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Imagen: Netflix
The Midnight Club es la nueva apuesta de Netflix por el director y guionista Mike Flanagan, quien se había ganado a pulso ser considerado uno de los nuevos maestros del terror. Sin embargo, los números del estreno de The Midnight Club son paupérrimos y ponen en peligro la renovación de la serie para una segunda temporada.
Según los datos de Netflix, el estreno de The Midnight Club ha acumulado unas 19 millones de horas de reproducción tras su primer fin de semana en emisión. Estos números, que pueden parecer elevados, realmente son bajísimos si los comparamos con los de otros estrenos del mismo género que Netflix no dudó en cancelar, como los 22 millones de horas de Archive 81, o los más de 30 millones de horas de The First Death, cuya cancelación fue achacada a la “lesbofobia”.
Aunque el alto grado de contenido woke en The Midnight Club puede haber sido uno de los motivos para que el público le haya dado la espalda por ahora, parece evidente que no es el único problema de una serie que ha defraudado a la legión de seguidores del autor de culto Mike Flanagan.
Mike Flanagan se venía labrando un nombre y un estilo propios en el mundo del horror desde antes de su vinculación con Netflix, con títulos destacables como Oculus, Hush, Ouija: Origin of Evil, Gerald’s Game y Doctor Sleep.
Cuando Netflix y Mike Flanagan decidieron formar tándem, brindaron a los amantes del género producciones exquisitas como The Haunting of Hill House y Midnight Mass, que no sólo han sido éxitos de crítica y público, sino que además fueron nominadas y galardonadas en varios prestigiosos premios de la industria.
A la expectación por parte de los seguidores de Mike Flanagan, con The Midnight Club se sumaban los fans del autor de los libros en los que se basa la serie, Christopher Pike. Sin embargo, parece que no han sido suficientes para que esta serie de terror para jóvenes adultos haya triunfado.
¿De qué trata The Midnight Club?
The Midnight Club cuenta la historia de Ilonka, una chica de 17 años que es declarada enferma terminal después de ser diagnosticada con un cáncer de tiroides con metástasis. La joven decide internarse en el hospicio para jóvenes terminales de Brightcliffe, atraída por la leyenda de la curación milagrosa de una de sus antiguas residentes.
Allí coincide con otros 7 adolescentes desahuciados que se reúnen en secreto todas las noches para contarse historias en su club clandestino mientras esperan su muerte, aunque Ilonka está dispuesta a desentrañar los misterios de la casa en busca de una cura para ella y el resto.
La historia principal de Ilonka, en la que lidia con fantasmas, sectas paganas, remedios herbales y rituales satánicos es el hilo conductor de la serie, pero se ve demasiado interrumpida por el tiempo que se le dedica a las historias que van contando todos los miembros del club.
Lo que empieza como una serie con una ambientación misteriosa e intrigante, y con una historia oscura y profunda de jóvenes encarando la muerte, pronto pasa a convertirse en una sucesión de historias deslavazadas e inconexas que desvían la atención y acaban aburriendo. Los diez capítulos de la serie se hacen eternos al intercalar historias dentro de la historia que parecen sacadas de The Twilight Zone o de The Tales from the Crypt.
Aunque se supone que estas historias deberían servirnos para entender mejor cada caso y conectar con sus protagonistas, la disparidad de tono y temática de las mismas hacen que The Midnight Club sea una serie confusa y con altibajos inaguantables.
Un fantasma japonés gritón, un cyborg gay que viene del futuro para salvar el mundo, la típica historia de recoger a unos autoestopistas en medio de la noche que acaba mal, un pacto con el diablo (diablesa, en este caso) que por supuesto también acaba mal, un triángulo amoroso de instituto contado como si de una película antigua de cine negro se tratase, y una guerra termonuclear evitada por luces extraterrestres con viajes en el tiempo son historias que desarrolladas de forma aislada podrían resultar interesantes, pero que mezcladas en este popurrí sacan por completo al espectador de esta serie.
En defensa de Mike Flanagan hay que recordar que tanto en The Midnight Club como en su otro fiasco en Netflix, The Haunting of Bly Manor, no ha contado con el control artístico absoluto, teniendo que colaborar con Leah Fong, quien en sus entrevistas se suele mostrar bastante preocupada por temas woke como la interseccionalidad y la representación.
En The Midnight Club, Mike Flanagan co-escribe todos los capítulos y sólo dirige los dos primeros, lo que probablemente contribuye al resultado caótico de la serie, que también se ve resentida por la inclusión forzada de contenido ideológico.
A pesar de estar ambientada en los 90, la serie está repleta de referencias nada veladas a temas de la política actual, como la referencia al activismo LGBT, la homofobia, la cuestión del racismo o la inmigración ilegal. Esto ya es habitual en Netflix, que parece que tiene una plantilla en la que ir marcando casillas con los temas predilectos del izquierdismo.
Aunque las cifras de espectadores de The Midnight Club hacen pensar que no habrá una segunda temporada en Netflix, los fans de Mike Flanagan podrán disfrutar de su inminente nueva serie en la plataforma, The Fall of the House of Usher, en la que sí parece gozar de un control creativo mucho mayor que le permita volver a la senda de sus éxitos anteriores.
Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.
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