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Xi Jinping desafiado en su propia cúpula totalitaria: ¿qué está ocurriendo en el Partido Comunista Chino?

Xi Jinping, El American

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El 28 de junio, el Departamento de Propaganda del Partido Comunista Chino (PCCh) declaró en su conferencia de prensa sobre la “Década de China” que desde 2012 el partido había concretado “logros históricos” en la construcción de una sociedad próspera en China, sacando de la pobreza a 100 millones de personas de las zonas rurales y logrando un “relativo” pleno empleo.

Un día después de esa conferencia del PCCh sobre la “Década de China”, el primer ministro chino, Li Keqiang declaraba oficialmente todo lo contrario. En sus declaraciones, Li confirmaba que el número de ciudadanos chinos que sufren graves problemas económicos se ha incrementado exponencialmente porque la economía de China “se ha descarrilado”, entre otras cosas, por las políticas adoptadas para combatir la pandemia.

Las críticas de Li no son nuevas. Blomberg reportó como a finales de mayo, en una teleconferencia con cientos de funcionarios, representantes de empresas estatales y firmas financieras de todo el país, Li advirtió que China estaba ante una gran crisis económica. En su teleconferencia, el primer ministro chino, señaló la fragilidad de la economía China y el impacto en los ingresos fiscales del gobierno, explicando que los ingresos presupuestarios nacionales se redujeron en abril en un 5.9 % y los ingresos presupuestarios locales se redujeron hasta un 6.6 %. 

Además, reveló que algunas provincias solicitaron la aprobación de la emisión de bonos de emergencia para superar sus dificultades, pero aclaró que el gobierno central disponía de un solo fondo de emergencia, por lo que las autoridades locales tendrían que depender de sí mismas.

Li en esa conferencia señaló a las medidas contra el COVID como una de las principales causas de los problemas económicos chinos, por lo que solicitó a los funcionarios equilibrar razonablemente los controles contra la pandemia con la necesidad de retomar urgentemente el crecimiento económico. Pero luego del reclamo para priorizar la recuperación de la actividad económica y el crecimiento, Xi Jinping le respondía indirectamente al exigir repetidamente a los funcionarios locales “presionar para que no aparezca ningún caso de COVID” en sus regiones.

A mediados de marzo, Lingling Wei, corresponsal en jefe del Wall Street Journal (WSJ) en China, ya había revelado que según funcionarios gubernamentales chinos y asesores cercanos a Li, el primer ministro habría estado presionando a Xi Jinping para abandonar las medidas que alejaron a China del capitalismo al estilo occidental, porque estaban ocasionando una desaceleración económica peligrosa. 

En septiembre de 2021, la misma periodista había señalado que Xi Jinping ahora apuntaba a frenar el capitalismo chino para retomar buena parte de la visión socialista de Mao. Xi —señaló la corresponsal del WSJ— irá más allá de frenar a los gigantes tecnológicos y apuntará al que el Partido Comunista dirija los flujos de dinero y establezca límites estrictos para la obtención de ganancias de las empresas “privadas” chinas. 

China estaría entrando en una recesión que será peor si insiste en la estrategia de COVID 0 a la que se aferra Xi Jinping. Pero tal vez a Xi le importe más fortalecer el control totalitario del partido sobre el sector “privado” chino que recuperar el crecimiento económico. No hay razón alguna para pensar que Li quiera debilitar el totalitarismo de Beijing. Las diferencias entre Li Keqiang y Xi Jinping son serias; sin embargo, son sobre medios, no sobre fines. 

El primer ministro con menos poder en la historia de la República Popular China está advirtiendo a la cúpula de Beijing que los limitados mecanismos capitalistas del modelo iniciado por Deng Xiaoping no debilitaron sino que fortalecieron, tanto al control totalitario del PCCh sobre la población china, como a la China contemporánea como potencia en el mundo. Logros que pondría en riesgo Xi por motivos ideológicos poco claros y nada prácticos. 

Estamos ante una batalla ideológica en la cúpula de Beijing, es decir que es un limitado conflicto entre el pragmatismo y el dogmatismo dentro del totalitarismo. Se espera que Li renuncie en menos de un año e intente dejar un sucesor que sostenga su línea pragmática. Xi, en cambio, aspirará a que en noviembre los 2,300 delegados del Congreso del PCCh le confirmen un tercer mandato.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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