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Estamos frente al suicidio del mundo libre

La historia de Estados Unidos está siendo reescrita

Por tres años los empresarios del mundo se ocuparon casi exclusivamente de asegurar cadenas de suministro de materias primas y productos semi-terminados por bloqueos económicos autoimpuestos acompañados de diluvios regulatorios que en una oleada de fatal intervencionismo global desarticularon en todo el mundo la estructura dinámica capital bajo la falaz excusa de combatir la pandemia de Covid-19.

La inflación que resultó del financiamiento monetario del gigantesco gasto público que acompañó a ese intervencionismo destructivo nos deja al borde de una estanflación, mientras políticos, burócratas y sus propagandistas intelectuales intentan calmar a un público justificadamente preocupado, repitiendo que es un escollo temporal debido a la interrupción en las cadenas de suministro causadas por el Covid-19. No admiten que la causa no fue la pandemia sino sus fallidas políticas para enfrentarla. Ahora atribuyen a la Guerra en Ucrania los efectos de algunas de sus más torpes políticas económicas y energéticas.

Biden intentó atribuir la inflación que ocasionaron sus políticas “a Putin” y a “la codicia corporativa” poco antes de que su secretaria del tesoro admitiera que “no entendía del todo” lo que la había causado. Yellen, al igual que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo negaron insistentemente un problema a mediano y largo plazo, pero obviamente se equivocaron en todos sus pronósticos. O mentían con cinismo o son completamente incompetentes.

Estamos ante una inflación estructural, porque la demanda supera a la oferta de bienes y servicios debido a que consumidores y gobiernos tienen dinero, mucho dinero, que pierde valor rápidamente.

Es por la impresión irresponsable de circulante de los bancos centrales para cubrir un gasto creciente y un desperdicio de recursos de los grandes gobiernos, que la cantidad de dinero en circulación superó dramáticamente a la de bienes y servicios en oferta. Cuando deciden ignorar las consecuencias, los gobiernos pueden imprimir dinero mucho más rápido de lo que la industria y el comercio pueden producir y ofrecer bienes y servicios.

Además, en casi todas las economías que los trabajos de supervisión y administración relacionados con las regulaciones están creciendo mucho más rápidamente que los puestos de trabajo productivos. Es parte de una avalancha de leyes, normas y regulaciones nacionales y supranacionales que están absorbiendo cada vez más recursos. Las crecientes complicaciones burocráticas alimentan al propio sector gubernamental y a sectores como la asesoría fiscal, el cumplimiento de normas, servicios legales e incluso a las burocracias de organismos supranacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El mundo libre luce peligrosamente débil ante sus enemigos externos mientras se hace internamente más autoritario de la mano de corruptas organizaciones supranacionales sin supervisión democrática que dan a políticos y burócratas más poder y oportunidades para tomar decisiones arbitrarias y corruptas.

Toda amenaza, desde el terrorismo hasta el Covid-19 o el cambio climático, es esgrimida como pretexto para reducir la libertad. Y no es solo que luchar contra el terrorismo o tomar medidas contra las pandemias se pueda lograr sin poner límites intolerables a la libertad, otorgando todo el poder a  burocracias corruptas e irresponsables, sino a que quienes insisten en lo contrario han sido escandalosamente ineficaces en el combate de esas amenazas, porque los medios en que tanto insisten no sirven para combatirlas, sino como excusas de su propio poder creciente. Fracasan pese al gigantesco poder que concentran y culpan “al mercado” exigiendo más poder para seguir fracasando y exigiendo todavía más poder.

Legislaciones invasivas, regulaciones excesivas, restricciones injustificables a la libertad, gastos crecientes del gobierno y políticas monetarias irresponsables configuran el suicidio del mundo libre mediante la destrucción de una prosperidad que depende de la libertad. Lo impulsa una colusión de gobiernos, organizaciones supranacionales y mercantilistas a la captura de rentas confluyendo en elitistas discursos ideológicos radicales como “The Great Reset” del Foro Económico Mundial.

Así, desinformados e inseguros jóvenes del mundo libre adoptan bajo nuevos maquillajes las viejas falsas promesas del “cielo en la tierra” de los  comunistas del siglo pasado, negándose a admitir que lo único que siempre materializaron esas promesas falsas al llegar al poder fueron totalitarios y burocráticos infiernos en la tierra.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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