócratas son más propensos que la población en general a pensar que la SCOTUS es demasiado conservadora, con un 47 % de demócratas que lo dicen en contraste con el 30 % de la opinión general. Sin embargo, también es importante señalar que un 47 % de los demócratas piensa que la esta tiene un enfoque «intermedio» en los casos que toma.

En otras palabras, mientras que Chemerinsky y Millhiser están preocupados porque la Corte es demasiado partidista y ha sido secuestrada por el GOP, parece que ni siquiera la mayoría del Partido Demócrata está de acuerdo con ese diagnóstico.

Si la mayoría de la población está satisfecha con el trabajo realizado por la SCOTUS y piensa que está en «medio del camino» políticamente (incluyendo la mitad del Partido Demócrata), ¿por qué entonces defender una medida que politizara abiertamente a la Corte?

Una Corte con esa nueva composición defendería políticas más liberales (hasta que el GOP lo abarrote en respuesta), pero ¿a qué precio? Los republicanos verían a la Corte como demasiado liberal y la población en general la vería como otro foro político donde la afiliación al partido es la característica más definitoria.

Si se considera que el juez supremo de nuestro sistema es demasiado parcial, entonces no hay incentivos para que cada partido obedezca sus fallos, dejando la fuerza política bruta como única forma de decidir las cuestiones políticas. Imaginemos un escenario como el de las elecciones de 2000, pero con una SCOTUS en la que no se puede confiar de forma efectiva para que emita una sentencia definitiva que sea respetada por ambos partidos.

Una Corte demasiado partidista podría emitir un veredicto mucho más divisivo que el que decidió la elección del 2000 en favor de George W. Bush. (Foto: 56.ElectionProtest.USSC.WDC.11December2000 por Elvert Barnes| Flickr| CC BY-SA 4.0)

El court-packing no haría más que dilapidar la confianza que la mayoría del pueblo tiene en el poder judicial, obligaría al GOP a hacer lo mismo una vez que recupere el poder y disminuiría efectivamente la legitimidad de un órgano que se basa únicamente en la legitimidad para hacer cumplir sus sentencias, ya que la Corte no maneja presupuestos ni ejércitos.

¿Y a cambio de qué? ¿Un par de años de dominio liberal en la SCOTUS que seguramente se borraría después de que el GOP realice un nuevo court-packing? No parece un trato que merezca la pena aceptar.

Daniel is a Political Science and Economics student from the University of South Florida. He worked as a congressional intern to Rep. Gus Bilirakis (FL-12) from January to May 2020. He also is the head of international analysis at Politiks // Daniel es un estudiante de Cs Políticas y Economía en la Universidad del Sur de la Florida. Trabajo como pasante legislativo para el Representate Gus Bilirakis (FL-12) desde enero hasta mayo del 2020. Daniel también es el jefe de análisis internacional de Politiks.

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