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Estados Unidos debe evitar el colapso de México para proteger la seguridad nacional

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¿Y si México colapsa? Esta es mucho más que una pregunta retórica o un cuestionamiento que le interese exclusivamente a los mexicanos. Se trata de un escenario cada vez más probable y de profundas implicaciones para la seguridad nacional de Estados Unidos. Por lo tanto, Washington, los estados y las empresas privadas americanas deberían actualizar o comenzar a desarrollar planes de contingencia en caso de que su vecino del sur caiga en una crisis generalizada.

México es clave

México no es simplemente un vecino incómodo para los Estados Unidos. Por el contrario, es su principal socio comercial, el protagonista (junto con Canadá) de su tratado de libre comercio más relevante y el país de origen de una comunidad (México-Americana) que representa a más del 10 % de la población total de Estados Unidos, que por su parte cuenta en México con una comunidad de expats cercana al millón de personas.

Esa importancia seguirá aumentando en los próximos años, conforme se profundizan las diferencias geopolíticas entre Estados Unidos y China. En resumidas cuentas, cada empresa o producto americano que se instala en China implica financiar directamente a un régimen enemigo, expansionista y decidido a destruir la influencia americana en los mercados del mundo.

Es evidente que Estados Unidos no puede seguir apostándole al gigante asiático y México es la opción natural para reemplazarlo, al menos en parte. La república mexicana ofrece muchas ventajas similares a las de China, con el enorme valor añadido de que, a diferencia de Pekín, el gobierno mexicano no tiene ninguna intención de convertirse en rival geopolítico de su vecino del norte.

Empresarios y gobernantes americanos han entendido esta realidad y desde hace más de 30 años han apostado por México. El resultado es que las cadenas productivas de México, Estados Unidos y Canadá se han fusionado. Tendrán distintas monedas, pero en el fondo comparten economía, y a ello se suman los ya citados vínculos sociales que involucran a millones de personas en ambos lados de la frontera.

En consecuencia, un eventual colapso de México no podría manejarse como un simple asunto de política exterior. A diferencia de Cuba y Venezuela, cuyo colapso bajo regímenes dictatoriales se maneja desde Washington como una crisis diplomática, los efectos de un escenario similar en México no solo se sentirían en las embajadas, sino en todas las regiones, todos los sectores y todas las industrias de Estados Unidos.

Si México colapsa, América perderá mucho más que una playa y un tequila. Imagen: Unsplash
Si México colapsa, América perderá mucho más que una playa y un tequila. Imagen: Unsplash

Los matices del colapso

¿Cómo podría ocurrir este colapso? Podría tomar tres formas:

  • La de un gobierno tiránico de izquierda radical, similar al de Caracas o La Habana.
  • La de una captura abierta del Estado por parte del crimen organizado.
  • La de un Estado fallido donde la inseguridad aumente al grado de afectar masivamente la comunidad americana que vive en México e impedir que los insumos y productos fabricados allí logren llegar a Estados Unidos, algo que despedazaría las cadenas productivas regionales.

En cualquiera de los tres escenarios, la crisis saltaría (en cuestión de días) del escritorio de los diplomáticos a las calles y las empresas en todo Estados Unidos. Casi inmediatamente se evaporarían millones de empleos (ya en 2016 al menos 5 millones de empleos americanos dependían directamente del comercio con México), la frontera experimentaría una presión migratoria sin precedentes y la inestabilidad social resultante multiplicaría los daños.

Lo que ocurre al sur del país es vital para la seguridad nacional

Ciertamente en estos momentos México no es un Estado fallido. A pesar de las constantes masacres y la profunda incompetencia del gobierno, el país está funcionando: las ciudades crecen, las empresas funcionan y las exportaciones llegan a la frontera. En caso de suceder, el colapso no será hoy, ni mañana, ni el próximo mes.

Sin embargo, es igualmente claro que México se sigue deslizando hacia el vacío, y a las preocupantes señales de inseguridad por todos conocidas, se suman en forma cada vez más evidente las alarmas económicas. Para muestra un botón: el 11 de noviembre se dio a conocer que en lo que va del año han salido de México inversiones extranjeras por aproximadamente $13 mil millones de dólares ($266 mil millones de pesos) y Luis Gonzalí, codirector de inversiones de Franklin Templeton, explicó que México ya lleva dos años como el país que más inversiones extranjeras pierde a nivel internacional.

El riesgo de colapso aumentaría drásticamente si López Obrador logra la aprobación de su reforma constitucional que destruiría el mercado eléctrico, una iniciativa que ya encendió la alerta de la industria americana, del embajador Ken Salazar y de decenas de legisladores, tanto republicanos como demócratas, que buscan, al menos, aplazar su aprobación.

Esa misma atención deberán tener respecto a muchos otros temas de la política interior mexicana, especialmente en materia de seguridad pública e instituciones de gobierno y democracia

En pocas palabras, si Estados Unidos quiere dejar de depender de China, tendrá que acercarse más a México y ello implica estar al tanto de lo que pasa al sur de la frontera. La buena noticia es que, a pesar de todo, esa vigilancia será mucho menos costosa que la opción de seguir inflando a Pekín.

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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