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Trump está de regreso, pero su futuro sigue en el aire

Trump está de regreso, pero su futuro sigue en el aire. Imagen: EFE/ David Maxwell

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Trump está de regreso en la arena política, una vez más en campaña, donde se siente como en casa, rodeado por la admiración de miles de simpatizantes con quienes ha vuelto a encender la magia de esos encuentros masivos que marcaron sus exitosas campañas del 2016 y el 2020. Su mitin del 26 de junio en Wellington (Ohio) marca el inicio de una nueva etapa en su trayectoria y la de un partido republicano que busca recuperar el congreso en las elecciones intermedias del próximo año.

Su regreso tiene un cierto sabor triunfal, que amarga la boca de quienes confiaban en que sacar a Trump de la Casa Blanca rompería su liderazgo, pues, al apalancarse en la versión de que fue víctima de un macabro fraude electoral, Donald J. Trump logró mantener (aún en la derrota) el dinamismo y la esperanza de una parte de sus seguidores, así como él más o menos resignado apoyo de las estructuras burocráticas del partido Republicano y de los líderes de opinión que forman parte del ecosistema conservador americano.

Ya hace unos meses, con su participación en CPAC, había quedado claro que Donald Trump sigue siendo el liderazgo de mayor peso al interior de su partido. Ahora, el mitin en Ohio nos demuestra que ese impacto se mantiene a lo largo de América, consolidándolo como puntero de los republicanos hacia las elecciones del 2024. Sin embargo, el Trump del 2021 no es el mismo de 2016 o 2020, y dentro de su propio partido han surgido nuevas figuras con respaldo nacional, por ejemplo: Ron DeSantis, el muy exitoso gobernador de Florida.

Por lo tanto, el futuro de Trump sigue en el aire. Es evidente que el magnate quiere seguir haciendo política y que está trabajando hacia su propia campaña presidencial en 2024, pero también queda claro que incluso él mismo entiende que tiene mucho en contra y que, a partir de ahora, quizá tenga mejores perspectivas como referente simbólico que como candidato formal.

Por ello, y también por esa vocación teatral que ha convertido en el corazón de su narrativa política, Trump regresa plenamente para hacer campaña, pero sin reconocerse a sí mismo como el candidato que evidentemente es a los ojos de sus simpatizantes y que evidentemente proyectan sus eventos, discursos y estrategia.

Analicemos pues, algunos de los elementos clave que definen el panorama de Donald Trump.

Los que lo impulsan hacia el 2024

La madrugada del 4 de noviembre, cuando los resultados electorales dieron un dramático giro en su contra, parecía que la carrera política de Donald Trump había llegado a su fin, y que debería aceptar un papel más o menos similar al del resto de los expresidentes: escribir alguna biografía, participar en eventos de caridad y vivir de sus viejas glorias.

Ya que Trump construyó su marca como político alrededor de una imagen de imbatibilidad, la derrota supuestamente lo dejaría humillado y exhibido ante sus propios seguidores. No fue así, porque aquella madrugada Trump salió con espada desenvainada a denunciar el fraude, y le dio un giro a la crisis.

Es cierto que no pudo comprobar el fraude en los tribunales, pero en el juzgado de la opción pública sólo necesitaba un veredicto de “duda razonable” y ese sí lo logró. Prueba de ello es la encuesta realizada por Reuters e Ipsos en mayo pasado, la cual demuestra que 56 % de los republicanos creen que la elección estuvo amañada o fue resultado de votos ilegales, y un 53 % considera que Donald Trump es el verdadero presidente. Con eso le alcanza.

Ahora Trump tendrá su favor las inevitables comparaciones entre los resultados de su Gobierno y los de Biden. No en vano el 26 de junio Trump enfocó su discurso de hora y media en el incremento de la inseguridad, la migración ilegal y el avance de la izquierda radical al interior de las escuelas, pues cada nueva acción del Gobierno de Biden en estos temas se convertirá en un nuevo impulso para la campaña de Trump al interior de los conservadores.

¿Por qué? Porque una de las claves del marketing moderno es la diferenciación, y Trump es muy fácilmente diferenciable de Biden, a quien acusa de que “está destruyendo nuestra nación justo frente a nuestros ojos”.

De por sí, la citada encuesta de Ipsos señala que 63 % de los republicanos creen que Donald Trump debería competir por la presidencia en 2024, y conforme a los efectos de la agenda de Biden se vuelvan más evidentes es muy probable que este número suba, no sólo al interior del Partido Republicano, sino incluso entre independientes.

Trump está de regreso, pero su futuro sigue en el aire. Imagen: EFE/EPA/DAVID MAXWELL
Trump está de regreso, pero su futuro sigue en el aire. Imagen: EFE/EPA/DAVID MAXWELL

Los que lo alejan del 2024

A pesar de todo lo que opera a su favor, Trump está muy lejos de tener un camino tranquilo hacia una tercera candidatura presidencial. Entre los obstáculos a su proyecto destacan los siguientes 3: los procesos judiciales en su contra, el desgaste de su liderazgo y el surgimiento de nuevos perfiles en el Partido Republicano.

Primero, los procesos judiciales. Desde hace tiempo suenan rumores respecto a denuncias penales contra Trump, y en algunos casos esos procesos parecen cristalizarse. El 25 de junio se informó que la oficina del fiscal de distrito de Manhattan está preparando una denuncia contra la organización Trump, por supuestos movimientos ilegales en relación con los pagos que realizaron a uno de sus ejecutivos. Un día antes, la división de apelaciones de la Corte Suprema del Estado de Nueva York suspendió la licencia de Rudolph Giuliani, el polémico abogado del expresidente.

Es lógico que si Trump mantiene un alto perfil y busca nuevamente la presidencia, tanto sus rivales del Partido Demócrata como sus enemigos en el Partido Republicano moverán cielo, mar y tierra para encontrarle irregularidades y ahogar su campaña en demandas. Después de todo es casi inevitable que surjan puntos de controversia legal cuando se dirige a una gran compañía, y más aún cuando se encabeza una estructura tan compleja como el gobierno federal.

Segundo. Aunque Trump ha sido líder más efectivo y carismático de los últimos 30 años en la política norteamericana, hasta él se desgasta. De entrada, (a pesar de su muy efectivo recurso del fraude) el estigma de perder las elecciones del 2020 lo acompañará de por vida. Además, tiene en su contra la creciente sensación de que él “ya tuvo su oportunidad” y ahora le toca a otro liderazgo.

Al mismo tiempo, es notorio el avance de lo que pudiéramos considerar un “Trump burnout”, pues muchos conservadores y republicanos simplemente están fastidiados de que todos los debates y todo el interés gire alrededor de la figura de un expresidente al que le admiran muchas cosas, pero no le toleran su estilo y su estridencia.

Para ponerlo en números, una encuesta realizada por NBC News arrojó que la mitad de los republicanos apoyan más a su partido que a Trump, revirtiendo una tendencia ascendente del expresidente que se había mantenido durante toda la campaña electoral del 2020.

En pocas palabras, para un porcentaje cada vez más amplio al interior del Partido Republicano, la deuda de gratitud que tenían con Donald Trump quedó pagada al respaldarlo el año pasado y no sienten un deber moral de mantenerle el cheque en blanco de cara a las elecciones intermedias del 2022 o las siguientes elecciones presidenciales en 2024.

Finalmente, las mismas encuestas que reflejan su fortaleza al interior del GOP demuestran que su apoyo entre los independientes se ha desplomado, y sin ese apoyo es esencialmente imposible ganar una elección abierta. De acuerdo con Ipsos, apenas 19 % de los independientes cree que a Trump le robaron la elección del 2020 y un 58 % considera que no debería lanzarse como candidato en 2024.

Tercero. En el partido Republicano están consolidándose nuevos perfiles con relevancia nacional y con la ventaja de ofrecer una perspectiva fresca, que al mismo tiempo es lo suficientemente cercana al movimiento de Trump como para evitar un cisma al interior del movimiento conservador. Específicamente me refiero al gobernador de Florida, Ron DeSantis, cuya casi impecable gestión de la pandemia lo ha convertido en referente, al grado de que ya supera a Trump en algunas de las encuestas rumbo al 2024 y ya provoca terror en la prensa de izquierda.

Trump está de regreso, pero su futuro sigue en el aire

El propio Trump ha barajado públicamente la opción de que en 2024 DeSantis lo acompañe como su candidato a vicepresidente, pero si el gobernador gana su reelección en 2022, será muy probable que él encabece la boleta republicana. Y también podría surgir alguien más. Muchas cosas pueden suceder en los 2 años que nos separan del arranque de las primarias del GOP rumbo al 2024.

Por lo pronto, navegando en ese reino de las posibilidades, Trump reafirmó en Ohio que “ganamos la elección dos veces, y es posible que tengamos que ganarla una tercera vez”, aderezando su arenga con otra promesa, la de que “recuperaremos la Cámara de Representantes, recuperaremos el Senado y recuperaremos América, y lo haremos pronto”.

El tiempo dirá si logra cumplir su promesa y si lo hace desde la boleta electoral, pero una cosa queda clara, en voz de quienes lo apoyaron en su evento de este fin de semana en Ohio “Trump no se rinde”. Y sí, Trump está de regreso, pero su futuro sigue en el aire

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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