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Trump vs McConnell: Segunda ronda en la lucha por el Partido Republicano

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Corría la noche del 13 de febrero, apenas unos minutos después de que Trump fuera absuelto de su segundo impeachment, cuando un senador de alto rango se levantó de su asiento y lanzó a un ataque frontal al papel del expresidente en el ataque al capitolio del 6 de enero. “No hay duda, ninguna, de que el presidente Trump es responsable práctica y moralmente de provocar los eventos de ese día”, dijo el senador.

Escuchando el discurso, probablemente habrías imaginado que esas eran las palabras de un senador que votó para condenar a Trump, quizá Schumer o Romney. Pues, te equivocarías. Esas fueron las palabras del republicano de más alto rango en Washington, DC, el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, que hace unos momentos había votado en contra de la condena y ahora ponía toda la responsabilidad política o los aborrecibles acontecimientos de enero a los pies del expresidente.

McConnell escudó su decisión de absolución en la constitucionalidad, diciendo que cualquier castigo sería responsabilidad de los tribunales ahora que Trump era un ciudadano privado. Sin embargo, sus declaraciones en el pleno del Senado son una gran muestra de la profunda división que consume al GOP, un conflicto sobre el futuro del partido. O, para ser más sinceros, una pelea sobre el futuro papel que debe tener Trump en la dirección del partido.

Trump vs McConnell: de la desconfianza a la cooperación y a la guerra

Mucho se ha hablado de la relación entre Trump y el establishment republicano en Washington DC. Sin embargo, nada resume esa asociación como los altibajos personales de la alianza Trump-McConnell, que pasó de la desconfianza a la cooperación y la aceptación y luego a la guerra abierta.

Recordemos que antes de que ambos trabajaran juntos para aprobar una histórica baja de impuestos, nombrar a tres jueces del Tribunal Supremo y un número récord de jueces federales, ambos políticos dejaban ver abiertamente su escepticismo mutuo. Fue McConnell quien en junio de 2016 condenó muchas de las incendiarias declaraciones del entonces presunto candidato Trump como “escandalosas e inapropiadas” y Trump se mostró muy molesto por el fracaso inicial del Senado de la derogación del Obamacare, diciendo a McConnell que “volviera al trabajo” en una ráfaga de tuits en agosto de 2017.

Sin embargo, a medida que avanzaba la administración Trump, ambos líderes coordinaron sus esfuerzos y gestionaron una serie de políticas (como los pregonados recortes de impuestos y el acuerdo renegociado del TLCAN) que fueron elogiadas tanto por el establishment como por los conservadores de base. Además, McConnell vio a Trump como un aliado útil para perseguir uno de sus principales objetivos desde que empezó a ejercer la función pública hace casi cuarenta años: nominar y confirmar a los jueces federales, una hazaña que McConnell no perdió la oportunidad de destacar.

Todo esto cambió durante los dos últimos meses de la presidencia de Trump. Al principio, McConnell jugó a lo seguro y se mantuvo relativamente callado sobre los desafíos legales del expresidente destinados a anular los resultados de las elecciones de 2020, argumentando que el presidente estaba “en su derecho.”

Sin embargo, a medida que las impugnaciones legales fracasaban, McConnell empezó a cambiar su retórica. Reconoció inmediatamente la victoria de Biden después de que el Colegio Electoral emitiera sus votos en diciembre y se opuso enérgicamente a los intentos de desafiar el proceso de certificación el 6 de enero, algo que enfureció a Trump, que le llamó “débil e ineficaz RINO” (Republicano sólo de nombre, por sus siglas en inglés).

Tras el asalto al Capitolio el distanciamiento fue aún mayor con McConnell desautorizando a Trump diciendo que el presidente “alimentó con mentiras” a la turba y que “provocó” el ataque. Los días dorados del pacto Trump/McConnell habían terminado.

Efectivamente, Trump no esperó mucho para contestar las acusaciones de McConnell, haciendo público un comunicado donde condenó al senador Republicano y lo calificó como un “operador politico rígido, infeliz y resentido” y añadió que él nunca “hará lo que se necesita hacer, lo que es correcto para el país”. Con la amenaza del Impeachment neutralizada, podemos esperar más declaraciones similares del expresidente en los próximos meses. La guerra total por el alma del Partido Republicano ha comenzado.

Aunque el experimentado líder del Senado no diera el “golpe de gracia” al futuro político de Trump al paralizar y votar en contra del segundo juicio político, McConnell ha trazado claramente las líneas de batalla, quiere recuperar la mayoría en el Senado y considera que Trump es un obstáculo para ese objetivo, de ahí que no quiera que el GOP se transforme totalmente en el partido de Trump.

Mitch Mcconell
Senate Majority Leader Mitch McConnell walks from his office to the Senate floor on Capitol Hill in Washington, DC, USA, 20 December 2020. After passing a two-day stopgap funding bill, Congress faces another deadline in order to avert a partial federal government shutdown. Leaders want to tie a COVID-19 stimulus relief package to a funding bill that would fund the government through September 2021.
Trump contra el establishment: ¿Segundo round?

En 2016, Trump luchó contra el establishment y ganó. Cinco años después, tras perder unas elecciones y dejar el cargo en medio del caos del 6 de enero, se enfrenta a algunas similitudes con las elecciones de 2016. Algunos miembros del establishment están ansiosos por pasar la página de la era Trump, una mezcla de beneficio político (algunos quieren ser el candidato de 2024), y un sincero disgusto por el asalto al Capitolio.

El GOP está en un dilema: Trump sigue siendo una figura bastante popular dentro de la base del partido y su retórica aprovechó la angustia y las preocupaciones de millones de americanos y las convirtió en votos, sin embargo, ese mismo personaje también fue considerado demasiado tóxico para la mayoría de los votantes (especialmente en los suburbios) y puede hacer que el camino para recuperar el control en DC sea empinado.

McConnell tiene un papel delicado que desempeñar. Si decide inclinarse demasiado en contra de Trump o de los candidatos a las primarias trumpistas, podría enfurecer a la base, poniendo en peligro las posibilidades del GOP de ganar las elecciones generales o, incluso, su propia posición dentro de la élite del partido.

Por otro lado, si no actúa, entonces es muy probable que el expresidente finalice la toma de control del partido que inició en 2016. Como dijo en una entrevista a The Wall Street Journal “eso puede implicar o no tratar de afectar al resultado de las primarias”.

Trump, por su parte, se enfrenta a algunas dificultades por sí mismo: la posibilidad de problemas judiciales, el bloqueo permanente que ha sufrido en las principales redes sociales y un legado presidencial empañado por su papel en la crisis de enero. No obstante, sería una tontería pensar que el presidente no tiene posibilidades de convertirse en el candidato de 2024, como han sugerido algunos senadores, pues sigue siendo muy popular entre las bases y ya ha derrotado al establishment en otras ocasiones. Si el plan del establishment es que Trump se vaya solo, pues no han aprendido nada en los últimos cuatro años.

El escenario está preparado para una nueva batalla por el alma del Partido Republicano. Seamos claros, Trump ha dejado una marca irreversible en el partido, la pregunta ahora es si el GOP continuará el camino hacia la retórica más tóxica y, francamente, irresponsable que Trump desplegó en los últimos meses o si decidirán tomar lo bueno que Trump ha hecho mientras rechazan lo malo. La decisión final, como siempre, estará en manos del votante americano.

Daniel is a Political Science and Economics student from the University of South Florida. He worked as a congressional intern to Rep. Gus Bilirakis (FL-12) from January to May 2020. He also is the head of international analysis at Politiks // Daniel es un estudiante de Cs Políticas y Economía en la Universidad del Sur de la Florida. Trabajo como pasante legislativo para el Representate Gus Bilirakis (FL-12) desde enero hasta mayo del 2020. Daniel también es el jefe de análisis internacional de Politiks.

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