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“¡Ya chole!” el obradorismo se resquebraja en México

AMLO se aferra al vodevil. Imagen: EFE/Mario Guzmán

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“¡Ya chole!” es quizá una de las expresiones sentidas del lenguaje mexicano. Es un grito de exasperación e impaciencia que solo surge del alma cuando el resto de las estrategias y las metáforas han quedado superadas. Esta semana López Obrador lo cantó desde el podio de sus conferencias de prensa mañaneras, mientras las ambiciones amenazan con fraccionar su amplia pero frágil alianza política, de cara a las elecciones intermedias del 6 de junio.

Para ponerlo en contexto, el presidente López suplicó/exigió el “ya chole” para pedir un alto a las campañas de descrédito lanzadas en redes sociales contra el inminente candidato de su partido (Morena) a la gubernatura del estado de Guerrero, con la novedad que, esta vez, las críticas provienen de los propios obradoristas.

El precandidato en cuestión es Félix Salgado Macedonio, uno de los especímenes más grotescos y despreciables dentro de la de por sí muy grotesca y despreciable clase política mexicana.

Macedonio ha sido referente de la izquierda guerrerense desde hace 30 años, pero saltó a la fama en 2005 cuando se convirtió en alcalde de Acapulco. ¿Se acuerdan de Acapulco, ese destino mundial que en algún momento fue escape y refugio de tantas estrellas de Hollywood y que posicionó a México como un destino turístico de talla internacional? ¿ese lugar al que ahora básicamente se le relaciona con playas sucias, crimen organizado, violencia y turismo sexual? Bueno, pues el declive de Acapulco se aceleró justamente con este señor en la presidencia municipal.

En un país sensato, alguien con la pésima gestión que tuvo Salgado Macedonio habría quedado convertido en paria político, pero en México, no fue así. El tipo se colgó del movimiento obradorista y se ganó el aprecio del ahora presidente, al punto de que le regaló primero una curul en el Senado (en el 2018) y ahora la candidatura a gobernador de Guerrero, es una elección cuyo triunfo tendrá prácticamente asegurado al competir con las siglas de Morena.

"¡Ya chole!", el llamado de exasperación de López Obrador ante la irritación de sus seguidores. Imagen: EFE/José Luis de la Cruz
“¡Ya chole!”, el llamado de exasperación de López Obrador ante la irritación de sus seguidores. Imagen: EFE/José Luis de la Cruz

Acusado de violación

Desde hace años existen más que rumores respecto a las conductas no solo machistas, sino criminales, de Salgado Macedonio, incluyendo una denuncia por violación presentada en 2017; sí, antes de que Morena lo hiciera candidato al cargo de Senador que hoy ocupa. De igual manera, en 2020 se sumó otra denuncia similar y son justamente estas acusaciones las que ha enarbolado una parte del oficialismo para envolverse en la bandera feminista y lanzarse en contra del grotesco político guerrerense, para fastidio de López Obrador.

Macedonio es indefendible. Un tipo cuyo historial, expedientes, ineptitud y propuestas lo hacen verdaderamente tóxico para el país, pero no es por ello que ahora está en el ojo del huracán. Las acusaciones en su contra son más que conocidas en el mundillo político desde hace mucho tiempo, pero fueron ignoradas por completo hasta hace unas semanas. Para acabar pronto, los supuestos feministas dentro del obradorismo no dijeron nada cuando Obrador lo puso en el Senado.

Entonces los voceros del oficialismo no mostraron ni indignación, ni hashtags como: #UnVioladorNoSeráGobernador o #PresidenteRompaElPacto. Ahora sí.

¡Ya chole!… y todo lo que vendrá

El fuego amigo proveniente en contra de Salgado Macedonio es una señal del resquebrajamiento de la alianza obradorista, y este muy probablemente va a empeorar. He aquí la explicación:

Durante la campaña presidencial del 2018, Andrés Manuel López Obrador integró bajo una misma carpa a priístas, progres, uno que otro derechista despistado, algunos tránsfugas del PAN, líderes sociales, activistas, izquierdistas viejos y otras criaturas. Todos esos grupos trabajaron en relativa paz porque los unía la esperanza de que AMLO les abriera las puertas del poder, y así fue.

Sin embargo, todos esos pagarés de influencia política comienzan a vencer, y el problema es que en cada región hay múltiples liderazgos que se consideran a sí mismos como los legítimos acreedores de los tronos municipales y estatales. Sienten que Obrador “se las debe” y se la van a cobrar.

Obrador está ante una difícil situación. El próximo 6 de junio se renovarán más de 2,500 cargos públicos de elección (desde presidentes municipales hasta gobernadores), pero ni eso alcanza para quedar bien con todos los integrantes de su alianza política. En cada municipio y estado con alguien va a quedar mal.

El resentimiento resultante puede convertirse en el principal riesgo para su proyecto político, la izquierda mexicana ya ha demostrado tanto su inmensa capacidad para la adulación y el fanatismo, como la extraordinaria velocidad en que pueden convertir la adulación en desprecio y el fanatismo en odio. Así ocurrió cuando el propio López Obrador le arrebató el liderazgo a Cuauhtémoc Cárdenas, que en cuestión de meses pasó de tótem sagrado a reliquia en bodega.

AMLO exclama “¡ya chole!” porque se está desesperando ante los interminables conflictos internos de su alianza, y es esos conflictos no sólo van a continuar, van a empeorar de aquí a las elecciones intermedias y luego a los comicios presidenciales del 2024.

Eventualmente, Andrés Manuel López Obrador, tendrá que salir en franca defensa de alguno de los grupos políticos de su alianza, y en ese momento estará en grave riesgo de perder la lealtad de todos los demás. En efecto, mientras la oposición sigue perdida en el limbo de su tecnocracia, el mayor riesgo para López está escondido bajo las siglas de su propio partido. Por eso Obrador grita: “¡Ya chole!”

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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