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Luego de que Twitter censurara la cuenta del diario satírico The Babylon Bee por bromear con la identidad sexual de Rachel Levine, la cuenta personal de su editor jefe, Kyle Mann, también fue bloqueada. La medida fue tomada luego de que este bromeara sobre los dobles estándares de la plataforma usando el genocidio de los uigures en China como referencia.
“Quizás nos dejarán entrar en nuestra cuenta de The Babylon Bee en Twitter si tiramos a algunos miles de uigures en un campo de concentración”, decía el chiste de Mann sobre la censura del medio digital.
Según los estándares de Twitter, el chiste de Mann violó las normas sobre “conducta de odio”, por lo que la plataforma intenta obligarlo a borrar la publicación como condición para que el acceso a su cuenta le sea devuelto.
El CEO del Babylon Bee, Seth Dillon, quien recientemente se negó a eliminar el tweet por el que censuraron la cuenta de su sitio satírico, publicó una captura de pantalla con el ultimatum que Twitter puso contra Mann.
Y, ante la censura, más chistes
Por su parte, el creador del sitio, Adam Ford, también reaccionó al bloqueo de la cuenta de Mann: “Así que, perpetuar literalmente el genocidio no hará que te echen de Twitter, pero hacer bromas criticando a quienes lo hacen, sí lo hará”, tuiteó Ford. “Entendido”.
Y como el humor no se detiene, el propio sitio reaccionó a la censura de sus publicaciones con un chiste: “Portavoz talibán finalmente expulsado de Twitter después de compartir titular de Babylon Bee”, dice en una de sus últimas creaciones.
La famosa cuenta parodia de Babylon Bee, Not the Bee, también creada por Ford, dio cobertura de la censura contra Mann con un comentario satírico: “Supongo que está bien encerrar gente en campos de concentración, pero no bromear al respecto”.
No es la primera vez que el Babylon Bee es víctima de censura por parte de las grandes plataformas tecnológicas. En el pasado, Dillon ha denunciado a las Big Tech por silenciar su publicación por “motivos políticos”, y le dijo a Tucker Carlson en Fox News que no hay nada que los “tiranos” odien más que el humor.
