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Vacunas y embaucadores

Vacunas y embaucadores

Si algo puede rescatarse de este año y medio de pesadilla colectiva, sea quizás la sarcástica contradicción con la que el populacho académico se ha hecho ver ante el mundo. Dejábase resurgir desde los ecos de la academia las ya tan viejas nuevas alternativas gnoseológicas con las que se hizo entorpecer al desenfrenado protagonismo del quehacer científico.

Que si la ciencia era solo uno más de los infinitos grados del conocer que pueblan el planeta, que si los saberes ancestrales rescatan como ninguno la mejor manera de entender al hombre en su hábitat, que si la celeridad de lo transgénico empujado por la experimentación científica desbalancea el consumo armonioso de los recursos materiales, etcétera. Un hipnótico discurso que enmudeció con la misma celeridad con la que la lluvia se hizo charco.

De repente, el miedo caló entre las costuras desencajadas de una academia altisonante que hizo abrir el paraguas para dar la bienvenida a esas vacunas fecundadas por los más científicos laboratorios antes denostados. Tampoco logró resistir frente a los manejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para celebrar los confinamientos inhumanos que no hubieran dudado en escupir sobre su vulgar perfume occidentalocentrico si la causa hubiera sido favorable a sus intereses gremiales.

Al acecho entre sus cátedras recuerdo como celebraban sones a la multiculturalidad con firme rechazo al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial en su labor de cruentos deformadores de la voluntad pacífica de los pueblos libres. Una hermandad amiga que se ha pasado por el arco del triunfo tan pronto se vio confinada para auspiciar el pontificado pro-OMS “yo me cuido-yo te cuido”, felices, desde sus modernos computadores.

Moraleja: no se fíen de los melodramáticos académicos que copan nuestras universidades. Nunca dicen lo que piensan y pocas veces piensan lo que dicen. Así que tampoco “paren bolas” cuando desde su petulante arrogancia hacen uso del capitalismo para amenazar a los jóvenes y amedrentar a las abuelitas (¡capitalismo atroz que anega nuestra alegría!).

Porque nuevamente el cinismo llena la copa que los ve beber. No ha sido China, tampoco Cuba, ni tan siquiera la madre patria, sino América quien vacuna gratuitamente a todo aquel que pone sus huesos sobre su alfombra. No preguntan, no reclaman; solo inyectan.

¡Y qué dicha! que esos académicos otrora ennegrecidos por su hondo resentimiento obren quizás tapándose la nariz y pongan sus dos felices brazos confiados en el capitalismo que denostan y su sangre inoculada por el favor de la ciencia que difaman.

Militar asignado al Task Force Spartan COVID Vaccination Testing Team administrando una vacuna contra el COVID-19. (Flickr)

Antonini de Jiménez es doctor en economía, andaluz profesor universitario en Colombia y autor del libro “Despierta, razones contra una vida en aislamiento”.

Antonini de Jiménez

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