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La Superliga, el torneo que desencadenó una guerra por el dominio del fútbol

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Por un par de días, el tema más importante en todo el planeta no fue la pandemia o la economía yéndose al traste, no. Entre el 18 y 19 de abril del 2021 el punto principal en las tapas de los diarios, las introducciones de los programas de radio o tv, los algoritmos de las redes sociales es uno y no más que uno: la Superliga.

Si usted es futbolero, claramente tiene un interés prominente en la Superliga ¿Qué es? ¿Cómo funciona? ¿Qué consecuencias traerá a corto plazo? Todo se explicará en este artículo. El conflicto es tan gigante, tan global, que la guerra deportivo-institucional por el dominio del fútbol moderno de una u otra forma nos atrae.

Se habla de un quiebre del establishment institucional, de millones de dólares en juego para los países y organizaciones involucradas, de los requerimientos de un mundo cada vez más globalizado y de la evolución del producto futbolero.

El fútbol es, en definitiva, un reflejo de la sociedad. Y sus dinámicas, su evolución como espectáculo, responden a estos movimientos socioculturales y económicos.

¿Qué es la Superliga?

La idea de la Superliga no es nueva. Lleva, de hecho, varios años de planificación. Es una competición diseñada para mejorar la experiencia del fanático y atraer nuevo público a la industria. También es una competencia que atrae por supuesto mucho dinero e inversión, porque idealmente es un torneo que junta lo mejor de lo mejor del fútbol europeo durante varios meses.

La Superliga, tal y como indica el comunicado de la propia competición y los 12 clubes fundadores, es un torneo de 20 instituciones de los cuales 12 equipos de las ligas más grandes del planeta tienen asegurada su participación. Ahora se busca quiénes serán los otros 3 clubes que completarán los 15 clubes fundadores y los otros 5 serán equipos invitados bajo parámetros no establecidos.

Los doce clubes son los siguientes: por España: Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid; por Italia: Juventus, Inter de Milán, AC Milan; por Inglaterra: Manchester United, Manchester City, Liverpool, Arsenal, Chelsea y Tottenham.

La metodología es simple: 2 grupos de 10 equipos se enfrentarán entre sí, en un formato de ida y vuelta. Clasifican los 4 primeros de cada grupo; luego vienen las rondas de KO: cuartos de final, semis y final.

Este torneo se jugaría entre semana, de tal manera que no afectaría, hasta ahora, el calendario de las ligas nacionales, pero sí entra en conflicto con la competición más importantes a nivel clubes del mundo, The Champions League, organizada por la Union of European Football Associations (UEFA).

La pandemia y el fútbol

La pandemia está dejando problemas estructurales en todos los estratos de la sociedad. Y el fútbol no es la excepción. La llegada del COVID-19 afectó, como nunca, al mundo del deporte. Sobre todo, en el apartado económico.

Los clubes deportivos son empresas que mueven millones y millones de dólares año tras año, lo que implica que cualquier desajuste en sus finanzas provoca que los números en la contabilidad no cuadren. Esto fue lo que sucedió con la pandemia: todos los clubes del planeta, entre ellos los más poderosos, se vieron afectados por los confinamientos, las restricciones sanitarias y todas las medidas tomadas por los gobiernos para combatir el virus.

En ese sentido, la mayoría de los clubes están en aprietos económicos con deudas que deben saldar, algunos incluso presentaron pérdidas (Milan y Juventus, por ejemplo) y necesitan ingresar una buena cantidad de dinero y los derechos de TV de la Superliga sin dudas podrían ser ese ingreso.

«Este nuevo torneo anual proporcionará un crecimiento económico significativamente mayor, lo que permitirá apoyar al fútbol europeo a través de un compromiso a largo plazo, de que las aportaciones a la solidaridad crezcan en línea con los ingresos de la nueva liga europea. Los pagos de solidaridad serán mayores que los actualmente generados por el sistema europeo de competición y se prevé que superen los 10,000 millones de euros a lo largo del periodo de compromiso de los Clubes […] A cambio de su compromiso, los Clubes Fundadores recibirán, en conjunto, un pago de una sola vez de 3,500 millones de euros dedicado únicamente a acometer planes de inversión en infraestructuras y compensar el impacto de la pandemia del COVID».

Comunicado oficial del Real Club Madrid, cuyo presidente es Florentino Pérez, quien presidirá la Superliga en el primer año.

Si se lee con atención los argumentos que presenta el Real Madrid en su comunicado, la institución hace gala de que los clubes de Europa quieren mejorar la competitividad de los torneos existentes. Básicamente, quieren enfrentarse entre ellos de forma más seguida y no únicamente en la Champions League. Los clubes fundadores argumentan que la pandemia desnuda las falencias del modelo económico del fútbol mundial y que es necesario tomar acciones para mejorar esta situación. Asimismo, responsabilizan a las organizaciones de no tomar las medidas adecuadas para mejorar el problema tras meses de diálogos incesantes.

La UEFA no tardó en manifestarse, junto con las federaciones y ligas europeas de Inglaterra, España e Italia, contra la Superliga que atenta, directamente, contra la Champions League, la competición de clubes más importante del planeta.

«La UEFA, la Federación Inglesa de Fútbol y la Premier League; la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y LaLiga, y la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) y la Lega Serie A, han tenido conocimiento de que algunos clubes ingleses, españoles e italianos podrían estar planeando anunciar la creación de una llamada Superliga cerrada. Si esto ocurriera, queremos reiterar que nosotros —la UEFA, la FA inglesa, la RFEF, la FIGC, la Premier League, LaLiga, la Lega Serie A, pero también la FIFA y todas nuestras asociaciones miembro— permaneceremos unidos en nuestros esfuerzos para detener este cínico proyecto. Un proyecto que se basa en el interés propio de unos pocos clubes en un momento en que la sociedad necesita más que nunca la solidaridad».

Comunicado UEFA.

La UEFA y la FIFA argumentan que el impulso de los 12 clubes fundadores es codicioso y atenta contra los principios fundamentales del deporte.

Entre otras cosas, se abre la puerta para las estrellas de estas 12 instituciones deportivas no puedan disputar ningún tipo de competición internacional, ni siquiera a nivel de selecciones: «Como ya han anunciado la FIFA y las seis Confederaciones, los clubes afectados no podrán jugar en ninguna otra competición a nivel nacional, europeo o mundial, y sus jugadores podrían verse privados de la oportunidad de representar a sus selecciones nacionales».

Esta última parte es conflictiva en términos judiciales. Pues hay precedentes de otros deportistas que los 12 clubes fundadores podrían utilizar para que sus futbolistas sean elegibles para disputar mundiales y copas de selecciones. Pero aun es demasiado pronto para saberlo.

Los dirigentes de los clubes fundadores no están de acuerdo y dicen que el sistema actual es injusto para ellos: «No puede ser que terceros usen nuestros derechos, nuestros activos y que muestren sus marcas para conseguir sus objetivos. Mientras, nosotros somos invitados sin derecho a abrir la boca», expuso un dirigente fundador de la Superliga a El País.

Cómo funcionaría económicamente la Superliga y los conflictos que ocasiona el nuevo sistema

Los 12 Clubes Fundadores ya tienen un formato preestablecido y también un plan de acción económico. El banco americano JP Morgan será una de las instituciones financieras que respaldará la competición. Según el proyecto, los clubes que participen no tienen permitido superar el 55 % de su presupuesto entre: salarios de futbolistas y cuerpo técnico, transferencias, comisiones a los agentes y, también, los integrantes la Superliga deberán acumular al menos tres años de ganancias antes de impuestos.

De acuerdo con El País, la tajada económica se reparte específicamente de la siguiente forma: de los 3,525 millones de euros, (si al final fueran 15 los fundadores y no 12 como ahora), «350 millones de euros para seis clubes, 225 para cuatro, 112,5 para dos y 100 para tres clubes, repartido de acuerdo a un sistema interno no sujeto a la clasificación de cada año».

El País dice que «Los ingresos por televisión se estiman en unos 4,000 millones de euros, de ellos 264 irían destinados a la devolución de la financiación de los inversores durante 23 años. Es decir, el gran pastel económico superaría los 7,000 millones de euros por temporada. También está prevista la creación de un fondo de solidaridad para ligas, federaciones y clubes que superaría al de la UEFA, pero controlado por los miembros de la Superliga. Este matiz quiebra el sistema por el cual históricamente los presidentes, tanto de UEFA como de FIFA, alimentaban sus elecciones y sus mandatos. No solo el ecosistema financiero actual del fútbol está en jaque, también el de su representación».

Así como los miembros fundadores acusan a la UEFA de monopolizar el sistema de clubes y afectar las finanzas de los clubes, la Superliga no difiere mucho de esto. El poder económico de la competición se concentra en los 12 clubes (eventualmente 15) más poderosos del mundo. La participación en el torneo no se basa en el mérito deportivo, sino en las reglas a perpetuidad, los derechos económicos siempre estarán allí.

Así como la Superliga es un puñal directo a la Champions League, el torneo también afecta a las ligas nacionales. Los clubes fundadores ya manifestaron que quieren seguir compitiendo en sus ligas domésticas, pero las ligas domésticas se retroalimentan de las competiciones UEFA al utilizarlas como incentivos económicos y deportivos.

Las reacciones ante la Superliga

La Superliga, en los términos planteados, indudablemente representa una amenaza directa para las competiciones domésticas de Europa y las internacionales organizadas por la UEFA. Por ello, el rechazo es, prácticamente general, no solo por las organizaciones como FIFA y UEFA, sino por los clubes más pequeños del resto de las ligas.

En Inglaterra, los 14 clubes que conforman la Premier League están evaluando qué acciones emprender contra el denominado Big Six (los 6 clubes más poderosos de Inglaterra) que entró a la Superliga. Este caso es interesante porque, según el periodista Bryan Swanson de Sky, hubo equipos dentro del Big Six inglés que entraron a regañadientes (Chelsea y Manchester City) a la Superliga; no había un consenso absoluto para que todos los equipos se unieran en este momento, aunque la idea de presionar a la UEFA para efectuar cambios estructurales logró ser muy efectiva.

En Inglaterra, además de las reacciones de otros equipos, leyendas de los clubes fundadores que se mostraron en contra de la Superliga, jugadores actuales que se manifestaron en contra de la competición, también hubo reacciones políticas.

En ese sentido, el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, se pronunció sobre la competición: «Vamos a ver todo lo que podemos hacer con las autoridades del fútbol para asegurarnos de que esto (la Superliga) no salga adelante como está planeado […] no es una buena noticia para los aficionados y tampoco para el fútbol en este país».

Varios funcionarios del Gobierno inglés, como el ministro de cultura Oliver Dowden, y Alison McGovern, secretaria de Estado para el deporte de Reino Unido, tampoco tardaron en mostrar oposición a la Superliga.

Pero en Inglaterra no es el único lugar donde las reacciones políticas llegaron.

En Italia el primer ministro Mario Draghi también salió en respaldo de la UEFA y comentó que «apoya firmemente las posiciones de las autoridades futbolísticas italianas y europeas para mantener la competencia nacional, los valores meritocráticos y la función social del deporte».

Por otra parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que la Superliga es «una amenaza al principio de solidaridad y el mérito deportivo».

«El Estado francés apoyará toda iniciativa de la Liga de Fútbol Profesional, la Federación Francesa de Fútbol, la UEFA y la FIFA para proteger la integridad de las competiciones federativas nacionales y europeas», remarcó el mandatario.

Uno de los inconvenientes que la Superliga puede tener es la negativa de participación por parte de los clubes alemanes y franceses que hoy forman parte del selecto grupo de las cinco ligas más importantes del fútbol europeo.  

Borussia Dortmund y Bayern Múnich, los dos clubes más importantes de Alemania, anunciaron su respaldo a la UEFA. En Francia, los clubes más importantes, desde los más históricos como Olympique de Marseille, o los de mayor poderío económico como PSG y Olympique de Lyon (este último en menor medida) tampoco están a favor del torneo. Al menos de momento.

Las organizaciones de fanáticos tampoco parecen estar muy felices con los 12 Clubes Fundadores, de hecho, los hinchas del Chelsea sacaron un comunicado contundente contra su club por aceptar la participación.

Pero las reacciones, al parecer, no solamente serán palabras finas de comunicados. La UEFA está evaluando golpear directamente a 5 de los 12 clubes fundadores que, ahora mismo, están participando en competiciones organizadas por la UEFA.

Chelsea, Manchester City y Real Madrid están en semifinales de la Champions, por otro lado, Manchester United y Arsenal están en la misma instancia, pero por la UEFA Europa League, y Jesper Moller, miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA, comentó que «Los clubes involucrados en la Superliga deben irse de las competiciones y espero que eso suceda este mismo viernes. Después, resolveremos cómo continuar». No está claro si la UEFA tiene el derecho legal para desafectar a estos clubes de la competición y dejarlo sin los beneficios económicos de esta temporada.

El panorama global y un breve análisis

Los análisis de la Superliga son diversos y hay dos corrientes de pensamiento importantes:

  1. Los que creen que la Superliga es correcta para desafiar el establishment y la inoperancia de las instituciones para desarrollar y llevar adelante el fútbol.
  2. Aquellos que piensan que es una acción codiciosa por parte de los clubes fundadores para concentrar el poder del fútbol moderno en sus manos.

Cualquiera de las dos corrientes tiene parcialmente la razón, pero también están incompletas. Así como es indudable que el modelo económico en el fútbol actual tiene muchos problemas estructurales, también es correcto mencionar que los clubes grandes llevan malos manejos administrativos, como por ejemplo, el caso del FC Barcelona.

Por otro lado, las normas, como el Fair Play financiero, tampoco están funcionando para equiparar las balanzas, pero los clubes también tienen responsabilidades directas, no solo las instituciones.

En todo caso, la Superliga se erige como un modelo a seguir para superar los problemas notorios que aquejan a los clubes poderosos, pero no aboga por responder a los inconvenientes del resto de los clubes medianos y chicos.

También es inexacto presentar a la Superliga como el enemigo en todo esto. No ayuda a entender mejor el problema. Por un lado, están los 12 clubes fundadores, fundamentales para el ecosistema global del fútbol moderno, molestos por el mal trabajo de las organizaciones, pero presentan un proyecto que solo les beneficia descaradamente a ellos. Por el otro, están las instituciones que acusan a los clubes de ser codiciosos dándose golpes de curiosa bondad en el pecho, pero esos mismos organismos dispusieron que el mundial de fútbol fuera en Qatar, pese a las denuncias de explotación, el mal clima para jugar y las violaciones a los Derechos Humanos.

Otro punto importante es que el modelo del fútbol moderno necesita renovarse cuanto antes. En Europa la generación de padres que iba a su cancha con sus hijos se está perdiendo, hoy los chicos, antes de patear un balón, juegan un videojuego. Antes de ver uno o dos partidos de seguido, arman una partida de FIFA con sus amigos. El producto tiene que evolucionar para captar al público más joven, de todos los países, si quiere mantenerse en pie por varias décadas.  

El problema se dará si la globalización aplasta al deporte nacional y termina por dejar desairado a los clubes medianos y pequeños, como se plantea con la Superliga. Mirar el fútbol, únicamente, como un espectáculo de poderosos es desalmado y atenta contra lo más esencial de ese deporte: la incertidumbre de la sorpresa del más pequeño. Además, para que el ecosistema se desarrolle plenamente necesita la cooperación de todos.

Este conflicto apenas empieza en la opinión pública, pero lleva años gestándose debajo del escritorio y la pandemia lo aceleró. Pese a los comunicados y amenazas públicas entre las partes, el destino final de esta situación tiene tatuado entre ceja y ceja una única vía: la negociación.

Por eso cada parte lanza su amenaza real. La mesa está servida para buscar dos corrientes: mantener los valores tradicionales y conservadores del deporte, o avanzar de un salto a la monstruosa globalización que significaría una Superliga.

No es que el fútbol no esté globalizado, pero sí habría un antes y un después con un torneo como el que se está planteando. Un después donde, eventualmente, el interés por las copas nacionales tradicionales desaparecerá. Un después donde, penosamente, la meritocracia en el futbol se pierda poco a poco y donde la incertidumbre del batacazo del más chico desaparecerá por completo.

Vale la pena leer las declaraciones de Florentino Pérez justificando a la Superliga y evaluar sus argumentos.

El último punto de fondo que debe plantearse, y que no se tendrá en cuenta hasta que las negociaciones avancen ya que, en definitiva, es una simple hipótesis, es si esta Superliga será exitosa. Si hay algo que provocó la supervivencia del Mundial de Fútbol durante más de 90 años es que, justamente, sucede una vez cada 4 años.

Si un enfrentamiento entre los poderosos de Europa se diera como una liga común, ¿acaso tendrían el mismo impacto que un partido de rondas de playoff de Champions? No siempre la evolución supera lo tradicional. Y tanto la UEFA como los 12 clubes fundadores deberían tomar esto en cuenta antes de jugar sus próximas cartas.

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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