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Asalto al Capitolio: ¿quiénes son los verdaderos responsables?

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En una entrevista a Fox News, el expresidente Donald Trump afirmó que solicitó 10,000 guardias nacionales para defender el Congreso el pasado 6 de enero. Lo que dijo es cierto. O, al menos, eso fue lo que insinuó al secretario de Defensa: que se requería esa cifra de soldados para defender el Capitolio.

No, no es una invención de Trump para excusarse. En la revista Vanity Fair, en un reportaje titulado «“The President Threw Us Under the Bus”: Embedding With Pentagon Leadership in Trump’s Chaotic Last Week», se lee lo siguiente:

«La noche del 5 de enero —la noche anterior a que una turba de supremacistas blancos asaltara el Capitolio en un asedio que dejaría cinco muertos— el secretario de Defensa en funciones, Christopher Miller, estaba en la Casa Blanca con su jefe de gabinete, Kash Patel. Estaban reunidos con el presidente Trump por “un asunto de Irán”, me dijo Miller. Pero entonces la conversación cambió de marcha. El presidente, recordó Miller, preguntó cuántas tropas tenía previsto enviar el Pentágono al día siguiente. “Le dijimos: ‘Vamos a proporcionar cualquier apoyo de la Guardia Nacional que el distrito solicite'”, respondió Miller. “Y [Trump] dice: ‘Van a necesitar 10,000 personas’. No, no estoy diciendo tonterías. Él dijo eso. Y nosotros decimos: ‘Tal vez’. Pero ya sabes, alguien va a tener que pedirlo'”. En ese momento, Miller recordó que el presidente le dijo: “‘Haz lo que tengas que hacer. Haz lo que tengas que hacer’. Dijo: ‘Vas a necesitar 10,000’. Eso es lo que dijo. Lo juro por Dios”».

Parte del reportaje de Vanity Fair citado anteriormente.

El reportaje, que es una crítica esencialmente a la última etapa de la administración Trump, aunque no se lea tajantemente y tampoco es lo que quiere decir la revista, no profundiza en una lectura que ha quedado entre líneas en muchos reportajes y, hasta ahora, apenas se ha tocado en la opinión pública: ¿y si los disturbios del 6 de enero fueron más complejos de lo que los medios lo presentaron?

Quizás sea una exageración, pero, a priori, hay suficientes hechos para afirmar que se pudo hacer mucho más para neutralizar la toma del Capitolio, las trágicas muertes y esas absurdas publicaciones en redes sociales que avergonzaron a toda la república.

Y claro, la realidad es que, luego de que la izquierda señalara a Donald Trump como el principal culpable de los sucesos del 6 de enero —por su discurso incendiario y la fallida cruzada para cambiar los resultados electorales intentando demostrar un fraude masivo— los medios han dejado de buscar otras razones —directas o indirectas— que provocaron o permitieron que el asalto al Capitolio se efectuara.

Por ejemplo, no resguardar bien la sede legislativa; no defenderla con la fuerza necesaria; o tener una comunidad de inteligencia que no se puso de acuerdo para anticiparse a lo que era evidente.

Capitolio, Asalto, Algo más
Washington (United States), 06/01/2021.- Pro-Trump protesters storm the grounds of the East Front of the US Capitol, in Washington, DC, USA, 06 January 2021. Various groups of Trump supporters have broken into the US Capitol and rioted as Congress prepares to meet and certify the results of the 2020 US Presidential election. (Protestas, Disturbios, Estados Unidos) EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS
No utilizaron la fuerza necesaria: ¿por qué?

«La facilidad con la que los seguidores de Donald Trump lograron entrar al Capitolio para interrumpir la certificación de la elección de Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos fue una de las cosas que mayor sorpresa causó dentro y fuera de USA», se lee en un artículo de la BBC, del 7 de enero.

«¿Cómo fue posible que un número relativamente pequeño de personas asaltara la sede del Congreso del país más poderoso del mundo?», se pregunta el medio. Continúa: «Sin embargo, es relativamente sencilla. Simplemente, las autoridades no utilizaron la inmensa fuerza a su disposición para tratar de evitarlo».

«El porqué, sin embargo, ya es un asunto más complicado».

La BBC explica, entre otras cosas, que la comunidad de inteligencia falló; que la seguridad quedó a cargo de la policía del Capitolio (2,000 hombres) y que no estaban preparados para la repentina irrupción. Al mismo tiempo, analiza que, a diferencia del verano pasado en las protestas “raciales”, no había casi guardias nacionales en DC, solo unos 300.

Además, de los soldados que estaban, la mayoría, en realidad, apoyaba solo con asuntos de tráfico. No protegían al Capitolio.

El medio británico intentó imponer la narrativa de la raza y las diferencias con las que se trató a los simpatizantes de Trump con respecto a los de “Black Lives Matter”. Pero es un mal argumento. En el Capitolio murió gente y hubo represión. Y, la pasividad, no llegó por falta de predisposición del presidente que, como se dijo anteriormente, dijo que era necesario un gran número de guardias para proteger el recinto.

Lo que sí hubo ese día, y que parece se va olvidando con el correr de los días, son imágenes kafkianas citadas por la propia BBC.

«El hecho de que algunos agentes se hicieran selfies en el interior del Capitolio con los asaltantes no hizo más que aumentar las críticas a la actuación policial», informó el medio inglés. «Además, algunos videos mostraban a un agente levantando una barrera para permitir la entrada de los asaltantes. En otros se ve a policías escoltando a los manifestantes por el Capitolio sin detenerlos».

Esto es lo que se vio; una fuerza de seguridad insuficiente, en algunos casos hasta dócil. Luego, cuando ya el Capitolio estuvo tomado, ahí sí llegó la fuerza. Dejando fallecidos, heridos, imágenes terribles y vergonzosas.

La defectuosa información de inteligencia

En una entrega anterior de El American, justamente sobre este tema, explicamos que las inconsistencias de los informes de la comunidad de inteligencia impidieron una buena coordinación, articulación y efectividad de una defensa contundente contra los revoltosos del 6 de enero.

Por ejemplo, un artículo de The New York Times expuso cómo los incongruentes reportes de inteligencia impidieron una respuesta efectiva a las manifestaciones que terminaron con el asalto al Capitolio.

Hubo informes que explicaban la improbabilidad de una toma de la sede legislativa, pero hubo otros que señalaban los peligros de una multitud enardecida que pensaba que les estaban robando las elecciones y debían salvar la democracia americana. Es más, hubo mensajes en redes sociales donde se señalaba que el objetivo, para algunos grupos, era tomar el Capitolio.

Particularmente, lo que más llamó la atención fue que el FBI no alertó sobre lo que se planeaba el 6 de enero; algo que explica el Times en un reportaje.

«Los documentos muestran cómo la policía y las agencias federales encargadas de hacer cumplir la ley produjeron evaluaciones inconsistentes y a veces contradictorias de la amenaza de los ciudadanos americanos que marchaban hacia el Capitolio», se lee en el diario neoyorquino. Según el medio, lo anterior «ayuda a explicar por qué el gobierno no puso más urgencia en los preparativos de seguridad para el peor de los casos».

Y el propio Times admite: «La decisión, ante una inteligencia confusa, de tomar solo medidas limitadas para reforzar la seguridad y preparar los refuerzos, pone de relieve otra cuestión: si, como algunos críticos han dicho desde hace tiempo, las agencias que han gastado dos décadas y miles de millones de dólares reaccionando agresivamente a la inteligencia sobre el potencial del terrorismo islámico se centran de manera similar en toda la gama de amenazas de la extrema derecha de cosecha propia».

¿Qué quiere decir esto? Que eventos como los del 6 de enero suelen tener la atenta mirada de las agencias gubernamentales por ser consideradas potencialmente peligrosas. ¿Cómo es posible que, luego de la polarización social, la cruzada legal electoral de la campaña Trump, los mensajes en redes sociales; y ciertos antecedentes, no se haya actuado con contundencia ante la amenaza?

Steven Sund, quien dimitió como jefe de la Policía del Capitolio después del 6 de enero, mencionó en «una carta no divulgada enviada el lunes a los líderes del Congreso que ‘toda la comunidad de inteligencia parece haber pasado por alto’ las señales de advertencia», subrayó el Times.

«En el caso de la revuelta del Capitolio, Sund hizo una solicitud varios días antes de tropas de la Guardia Nacional, aunque fue denegada en ese momento por sus jefes, los sargentos de armas de la Cámara y el Senado», se lee en el reportaje. «La solicitud de la Policía del Capitolio se debió principalmente a la necesidad de ampliar el perímetro de seguridad alrededor del edificio debido a la magnitud de la manifestación prevista y a su posible duración, y no a ninguna advertencia de los servicios de inteligencia de que pudiera producirse un asalto armado al Capitolio, según una persona familiarizada con la toma de decisiones de la Policía del Capitolio».

Básicamente, se pasó por alto diversos informes de inteligencia que indicaban que, en efecto, se podía tomar con armas la sede legislativa. Y, ante esta posibilidad, cabe la duda: ¿Por qué en lugar de armar el recinto, se optó por una seguridad a medias?

Una falla de seguridad tan grande; en un día tan importante, con tanta información de lo que pudo ocurrir y terminó sucediendo, resulta inverosímil. Y, mucha gente está esperando que se dejen de señalar personalidades o actitudes puntuales, y se de lugar a una investigación profunda y esclarezca muchos hechos.

Capitolio, sede legislativa
Washington (United States), 03/02/2021.- US Capitol Police officers salute as the remains of Officer Brian Sicknick are carried down the steps of the Capitol after laying in honor in the Rotunda in Washington, DC, USA, 03 February 2021. Officer Sicknick was responding to the riot at the US Capitol on 06 January 2021, when he was fatally injured while physically engaging with the mob. (Disturbios, Estados Unidos) EFE/EPA/Drew Angerer / POOL
El sistema falló

Así lo afirma The Wall Street Journal.

«El aparato de seguridad federal, reorganizado tras el 11-S, recibió información sobre la manifestación del 6 de enero, pero no se movilizó para evitar la violencia», se lee en la entradilla de un extenso reportaje sobre el asalto al Capitolio.

De acuerdo con el WSJ, lo que ocurrió es que la «red de seguridad nacional creada tras los atentados terroristas del 11-S para identificar y frustrar las amenazas falló antes de los disturbios del mes pasado en el Capitolio, ya que las fuerzas de seguridad no actuaron sobre la base de los datos de inteligencia sobre la posible violencia y evitaron el asalto».

Lo que explica el medio, es que las oficinas del país que recaban, comparten, analizan y utilizan la información de inteligencia entre las fuerzas del orden de todo el país, «señalaron alarmantes discusiones en línea sobre armas en los días previos a la manifestación del 6 de enero en Washington».

Por ejemplo, explicó el WSJ que una oficina de campo de la Oficina Federal de Investigación llegó a informar de un llamado a la violencia que podía escalar significativamente. También mencionaron que el Departamento de Seguridad Nacional «advirtió sobre la posibilidad de que se produjeran actos de violencia en los días previos a la manifestación, aunque no mencionó ninguna amenaza específica para el 6 de enero».

El problema es que, aunque oficinas federales compartieron información, pese a que se sabía lo que podía llegar a ocurrir en el peor de los casos, «este sistema de advertencia multipunto se rompió, sin generar un seguimiento suficiente, ya que los funcionarios detectaron y desestimaron estas señales mientras que omitieron otras por completo, según las entrevistas con funcionarios actuales y anteriores y una revisión de los documentos internos del gobierno».

¿Qué ocurrió? Lo que se vio. La red de seguridad de DC no estuvo jamás preparada, en gran parte, porque el sistema falló. Y, lo llamativo, es que no pudo organizarse contra un grupo de personas que parecían todo, menos eficientemente orquestadas para vulnerar el Capitolio. Pero lo lograron. Subvirtieron, por primera vez en la historia de Estados Unidos, el Poder Legislativo.

USA, RIP
Washington (United States), 07/01/2021.- A US flag with ‘RIP’ written on seen in front of the US Capitol in Washington, DC, USA, 07 January 2021. Members of Congress certified the 2020 Electoral College in the early hours of 07 January following more than six hours of suspension on 06 January as a result of supporters of US President Donald J. Trump storming and rioting inside the US Capitol following a rally with the President on the National Mall. (Disturbios, Estados Unidos) EFE/EPA/JUSTIN LANE
Una comisión al estilo 11-S para investigar la toma del Capitolio

Las investigaciones desde el palacio legislativo, además, se mueven por tintes políticos. El segundo impeachment contra Trump, que no prosperó, y la comisión al estilo 11 de septiembre son claras muestras de ello.

«Es oficial: Donald Trump ha sido absuelto en el Senado con relación a su responsabilidad en el asalto del 6 de enero. No obstante, aún habrá investigaciones y sesiones para averiguar, con exactitud, qué fue lo que ocurrió. Y la última idea de los legisladores es crear una comisión al estilo del 11-S para investigar los disturbios en el Capitolio», se lee en un artículo anterior de El American.

«Los republicanos han señalado que las pruebas podrían demostrar que los líderes demócratas eran conscientes de la amenaza y que hicieron poco para evitar el ataque del 6 de enero. Los demócratas, que no condenaron a Trump, ven que su ventana para responsabilizar al presidente del caos se cierra rápidamente», se lee en un artículo de Fox News respecto al tema.

Una comisión independiente al estilo del 11-S «elevaría la investigación un paso más allá, ofreciendo un recuento definitivo de los acontecimientos respaldados por el gobierno», informó Fox.

Pero, más allá de una última oportunidad para condenar a Trump para los demócratas, lo verdaderamente relevante de una comisión sería determinar si, en realidad, hubo personas responsables de frenar o entorpecer acciones para la seguridad del Capitolio.

Los dedos apuntan a Trump, en parte con razón, por su discurso incendiario a pocos minutos de que cientos de manifestantes con pancartas de MAGA irrumpieran en el Congreso. Al final, el debate se tensó por la cruzada de la campaña del expresidente para demostrar fraude electoral. Sin embargo, no se puede omitir que la principal razón por la cual ocurrió el asalto al Capitolio fue una tremenda falla de las fuerzas de seguridad. Tampoco se puede omitir que, como dijo el presidente a Fox News y como reportó Vanity Fair a partir de una fuente directa, Donald Trump propuso diez mil tropas para resguardar el Capitolio.

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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