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Trump versus Biden: impuestos y gasto público

Por Sebastián Rodríguez Durán:

En la que es tal vez una de las elecciones más divididas de las últimas décadas, Donald Trump y Joe Biden se disputan el favoritismo de millones de electores en medio de fuertes tensiones entre republicanos y demócratas. Estas elecciones representan no solo una puja ideológica, los ciudadanos definirán a quién respaldarán para que se enfrente a una coyuntura inusual producto de la pandemia y la cuarentena. Esta situación particular hace que uno de los puntos más cruciales para los electores sea la recuperación económica. Aquí desglosamos los puntos clave de ambas propuestas en dos variables fundamentales de la política económica: impuestos y gasto público.

Los impuestos según Trump

El actual presidente Donald Trump ha enfocado su propuesta en una reducción de las tasas de impuestos, que incluyen disminuir la tasa de impuesto de renta (income taxes) para individuos, expandir los créditos ficales por hijos (child tax credit) e incrementar las excepciones fiscales estatales (estate tax exemptions). 

El foco principal de su propuesta consiste en extender el recorte de impuestos sobre la renta que realizó en el 2017 y que vencería en 2025. Paralelamente, aunque no se ha hecho una propuesta formal, el presidente Trump ha mencionado su intención de reducir los impuestos de nómina (payroll taxes). Adicionalmente, Trump ha hecho énfasis en algunas reformas adicionales como establecer un crédito fiscal por donaciones voluntarias a programas de becas del gobierno y la posibilidad que beneficiarios de medicare con altos deductibles en su plan de salud realicen contribuciones descontables de impuestos a cuentas de ahorro para salud. 

Finalmente, la propuesta de impuestos del actual gobierno se centra en la reducción de tasas para empresas, principalmente a través de permitir que los gastos de capital en ciertos activos sean deducibles. También ha propuesto un programa “Made in America” que busca otorgar créditos fiscales a aquellas corporaciones que inviertan en Estados Unidos o traigan de vuelta manufacturas que tienen en otros países.

Los impuestos según Biden

Contraria a la perspectiva de Trump, el exvicepresidente plantea en su plan de gobierno un aumento en los impuestos, con énfasis en el incremento de tasas para empresas e individuos con ingresos superiores a los 400,000 dólares al año. El plan de Biden pretende recaudar 4.1 trillones de dólares en los próximos 10 años de los cuales cerca del 50 % están enfocados en las empresas, subiendo la tasa de impuesto de renta corporativo del 21 % al 28 %. Además, Biden contempla imponer un impuesto del 15 % sobre la renta contable o en libros (book income), incrementar el impuesto en ingresos internacionales que realicen las empresas a través de subsidiarias y retirar subsidios fiscales a sectores industriales como el de los combustibles fósiles. En el rubro de corporaciones, Biden tiene una propuesta similar a Trump de “Made in America” y buscaría dar créditos fiscales a empresas que trasladen operaciones de vuelta a Estados Unidos.

El candidato demócrata plantea también recaudar más tributos a través de un impuesto de nómina (tax pay roll tax) del 12,6 % para ingresos anuales superiores a 400,000 dólares. De la misma forma, busca eliminar ciertas excepciones fiscales vigentes al mismo grupo de contribuyentes e imponer un impuesto relacionado con las ganancias de capital no ejecutadas al momento de la muerte del individuo.

El gasto público según Trump

De ser reelegida la actual administración, el presidente buscará reducir el gasto del gobierno. Sobre todo, aquel enfocado en algunos programas de subsidios. Los recortes estarían enfocados en los pagos de Medicare para educación médica de posgrado, atención no compensada, deudas incobrables y consultorios médicos de propiedad de hospitales.

El presidente plantea también la posibilidad de recortes en pagos a la seguridad social estatal y la reducción de beneficios de salud y de jubilación para empleados gubernamentales federales. Plantea un cambio en el programa de créditos estudiantiles que eliminen la existencia de múltiples planes basados en ingreso y consolide una estructura única de interés fijo.

Trump planea reducir la participación del gasto del Estado concentrada en seguridad social; no obstante, también propone el aumento del gasto en otras áreas como defensa e infraestructura. El éxito de un verdadero recorte en el gasto estará sin embargo sujeto a la negociación con un congreso que puede ser de mayoría demócrata y no afín a la reducción del gasto.

El gasto público según Biden

En corriente con su plan de impuestos Biden busca incrementar el gasto del estado en varios ejes. Por un lado, propone un gasto en infraestructura en el orden de 2.4 trillones de dólares y un gasto de 1.9 trillones en educación pública y subsidios que incluyen un plan de no pago para educación superior para ciertos hogares. También gran parte del gasto estará destina a subsidios de baja médica hasta por doce semanas y la posible ampliación del seguro de desempleo.

El plan de Biden se enfoca en gasto de lo catalogado como “safety net” o seguridad social y un componente de infraestructura, sin embargo, muchos de los planes propuestos se enfocan en un recaudo no sostenible con la subida de impuestos planteada y requerirán niveles considerables de deuda o una reforma de impuestos adicional en el futuro.

Dos perspectivas

Los candidatos tienen propuestas diametralmente opuestas y una vision distinta del camino a la recuperación. Por un lado, Trump opta por facilitar el dinamismo empresarial y en reducir el gasto. Biden por su parte se enfoca en aumentar el gasto público financiando una parte de este con el incremento de impuestos a empresas y altos patrimonios.

La perspectiva de Trump intenta, desde una óptica que podríamos llamar liberal, reducir los impuestos para que las empresas puedan crecer en un entorno de estrés financiero como el actual, y de esta manera generar empleos sostenibles. Este proceso estipula una reducción en impuestos durante los próximos diez años de 1.9 trillones de dólares según cálculos de Moody’s. Esta estrategia tiene que ir acompañada de una reducción del gasto estatal para ser posible y estará enfocada sobre todo en programas de subsidios, Medicare y seguridad social. Con su propuesta actual, se estima una reducción del gasto público en el orden de 700 billones de dólares. Si Trump logra la reelección debería ser aún más agresivo para optimizar la situación fiscal de los Estados Unidos; sin embargo, es poco probable que una reducción mayor logre consenso en el congreso. El crecimiento del déficit estipulado que generarían el plan del actual presidente se estima en 1 trillón de dólares.

En la otra orilla del espectro político, Biden aboga por más gasto público. Moody’s calcula que el plan del demócrata plantea un aumento de 7,3 trillones de dólares en gasto publico y aumento en los impuestos que representarían 4,1 trillones de dólares en el mismo periodo. La perspectiva de Biden es que el gobierno puede suplir el papel de la empresa privada en la generación de empleo, sin embargo, esta perspectiva muchas veces resulta errada. De hecho, en el plan de recuperación de Obama liderado por Christina Romer la evidencia mostró que el empleo fue el mismo que en un escenario sin las politicas aplicadas a pesar de los altos niveles de gasto. Biden ignora que una subida de impuestos a las empresas restringiría su crecimiento y sus inversiones en capital en una coyuntura como la actual, posiblemente afectando el empleo y el crecimiento económico. Su plan de gasto tiende a ser muy agresivo y necesariamente deberá ir acompañado de mayor deuda pública. El crecimiento del déficit bajo las propuestas de Biden se estima en 2.6 trillones de dólares.

Si bien el gasto gubernamental puede sonar atractivo en forma de propuestas, es importante recordar que todo gasto debe ser financiado por un ingreso, ya sea en forma de impuestos, deuda o en el peor de los casos emisión. La coyuntura económica demanda que los candidatos tengan estos factores encuentra ya que el mal uso de la deuda y la emisión monetaria en momentos de fragilidad económica pueden generar una espiral descendente que condene a la sociedad estadunidense a una situación económica insostenible.

En las elecciones de noviembre se definirá la perspectiva que los americanos deseen tomar para la recuperación, una orientada en la libre empresa y en el dinamismo empresarial para enfrentar la crisis. Otra enfocada en aumentar el tamaño del Estado y que piensa que la salida es el gasto. Lo cierto es que de esa decisión dependerá el desempeño de la economía no por los próximos cuatro años, sino tal vez por la próxima década.


Sebastián Rodríguez Durán es economista y fundador de InvexValue.

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