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María Corina Machado explica su propuesta para tumbar al régimen de Nicolás Maduro

María Corina Machado - El American

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Las falsas elecciones regionales del pasado 21 de noviembre en Venezuela generaron un parteaguas en la oposición venezolana. Quienes participaron en el proceso de la tiranía de Nicolás Maduro son catalogados, internamente, como cómplices del chavismo. Una de las voces que lo ha dicho con más fuerza es María Corina Machado, líder opositora en Venezuela y coordinadora del partido político Vente.

En esta entrevista con El American, Machado explica su propuesta ante el evento del 21 de noviembre y los próximos pasos a seguir. Su planteamiento es que los venezolanos deben votar en un proceso auténtico, cívico, para elegir un nuevo liderazgo opositor. De esta manera, podrá surgir en Venezuela una nueva dirigencia que goce de legitimidad y que no nazca de unas elecciones manipuladas por la misma tiranía.

Luego de las falsas elecciones del pasado domingo 21 de noviembre, lanzaste una propuesta para liberar a Venezuela y construir un nuevo liderazgo. ¿En qué consiste?

Es un momento crucial. La propuesta lo que busca es escuchar lo que la sociedad venezolana dijo, y muy duro, el domingo 21 de noviembre.

Hay que dimensionar lo que significa que más del 70 % de la población simplemente no cayó en esa trampa y no fue objeto del chantaje, del terror y de la mentira que se creó alrededor de todo este proceso. Es algo admirable y hay que darle la lectura correcta, porque ese día el régimen pretendía lavarse la cara, ¡blanquearse!, después de unos años donde la justicia internacional ha ido avanzando, al extremo que el fiscal de la Corte Penal Internacional, en la cara de Maduro, le hizo firmar lo que yo considero que es su propia sentencia (la apertura de la investigación en la Corte Penal Internacional).

En este momento el régimen, desesperadamente, necesita lavarse la cara para dejar a un lado su ilegitimidad y su condición de Estado criminal. Nada le era más conveniente y efectivo que un proceso electoral, y obviamente esto no era una elección. Tenía las formas y la fachada de una elección y tenía los componentes del reparto para hacer creer que era una elección.

Además, le metieron tanto dinero de lado y lado —no solamente del régimen, sino de sus cómplices— a toda la campaña, que, a pesar de que la misión exploratoria de la Unión Europea en un informe demoledor dijo que no estaban dadas las condiciones para participar en este proceso, aun así, lograron que gracias a su alianza con Borrell se prestaran.

Adicionalmente, algo que quizás es lo menos evidente, pero es lo más brutal de todo, es todo el aparato de intimidación con una enorme capilaridad. Es decir, llegando hasta la calle, al jefe de calle, las UBCh, marcando persona por persona y diciéndoles “si no votas no comes” y, aún así, frente a todo este sistema, más de 7 de cada 10 venezolanos dijo “no”. Por eso yo opino que la lectura es que allí se produjo un quiebre. Yo lo llamo un revocatorio de la sociedad venezolana con el régimen de Nicolás Maduro y con una oposición cohabitadora.

Volviendo a la propuesta: a vuelo rasante se trata de construir una nueva oposición o un nuevo liderazgo de la oposición que goce de una legitimidad que partirá de la sociedad venezolana. El venezolano va a poder, creo que por primera vez en estos veinte años, en un proceso que no sea avalado por la tiranía, elegir su liderazgo. ¿Es esa la propuesta? ¿Qué falta ahí? ¿Cómo la estructurarías?

Sí, en cuanto a lo que respondí antes: esa fue la justificación. Es decir, la gente no quiere más esto y la gente entendió que con esa dirección política no vamos a salir de Maduro. Entonces hace falta una nueva dirección política que tenga ciertas características, pero, sobre todo, que tenga un propósito inequívoco. El propósito no es prepararse para las elecciones, o interactuar con pares, ni preparar el plan de desarrollo del país para los próximos 20 o 50 años. No. El objetivo es sacar al régimen del poder.

¿Quién elige esa nueva dirección política? Obviamente lo Maduro está tratando de hacer. Para eso eran estas “elecciones”, para que surgiera un conjunto de individuos a los cuales se les asignan gobernaciones y alcaldías, donde Maduro los convoca al Consejo de Estado y se le ponen de rodillas. Y luego Maduro dice: “Estos son los que van para México”. Ese es el plan de Maduro y de la tiranía.

Obviamente, unos actores económicos, testaferros, con muchísimo dinero que han ido fondeando y metiéndole una cantidad de plata obscena (tú habrás visto las imágenes de cómo fue la supuesta campaña en este país). Ellos quieren imponer los suyo, como esa dirección política. La otra opción es que sea la comunidad internacional y, obviamente, la opción que nos queda es que sea cada ciudadano. La gente ya dijo lo que no quiere, el domingo, ahora debe decir qué es lo que quiere. Quién y para qué.

¿Que esto es difícil? Claro que es difícil, y no solamente por las dificultades logísticas (que son muchas), sobre todo por las resistencias políticas, quienes no quieren que esto se haga. Ya empiezas a ver las primeras reacciones. Porque claro, el statu quo quiere seguir siéndolo y no quiere que lo rete la sociedad.

La probabilidad de que esto ocurra dependerá de la gente y de que los ciudadanos se apropien de esto. Que esta ya no sea una propuesta mía, sino de los ciudadanos. Las reglas y las condiciones surgen del propio debate de la gente. Por eso no quiero ni voy a entrar en detalles de orden logístico, porque creo que sería inapropiado de mi parte.

Hay muchas dudas sobre la propuesta, sobre todo en cuanto a lo logístico. He visto comentarios de gente que te ha criticado que dice: “Me parece sensato, entiendo a dónde va”, pero lo ve inviable. ¿Cómo organizas esto? Porque claramente implica un proceso logístico tremendo —y entiendo si no quieres entrar en detalle en eso—, pero, lo que sí quiero preguntarte es: esto implica un proceso de acuerdos, de consensos, de definir estructuras, porque tú hablas de construir una coalición, ¿cómo y con quién la construyes? Porque debes sumar a los actores que no te quieren para que realmente sea un proceso donde todas las opciones sean consideradas. ¿Hay que acordar con todos esos actores, no?

Bueno, en primer lugar no tiene nada que ver si me quieren o no, porque este no es un proceso que convoco yo, ni que organizo yo, ni que es mío. Este es un proceso de la sociedad. Simplemente lo expuse porque siento que hay operaciones en marcha aceleradas de Maduro creando su nueva pseudo-oposición, y algunos actores económicos haciendo lo propio, y el país se queda en una situación de “¿dónde quedo yo?”, “¿yo no cuento en esto?”.

Lo que yo hice fue plantearla. Ahora viene un momento de construcción conjunta.

Quiero descartar lo logístico primero, porque la gente se queda mucho ahí. Créanme, eso se resuelve. Nosotros hicimos el firmazo en el 2003 y todos nos decían que eso era imposible. Después, el referendum del 2017 y nos dijeron que estábamos locos. Se hizo. Se puede hacer.

Toda esa capacidad organizativa la hay en la sociedad, sin hablar de todo lo que se puede hacer desde la diáspora.

El punto fundamental tú lo has dicho: es la disposición política de aquellos involucrados para entender que el poder lo tenga la gente; eso es lo difícil en este momento. Esos son los que se van a inventar todas las excusas y todas las descalificaciones, para tratar de descalificar la propuesta, cuando en el fondo lo que no quieren es ceder el poder —porque es muy cómodo, cuando tú has estado ahí por 23 años, te has arrogado la representación de las fuerzas democráticas o estás recibiendo más recursos por cómplice, y obviamente quieres que todo se quede igual—.

Obviamente, tenemos claro que por ahí no vamos a provocar la liberación del país. Yo sí creo que esto será viable en cuanto la gente se lo agarre, incluyendo los partidos —porque me impresiona, me ha escrito mucha gente de los partidos cuya dirigencia se prestó para las falsas elecciones. Hay un descontento enorme en las bases—.

Cada quien puede tener los incentivos para construir algo que es mucho más que la elección de un liderazgo. Y, nuevamente, te digo: si son alianzas, coaliciones o individuos… Yo creo que no debo ser yo quien ponga límites al diseño. Lo que creo es que el próximo paso debe ser que se constituya un consejo promotor con gente honorable de distintos sectores y se empiecen a dar todos esos debates.

Muchos dicen, “hay que movilizar”, “hay que buscar nuevas formas de organización”, y yo lo creo; pero para algo que realmente agregue valor y nos acerque a la liberación, no que nos aleje. Por eso me opongo rotundamente al referéndum consultivo que están asomando algunos, porque, perdóname, eso es reconocer a Nicolás Maduro como presidente, cosa que no es, y no lo voy a reconocer ni lo reconozco desde que se robó la elección del 2013 —por la cual me partieron la nariz, precisamente por no reconocerlo—. Menos ahora, con una estructura controlada como la que representa este CNE írrito, esta Asamblea Nacional ilegítima, las Fuerzas Armadas que convirtieron los centros de votación en cuarteles el pasado domingo. El que plantea eso no entiende nada y no está escuchando lo que la gente dijo.

En el video que publicaste utilizaste la palabra “elección”. Y yo creo que es natural que a mucha gente, que incluso te viene acompañando, le haga ruido la palabra. Obviamente, por lo que han sido estos últimos años. ¿Por qué esta elección sí y las otras no? ¿Por qué esta vez estamos hablando de una elección legítima, blindada, confiable?

Porque en esta elección tu voto elegiría. En la del domingo, aquellos que fueron no eligieron; ese día simplemente asignaron. Por cierto, dicen que aumentaron los niveles de participación; una cosa tan burda que nadie se los cree. Y aunque digan lo que digan, los que fueron saben que esos centros de votación estaban vacíos, y los que no fueron saben quiénes no fueron. En el fondo buscaron un grado de legitimación que no obtuvieron en lo más mínimo. Más bien se deslegitimaron.

Ahora, esto sería distinto en tanto la sociedad se organice y, desde luego, hay que buscar múltiples apoyos. Esto está por construirse. Yo me imagino a la sociedad organizándose, estructuras de la sociedad civil, de las asociaciones gremiales. Me imagino individuos que convergen, las asociaciones de vecinos, organizaciones comunitarias; se van creando y hay liderazgos naturales.

Todos aquellos que estemos dispuestos a hacer un planteamiento al país y que compitan unos con otros, podemos proponer nombres de personas que creemos que podrían interactuar para definir aquellos temas que pueden ser complejos y delicados, de tal manera que siempre prevalezca el darle confianza y transparencia a la gente.

Imagina lo que es que pudieras ir a votar manualmente en una caja transparente, quedarte ahí, ver cómo se cuentan los votos, que después los resultados de cada una de las mesas se publiquen en una página de internet donde puedas comparar. Yo creo que además sería una experiencia muy refrescante y necesaria, porque sí creo que es importante que se mantenga vivo el amor y la confianza de los venezolanos en ese ejercicio de la soberanía popular. ¡Ese! y no en las farsas que monta el régimen con sus colaboradores.

Voy a insistir, porque creo que es parte de la incomodidad y la duda que despertó, en mucha gente, tu propuesta. Tú has acompañado procesos electorales en el pasado. Algunos de ellos son las elecciones parlamentarias del 2015 y el plebiscito del 2017. Ambos procesos al final fueron desconocidos, barridos o incluso sirvieron para favorecer a los colaboracionistas. Gente te ha visto a ti acompañando procesos que no prosperaron. ¿Por qué pueden confiar en ti y en tu propuesta los que no creen en un nuevo llamado a elecciones?

Yo lo que estoy planteando es que confíes en ti. Que cada quien confíe en sí mismo y que elija. El planteamiento es: ¿nos vamos a quedar paralizados para que se imponga la dirección política que quieren otros actores? Yo no estoy diciendo que me pongan a mí. Estoy diciendo: decide tú.

Efectivamente, comparto la profunda decepción de cada ciudadano venezolano que participó en la elección del 2015. Vimos una Asamblea Nacional que en cuestión de horas se dejó quitar la mayoría calificada. Te pido que revises quiénes fueron los diputados que votaron en contra cuando desincorporaron a los diputados de Amazonas: están los de Vente, entre muy pocos.

Te puedo recordar también que quizá fue una de las decepciones más grandes, lo del resultado del referéndum popular del 2017, al extremo que, cuando la MUD decidió desconocerlo y participar en esa farsa electoral y en el diálogo en República Dominicana, aún después que la empresa Smartmatic había confesado el megafraude, Vente Venezuela se salió de la MUD y lo dijo públicamente. Dijimos: hasta aquí. Nosotros no formamos parte de eso.

No formamos parte de eso porque la MUD se salió de la ruta del referéndum popular y de la sociedad venezolana. Nosotros nos quedamos del lado de la gente.

Obviamente, sentimos una gran decepción. Reconozco el error de haber subestimado lo que algunos actores —que hoy me doy cuenta de que estaban captados por la tiranía— eran capaces de hacer y por haberme callado algunas cosas que escuché y que vi, porque permití que se usara la unidad como un chantaje, en mi caso. Y de cosas que no debí haber callado, porque tú sabes, esa línea o esa matriz de que si existe una diferencia se debe discutir internamente, pero no se puede hacer pública, como no se pueden hacer públicas denuncias de corrupción. ¡Pero ya va! Quienes están dañando y dividiendo son los que se agarran unos reales, o es el que traiciona el mandato popular entendiéndose con la tiranía. Sí creo que hay aprendizajes y sin lugar a dudas hubo errores.

¿Esto tiene riesgos? Claro, esto no está blindado. Tú usaste la palabra “blindado”, pero para nada. Nosotros estamos en una guerra, con todo lo que ello implica. Es decir, es una guerra no convencional, pero es una guerra desatada. Nosotros tenemos que realinear a los nuestros y, como toda guerra, lo primero es el sentido de pertenencia y el espíritu de lucha que hoy se ha diluido por la gran desconfianza en el desempeño de esa dirección política. Este es un país en pie de guerra, pero que exige otro Estado Mayor, el que la gente quiera.

No estoy subestimando la complejidad ni el momento, pero tampoco estoy reduciendo esto a un evento. Creo que esto es un proceso y creo que esta convocatoria puede detonar un enorme movimiento de organización ciudadana con formas distintas, porque estamos en un momento distinto, y que tiene un carácter obviamente insurreccional. Porque el que quiera acatar lo que diga el régimen, que vea y acepte esos resultados del CNE.

Tú decías al principio que no esperas que la gente confíe en ti, sino que cada quien confíe en sí, porque este es su momento. Y yo ponía un tuit, en estos días, a propósito de varias cosas que leí: mire, si a usted no le gusta María Corina Machado, súmese a su propuesta, este es su momento de rechazarla si no le gusta. Y creo que esa es la oportunidad que se está ofreciendo ahorita: la de rechazar a quienes finalmente no nos gusten. Ahora, esto me lleva a la otra pregunta. Es ingenua, pero tengo que hacerla: ¿vas a ser candidata, supongo? ¿vas a estar postulándote junto a una coalición? ¿No?

Sin duda. No sé cómo, porque no están definidas las condiciones. No es solamente decir “qué”, sino “para qué y cómo”.

Mira, la sociedad venezolana el 21 de noviembre dijo “no” a esto. “No al régimen, no a una falsa oposición cohabitadora”. Y creo que es el momento de decir “sí a esto, para esto y estos”. Creo que eso es tremendamente movilizador.

Hay mucha gente que, resignándose, dice: “Esto es lo que hay”. “La jaula es lo que hay”, “hay que ver cómo conseguimos más alpiste o le ponemos ventiladores a la jaula”. Esa es la posición del derrotado, del que tiró la toalla —por cierto, no debe estar muy incómodo en la jaula, si no tiene apuro—. Porque lo que está viviendo este país cada día que pasa es devastador. Estos tipos, los del régimen, están desintegrando todo, la nación y el Estado, las familias y su arraigo.

Entonces, esta es la urgencia y este es el momento de decir a aquellos que te plantean cohabitación, statu quo, jaula y “esto es lo que hay”: se acabó, porque eso no es lo que hay.

Aquí hay una ruta dura. Sí, es dura, es difícil y que tiene muchos riesgos y va a exigir un nivel de trabajo, de creatividad, de ingenio como nunca nos ha puesto a prueba, pero nos hemos venido forjando para esto. Yo confío en los venezolanos y creo que esta es la hora en que tenemos que sacudirnos.

¿Por qué cuatro partidos van a definir el futuro de Venezuela y se van a repartir espacios a cambio que el país se tire a la derrota? ¡No! Aquí hay muchas ganas de luchar, hay gente buena y decente que quiere vivir en Venezuela, ¡y queremos que se vengan para acá los que se han ido! Este es un gran llamado por el reencuentro del país.

Esto está lleno de obstáculos. Obviamente hay muchísima gente que no quiere que esto se haga. Pregúntate, ¿quiénes son los primeros que no quieren que esto se haga? Obviamente el régimen, los colaboracionistas, los testaferros, los que son hoy esa dirección política que ha fracasado una y mil veces.

¿Y tú, qué quieres? Si tú sí quieres decidir, y tú sí quieres que esto cambie, la gente deba apropiarse de esto. No yo, esto ya dejó de ser una propuesta mía. Esta es una propuesta de la gente.

Si la sociedad te elige a ti o a tu coalición, que imagino que tú liderarías, ¿qué sigue? ¿La ruta es electoral?

Mira, Orlando, yo creo que he sido clara en términos de lo que yo siento que hay que hacer, partiendo de lo que yo considero que está planteado en Venezuela.

Venezuela está secuestrada por una estructura criminal que es un sistema complejo, donde están desde los grupos ideológicamente afines del Foro de Sao Paulo hasta actores de la política global que actúan contra Occidente —como Rusia, China, Irán, Turquía, Siria, Cuba, etcétera— y actores criminales. Toda la fauna criminal del planeta. Toda ha confluido en Venezuela.

Entonces, seamos realistas: ¿cómo se aborda un secuestro prolongado con rehenes, donde además los secuestradores te están matando rehenes todos los días? Entonces, lo primero que se hace es rodear al régimen. Aislarlo del resto del mundo. Le cortas el agua, la luz, la comida, las comunicaciones, las armas, etcétera. Yo te pregunto: ¿cómo están los secuestradores hoy en Venezuela? ¿Le están entrando armas? ¿Le está entrando plata? ¿Le está entrando información? ¡Por el amor de Dios! Obviamente estos secuestradores no están en una posición de ceder nada, hoy. ¿Cómo se va cercando? Fundamentalmente con la justicia internacional. Se ha avanzado, pero eso se detuvo. Y yo creo que eso se detuvo principalmente por un problema de dirección política local, que no estaba comprometida con esa ruta y que, en una buena medida, fue cooptada por la tiranía.

Yo imagino que el nuevo liderazgo que surja de esta propuesta debe tener como prioridad concertar nuevamente a la comunidad internacional, ¿no? Porque hasta ahora, y creo que es un hecho irrebatible, el que goza de legitimidad ante la comunidad internacional es el Gobierno interino —considerando que la comunidad internacional se reduce principalmente a Estados Unidos. La propuesta parece que busca suplantar eso. ¿Esa es la idea? ¿Gozar de esta legitimidad para eventualmente ser un interlocutor ante Estados Unidos?

Mira, la propuesta es muy clara. Tal como la esbozamos en una primera instancia: escoger un nuevo liderazgo, a través del voto de la gente, para liberar a Venezuela. Punto. La legitimidad obviamente surge del respaldo popular, de los venezolanos que estamos aquí y alrededor del mundo. ¿Cómo eso va evolucionando en concretar más aliados? Eso se verá después.

Obviamente, hay que establecer una coordinación. Yo diría que la principal tarea que tiene que hacer una dirección política, además de movilizar, organizar y que exista energía y efervescencia en el país, es coordinar esa fuerza con todas las acciones que desde la comunidad internacional tienen que realizarse. Tiene que haber acciones desde adentro y desde afuera en los términos que hemos hablado. Para eso tiene que haber confianza y establecer esa interlocución fluida, pero eso será posterior y todo dependerá de cómo vaya este proceso.

Claramente aspiras a ser la líder que surja de este proceso, pero ¿qué pasa si no es así? ¿Qué pasa si la sociedad se decantar por, no sé, Guaidó o alguien terrible como Ramos Allup? ¿Tú acatarías? ¿Te someterías a la línea que marque un eventual liderazgo que no nos guste?

Yo estoy convencida de que la sociedad venezolana va a acompañar a alguien que se comprometa con la liberación del país y que genere confianza por su compromiso, por su competencia, por su claridad. De eso no tengo duda. Sea la persona que sea. Sea yo o sea otra. Y yo jamás voy a salirme de esa ruta, de trabajar en ese sentido. Estoy muy tranquila. Muchos me preguntan: “¿Y si ganas? ¿Y si pierdes?”. Bueno, si gano, gano y si pierdo, pierdo. Pero tengo la seguridad que la sociedad venezolana va a escoger una ruta y un liderazgo que no tenga nada en su mente y en su propósito, que sea distinto que su liberación.

Y algo muy importante: con este mecanismo se pueden resolver tres grandes problemas que adolece la oposición venezolana.

Un problema de coordinación, uno de legitimidad y direccional. Esos tres problemas. ¿Por qué? Porque la gente estaría diciendo, ¡el ciudadano!, para dónde y para qué (resuelves el problema de direccionalidad); y estaría diciendo quiénes (resuelves el problema de coordinación); y estaría, con su participación, dándole la legitimidad perdida.

Creo que esta es una fórmula tremendamente poderosa. Tanto, como compleja.

Al venezolano que está hastiado, que quiere libertad, que está afuera y quiere visitar a su familia, que está completamente decepcionado, no solamente de toda la clase política, sino de ti y de la política venezolana en general, que simplemente quiere que lo dejen trabajar, o que quiere, como tú has dicho, y puede ser muy duro, “estar cómodo en la jaula”: ¿qué le dirías? ¿Cómo recobrar la esperanza y que esa esperanza recaiga en ti?

Yo no veo a los venezolanos resignados a vivir en la jaula —quizá algunos que estén muy cómodos—.

Yo encuentro una gran claridad en la gente, en el sentido de que esto es mafia y la mafia avanza, y aunque no quieras, se va metiendo en tu propia casa. Es decir, la única manera de parar esto es derrotándolos, y para derrotarlos hay que enfrentarlos y para enfrentarlos hay que asumirlo.

A mí no me gusta la guerra; nos la declararon ellos a nosotros. Nosotros no estamos preparados para luchar en una guerra, pero nos ha tocado aprender y con un altísimo costo personal en muchísimos sentidos para todos los venezolanos.

No hay una sola familia en este país que no esté desgarrada, separada, lejos unos de otros. Yo puedo entender que la gente no pueda más y se sienta defraudada, que la política no sirve para nada, pero al final, la política te toca la puerta y eso es inexorable.

Es duro, y yo también he sentido esa sensación de náuseas cuando he visto ciertas cosas, porque a mí no me cuentan lo que está pasando en el país. Yo lo vivo todos los días.

Reflexionaba ayer: por este cerco que el régimen me empezó a imponer (primero, que yo no podía aparecer en ningún medio, luego no me dejaron salir del país y no me permiten comprar un ticket de avión), por estas restricciones he podido realmente vivir el país desde adentro.

Yo me paro en todas las alcabalas y no sabes las cosas que me dicen, desde un militar que se cuadra, hasta un policía que llora. Yo sé lo que Venezuela está sintiendo y puedo entender esa sensación de orfandad en el liderazgo. La respuesta a eso es que hay que construir y hay que provocar que muchos nuevos líderes puedan mostrarse, y el país sí entiende que el criterio fundamental tiene que ver con la honorabilidad, con la integridad; es decir, aquí tenemos que encontrarnos. Podemos tener ideas muy distintas, haber tenido posiciones superenfrentadas en el pasado, pero tenemos un elemento en común y es que aquí no puede haber mafia, aquí no puede haber corrupción, no puede haber complicidad, y tenemos un solo propósito que es que a estos los vamos a sacar del poder.

Tenemos que hacer lo que tengamos que hacer. Es duro, es riesgoso, implica volver a levantarse y sacar las fuerzas, pero lo más importante para mí es volver a creer unos en otros. La confianza es lo primero que cualquier totalitarismo busca destruir, porque es lo que hace posible ese tejido social, la cercanía familiar, la convivencia cívica. Pero eso se hace enfrentando el mal, no conviviendo con él. Eso se hace tomando posiciones firmes y no equidistantes con esos valores. Es decir, entre el bien y el mal, entre la justicia y la corrupción, entre la verdad y la mentira, yo no quiero estar en el medio y estoy segura de que los venezolanos tampoco.

Orlando Avendaño is the co-editor-in-chief of El American. He is a Venezuelan journalist and has studies in the History of Venezuela. He is the author of the book Days of submission // Orlando Avendaño es el co-editor en Jefe de El American. Es periodista venezolano y cuenta con estudios en Historia de Venezuela. Es autor del libro Días de sumisión.

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