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Un desalojo no causa una guerra

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A Israel no le perdonan su existencia. Fue así desde que se consumó, en el 48, cuando los países árabes protestaron a que en las Naciones Unidas se acordara la repartición del mandato británico de Palestina en dos Estados: uno para los judíos, que reclamaban su derecho natural e histórico a habitar esas tierras; y uno para los árabes que vivían en la zona y que se suscribían a la noción de Palestina.

Pero hay que recordar que nunca hubo tal cosa como un Estado palestino, más que la voluntad de desligar a los judíos de Judea. Sí hubo, en cambio, la tradición y el apego a Israel por parte de los judíos. El recuerdo de lo que hubo. De lo que en algún momento destruyó Nabucodonosor de Babilonia; y luego los romanos, bajo órdenes de Tito. Entonces el acuerdo de las Naciones Unidas, de noviembre de 1947, para ver qué hacer con el territorio británico, significó la reivindicación de un esfuerzo de siglos por parte del pueblo judío.

Treinta y tres países votaron que sí y 13 se opusieron: las ciudades con mayor población hebrea bajo el control de Israel, las ciudades con mayor población árabe bajo el control de Palestina, y Jerusalén y Belén bajo control internacional de las Naciones Unidas.

Y los judíos, aunque no entendieron muy bien la arbitrariedad de dividir un territorio tan volátil en tres, acataron y celebraron. Los árabes protestaron y se dispusieron, desde ese noviembre de 1947, a buscar obstinadamente la eliminación del Estado de Israel.

La realidad del conflicto árabe-israelí se explica en una sola frase: un bando quiere la muerte del otro. Aunque desde el principio Israel concibió el derecho de Palestina a existir como un Estado, lo mismo no han pensado las naciones árabes que, ante cualquier provocación, aprovechan para avanzar con su voluntad de matar judíos.

Egipto, Siria, Líbano, Irak y Arabia Saudita buscaron acabar con Israel en 1948 y no lo lograron. Luego en 1967, ahora con apoyo de la Unión Soviética. Los árabes fracasaron y nuevamente buscaron destruir a Israel en 1973, en un conflicto que empezó luego de un ataque sorpresa de Egipto y Siria contra Israel en Yom Kipur, el día más sagrado para el judaísmo. Entonces, la Unión Soviética también respaldó a los árabes. Pero tampoco lo lograron.

De cada conflicto Israel salió fortalecido y su superioridad militar, que sorprendió a los árabes, perfiló al Estado judío como el agresor, aunque nunca fue así. Israel aprovechó los ataques para tomarse territorios que luego ofreció a cambio de una paz duradera. Propuesta que los árabes nunca tomaron porque jamás estuvieron dispuestos. Su causa, única e inalterable, es la destrucción de Israel. Simplemente necesitan el detonante.

La opinión pública nunca ha favorecido mucho a Israel, aunque durante sus primeros años de existencia casi todo el mundo Occidental, hasta la izquierda light, veía con buenos ojos al Estado judío. La intención del Gobierno israelí de defender su población ante cualquier agresión y de responder con más fuerza siempre incomodó a la prensa buenista, hipócrita. Y hoy, aunque presenciamos una de las mayores agresiones que han sufrido las ciudades judías, nuevamente el mundo aclama y acompaña la artillería del victimario.

El detonante fue un supuesto desalojo. La decisión derivada de un proceso en tribunales, legítimo, donde cada parte tenía representación, aparentemente generó una cruentísima guerra: los habitantes árabes de un barrio judío dentro de Sheik Jarrah, un distrito árabe en Jerusalén, que se habían tomado unas casas hace décadas que no les pertenecían y que no pudieron demostrar la adquisición o el traspaso de la propiedad, debían desalojar para principios de mayo. Por supuesto que debía de ser así, porque esas propiedades se las quitaron a los judíos en 1948, luego de la primera guerra, cuando la Liga Árabe se quedó con parte del control de Jerusalén y exterminó y expulsó a los habitantes hebreos del pequeño barrio dentro de Sheik Jarrah.

El proceso se llevó en las Cortes y los árabes, incluso, pudieron apelar. El Estado de Israel siempre fue claro en que un judío podía reclamar su propiedad sí y solo sí podía demostrar que le pertenece, que tiene título y si el habitante árabe no podía demostrar el traspaso o la compra. Así fue. Los árabes denunciaron, por su parte, un intento de Israel de expulsarlos. Es mentira, porque Sheik Jarrah continúa siendo mayormente árabe y gozan de plena armonía.

Todo mal, la decisión de la Corte (que fue apelada y que está en veremos), provocó revueltas en Jerusalén. Y en medio de las revueltas, el más inimaginable horror: cientos de cohetes lanzados desde Gaza llovieron sobre Israel. Del 10 al 11 de mayo, casi mil. El grupo terrorista Hamás, autoridad oficial en Gaza y, en parte, también en el resto de Palestina, arrojó su ataque más violento en décadas. Por primera vez, Tel Aviv, Jerusalén, Haifa, Lod bajo una lluvia de misiles.

Imagina ser libre. Vivir en un país próspero, cosmopolita, y que de un dia para otro empiecen a llover misiles. Que ocurra en Londres, en París, en Nueva York o en Madrid. Ocurrió en Tel Aviv. Ocurrió en Jerusalén. Millones de judíos, familias enteras, tuvieron que correr a refugiarse bajo tierra. Y hoy siguen ahí, mientras cohetes impactan las casas y las calles.

El grupo terrorista Hamás asesinó a varios civiles, entre ellos niños y ancianos. ¿Y qué esperaba el mundo, qué esperaban los palestinos? Que el Gobierno de Netanyahu aceptara el asedio como parte del derecho de Hamás a matar judíos. Pues no: Israel respondió. Y respondió como lo ha hecho siempre Israel: con fuerza, mucha fuerza. Porque es que el asesinato de un solo civil, de un solo niño judío, ya justifica la mayor y más letal reacción, aunque chille la prensa ofendida.

Por supuesto que Israel tiene la potencia militar para hacer migajas cualquier estructura en Gaza. Eso lo saben sobre todo los terroristas que gobiernan la Franja, que lanzan y lanzan misiles que cuestan miles de dólares mientras los palestinos pasan hambre y viven en miseria. Y si tenemos que decir que hay que liberar a los palestinos, pues por supuesto: pero de Hamas.

Un desalojo no causa una guerra. Si hoy llueven misiles sobre Tel Aviv o sobre Lod es porque simplemente a Israel no le perdonan su existencia. Fue así desde que se consumó en el 48. Y pudo haber sido una decisión de una corte o que un país decidiera legítimamente mover su embajada a Jerusalén. Cualquier guiño es excusa para esparcir el fuego en Medio Oriente.

Orlando Avendaño is the co-editor-in-chief of El American. He is a Venezuelan journalist and has studies in the History of Venezuela. He is the author of the book Days of submission // Orlando Avendaño es el co-editor en Jefe de El American. Es periodista venezolano y cuenta con estudios en Historia de Venezuela. Es autor del libro Días de sumisión.

3 comentarios en «Un desalojo no causa una guerra»

  1. Cuando en la narración del conflicto se refiere al uno como “Estado de..” y al otro como “Grupo terrorista..” entonces ya se empieza a notar el sesgo ideológico, y se sospecha la conclusión que tendrá el texto.
    Así no se hace periodismo. O por lo menos si se quiere ser leído imparcialmente, quítese la kipá, mientras lo escribe.

  2. El conflicto árabe-israelí es muy complejo y demasiado longevo. Algo innegable es la presencia del pueblo judío en la “tierra prometida” desde tiempos inmemoriales claramente reflejado en la biblia vista está como un libro histórico más no religioso pero con una descripción impecable de lugares, acontecimientos y hechos en general. Por lo tanto negar la presencia desde hace siglos de los judíos en dicha región eds querer cambiar la historia misma. A mi entender, su reconocimiento a partir de 1947 fué un acto de “justicia y sensatez” ante una deuda histórica que la humanidad tenía con dicho pueblo. Desafortunadamente, sus vecinos no lo han podido comprender así aferrados a “paradigmas religiosos” aderezado con mucho fanatismo que impiden la coexistencia pacífica de estos pueblos con el agravante de la presencia antes de la URSS y ahora de los intereses geopoliticos y religiosos del verdadero problema en la region: IRAN!!!
    P. S: En el caso hipotético que se pudiese “neutralizar” la influencia y PENETRACION de Irán en el MEDIO ORIENTE, la región estaría en capacidad de recobrar la estabilidad y fundamentalmente la tan anhelada PAZ!!!

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