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Los migrantes venezolanos en México, cegados por la nueva normativa migratoria de Biden

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Los migrantes venezolanos en México se enfrentan ahora a obstáculos adicionales después de que el gobierno de Estados Unidos anunciara la semana pasada nuevas normas migratorias, entre ellas la deportación inmediata a México de los indocumentados que crucen la frontera desde ese país sudamericano.

Las autoridades municipales de San Pedro Tapanatepec, en el estado de Oaxaca, una de las principales estaciones migratorias del sur de México, afirman que más de 8.000 extranjeros -más del 80% de ellos venezolanos- están ahora varados en un gran campamento instalado allí en agosto por el Instituto Nacional de Migración.

Entre esa masa de humanidad hay un grupo de 12 venezolanos que han recorrido más de 700 kilómetros desde que entraron por primera vez en México.

Dos miembros del grupo -Yarly y Antonio Rodríguez- partieron inicialmente con cuatro menores el 3 de agosto desde Venezuela y entraron a México 19 días después por Ciudad Hidalgo, estado de Chiapas, el principal punto de cruce de la frontera internacional con Guatemala.

Desde allí, viajaron 290 km hasta San Pedro Tapanatepec, donde el 4 de octubre se les expidió un permiso de salvoconducto que les permitió permanecer en México durante siete días.

Posteriormente llegaron a un cruce en la ciudad de Oaxaca, donde han estado mendigando a los automovilistas con la esperanza de reunir suficiente dinero para avanzar una distancia adicional de más de 3.000 km hasta la frontera entre México y Estados Unidos.

Pero el 12 de octubre sufrieron un gran revés por parte del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que anunció ese día un nuevo proceso de aplicación de la ley de migración específicamente para los venezolanos.

Esa agencia dijo que, en virtud de las nuevas acciones conjuntas con México, se había establecido un proceso para “llevar de forma legal y segura hasta 24.000 venezolanos que cumplan los requisitos para ir a Estados Unidos” por avión.

Sin embargo, el DHS anunció en ese mismo comunicado que, “con efecto inmediato”, los venezolanos que entren ilegalmente a Estados Unidos por tierra serán devueltos al otro lado de la frontera.

“Aquellos que intenten cruzar la frontera sur de Estados Unidos de forma ilegal serán devueltos a México y no podrán acogerse a este proceso en el futuro”, dijo el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, en el comunicado.

La política marca un cambio abrupto, ya que antes del miércoles pasado a los venezolanos indocumentados que entraban a Estados Unidos se les permitía con frecuencia quedarse mientras se revisaban sus solicitudes de asilo.

Sin embargo, Antonio sigue sin desanimarse en su objetivo de llegar a Estados Unidos y encontrar un trabajo bien remunerado como obrero de la construcción, a pesar del cambio de política y de que su permiso de salvoconducto en México ya ha expirado.

“Este es un permiso que te dan en San Pedro… Tapanatepec. Te dan siete días para salir del país. No te puedes ir en siete días”, dijo Antonio a Efe durante una pausa en su labor de mendicidad.

Las nuevas medidas de Estados Unidos llegan después de que los migrantes procedentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela representaran más de 55.000 de los indocumentados detenidos en la frontera entre Estados Unidos y México en agosto, lo que supone un aumento anual del 175%.

Mientras algunos migrantes como Antonio hablan de seguir adelante en busca de una vida mejor en Estados Unidos, otros migrantes en Tapachula, ciudad fronteriza con Guatemala, han pedido que se les devuelva a sus países de origen.

Pero lo que es más evidente ahora en la ciudad de Oaxaca es la sobrevivencia humana.

“Hola, amigo mío. Ayúdanos, por favor. Somos migrantes venezolanos. Que Dios te bendiga”, rezaba un cartel que llevaba un migrante venezolano llamado Brian pidiendo ayuda a los automovilistas.

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