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Tuber, el nuevo disfraz del comunismo chino

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El 8 de octubre fue lanzado en China el navegador «Tuber», que les permite a sus usuarios tener acceso al internet occidental y a famosos servicios como Google, YouTube, Facebook y Twitter, que han sido bloqueados por el Gran Cortafuegos, proyecto de censura masiva del régimen chino creado en 1998. Sin embargo, Tuber, lejos de ser un curioso —aunque magnífico— loophole en la vigilancia totalitaria del Partido Comunista, limita las búsquedas y el campo de acción de quien lo usa.

Las limitaciones que impone el navegador están dirigidas hacia contenidos políticamente sensibles. De acuerdo con las pruebas realizadas por el personal del blog TechCrunch y según a lo reportado por Reuters, palabras claves como “Tiananmen” o “Xi Jinping” no arrojan resultados. Además, el navegador trae otros riesgos, puesto que para su uso es necesario el registro de un número de teléfono chino vinculado a una identidad real.

La cara detrás de Tuber: Qihoo 360

Esta iniciativa ha crecido acompañada de una fuerte sospecha. Esto ha llevado a que fuera removida de la tienda de aplicaciones de Android bajo el argumento de «estar en proceso de actualización». El navegador móvil fue creado por la empresa de seguridad china Qihoo 360, quien ha criticado fuertemente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por «politizar negocios» luego de que el Departamento de Comercio incluyera a la megacompañía en la lista negra de entidades.

Para entender un poco más el verdadero trasfondo de Tuber y de las declaraciones de los representantes de la empresa, el CEO de Qihoo 360, Zhou Hongyi, también es miembro de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, órgano del régimen conformado por el Partido Comunista de China (el PCCh y el Frente Unido) y uno de los vicepresidentes de la Asociación China de Ciberseguridad (CSAC). Según el Center for Strategic and International Studies la CSAC es una institución tentáculo del PCCh que «se alinea con el gran esfuerzo del presidente Xi para consolidar y centralizar poder sobre la burocracia política de ciberseguridad».

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Zhou Hongyi (derecha) junto al resto de los miembros de la comitiva de Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino. (Foto: Xinhua/Shen Bohan)

De facto, Tuber, por los vínculos directos que sus creadores tienen con el PCCh, representa un cambio en la estrategia de vigilancia e inteligencia política del régimen de Pekín, pasando de un bloqueo frontal y una persecución más minuciosa de VPN ilegales —que había sido la táctica especial de los ciudadanos para burlar el Gran Cortafuegos—, a la creación de una ficticia apertura total hacia la información que pueda mantener engañados a los ciudadanos y dispuestos a ceder sus datos personales.

El cambio en la forma de una política es muchas veces necesario para preservar el fondo, pero cuando persigue intereses totalitarios, es una táctica muy útil para perfeccionar la dominación y hacerla pasar desapercibida. En 1998 (4 años después de la llegada del internet al país) el Ministerio de Seguridad Pública creó el Proyecto Escudo Dorado para censurar contenidos que representen una amenaza para la estabilidad política del régimen chino.

Pasar de una persecución directa a un aparente flujo libre de información es ideal para el modelo totalitarista de China. En ocasiones, un afiche que diga «Big Brother is Watching You» puede generar obediencia a través del miedo: una forma válida y foucaultiana de asegurar control, pero cuya duración en el tiempo puede que no sea del todo sostenida. En cambio, crear una ilusión de tranquilidad, de apaciguamiento —de reivindicación, quizás— puede crear las condiciones y el ambiente propicio para generar confianza en los usuarios, lo que le permitiría a la dictadura china acceder facilmente a la información de estos.

Los innegables vínculos que poseen los creadores de Tuber con el régimen de China levantan sospechas sobre si el objetivo real de la aplicación es, de hecho, sobrepasar el Gran Cortafuegos establecido por el Partido Comunista desde hace décadas, estableciendo así un nicho de libertad de expresión para los ciudadanos, o si en realidad es un mecanismo de vigilancia perfeccionado.

Julio M Shiling, political scientist, writer, director of Patria de Martí and The Cuban American Voice, lecturer and media commentator. A native of Cuba, he currently lives in the United States. Twitter: @JulioMShiling // Julio es politólogo, escritor, director de Patria de Martí y The Cuban American Voice. Conferenciante y comentarista en los medios. Natural de Cuba, vive actualmente en EE UU.

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