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Venezolanos en Iquique: ¿migrantes ilegales o refugiados?

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Infelizmente hemos presenciado un capítulo más del ya bastante dilatado drama venezolano y que como era predecirlo afecta la paz, la estabilidad y la seguridad hemisférica. Claro, no faltará algún crítico que me diga que las oleadas migratorias son un fenómeno normal en el mundo post-Guerra Fría, lo cual, también es muy cierto. Pero estas oleadas de migraciones en su mayoría han respondido a crisis internas y la violencia generada por guerras civiles o hambrunas en África.

Sin embargo, el caso venezolano en gran medida ha sido culpa de la falta de voluntad y determinación –cuando no complicidad- de los mismos gobiernos de América. En ese sentido hoy me remontaré a los años del inicio del autoritarismo en Venezuela, Quiero comenzar estas líneas recordando las palabras del entonces secretario general de la OEA, César Gaviria Trujillo quien a quien le correspondió enfrentar la primera crisis del Gobierno de Hugo Chávez, en el 2002, quien en sus últimas visitas al país durante su estéril misión, sentenció: “Los problemas de los venezolanos, lo resuelven los venezolanos”.

Una declaración por demás ridícula, viniendo del máximo órgano interamericano encargado de velar, proteger y defender la democracia en América, aunque, esa frase terminó siendo la máxima de los gobiernos de la región, salvo Álvaro Uribe quien no escatimó esfuerzos para denunciar tempranamente la gran amenaza que representaba Chávez en el Gobierno. El resto, eran los cómplices que con nula estatura moral cerraban los ojos antes los abusos de Chávez a cambio de unos cuantos barriles de petróleo entre otros “regalos” del Chávez, ese gran “club de aduladores” lo integraron en su gran mayoría los Estados-islas de El Caribe y sus socios mayores, Castro, Lula, Evo, Correa y el obispo gozón (Lugo), con un poco de más distancia Bachelet y Tabaré Vázquez.

De vuelta, la inacción por parte del entonces gobierno de George W. Bush, que estaba concentrado en la guerra contra el terrorismo en el Medio Oriente y la complicidad de la gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos, son en gran medida, ese poderoso factor que permitió que esta horda criminal neocomunista secuestra el poder en Venezuela. Todo lo que hoy vemos, esa histórica y sin precedentes migración que hoy ronda ya los casi 6 millones de personas, es la consecuencia de la no activación de Carta Democrática de la OEA y de pretender que los criminales chavistas abandonarían el poder mediante mecanismos diplomáticos, como recientemente se intentó con el Grupo de Lima cuando los vientos izquierdistas en Latinoamérica se cambiaron.

Pero de vuelta fueron ineficaces, porque solo mediante la aplicación de la fuerza legítima o la amenaza de recurrir a ésta es lo que eventualmente puede generar un cambio real en la compleja y lamentable realidad venezolana de hoy. Un país petrolero, con gran desarrollo de infraestructura, una sociedad educada, con una clase media pujante y profesional, reducida hoy una sociedad de miserables, donde la inmensa mayoría de la población vive en la más abyecta pobreza, mancillada su dignidad y cooptada su libertad. 

La lógica, es que aquellos que se resistan a “vivir” bajo esas terribles condiciones solo les queda dos caminos: el suicidio o huir. Esos millones que han ido y seguirán huyendo, constituyen una verdadera ola de refugiados, son personas que desesperadamente necesitan de protección, por tanto, el actual institucional de los Estados como de los órganos internacionales (ONU y OEA) debe ser el tratamiento de rigor para una crisis humanitaria. La escala del flujo de personas huyendo del hambre y la mafiocracia neocomunista de Venezuela, repito, rondando los 6 millones de personas, obligan al tratamiento de esta naturaleza y no situarlo como migración ilegal. 

Lo que vimos recientemente en Iquique, no es nuevo, ya ocurrió en Manaos, Brasil. En todo caso, lo que demanda la realidad es que el Gobierno de Sebastián Piñera pueda hacer un rápido esfuerzo para regularizar la situación de los refugiados venezolanos en Iquique como el resto de Chile, apoyados en la experiencia del presidente Iván Duque de Colombia que ha sido expeditivo en esa materia.

Para cerrar, aprovecho para felicitar a estos hermanos venezolanos que están viviendo en plazas, parques y hasta en las playas de Iquique, los felicito porque tuvieron una actitud valiente, se aferraron a la dignidad y la libertad, negándose enfáticamente ante el burócrata adulón de chavista, Arévalo Méndez el indigno embajador de Maduro ante el Gobierno de Chile, quien le ofreció un vuelo a Maiquetía (Venezuela) mediante el programa “Vuelta a la Patria”. 

Nahem Reyes is a PhD in history from the Andrés Bello Catholix University and associate member of the American Studies Center of the Central University of Venezuela. // Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.

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