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Dejamos atrás el 2022 y nos queda saber si para 2023 las viejas excusas de la izquierda se renovarán como resultado de un propósito de Año Nuevo o si, por el contrario, continuará con su habitual discurso pasivo-agresivo.
Como todos deberíamos saber, el brutal aumento de la inflación —especialmente notable en la gasolina— fue culpa de Putin y no hay nada que achacar a las políticas económicas de Biden. Lo único que sí fue consecuencia del buen hacer de Joe Biden fue la bajada de unos centavos en el precio del carburante, por la que raudo y veloz se colgó la medalla correspondiente.
Kamala Harris también aseguró que la crisis fronteriza no tiene nada que ver con ella —a pesar de ser la responsable plenipotenciaria asignada a la frontera sur—, sino que es cosa del Congreso. Específicamente, les echa la culpa a los republicanos, cómo no.
El Partido Demócrata es, por un lado, muy capaz de tender puentes para convencer a los republicanos de enviar billones a Ucrania, pero, por el otro, no muestra los mismos dotes de persuasión para conseguir enviar recursos mucho más modestos para levantar un muro —aunque sea figurado— con el que frenar la invasión fronteriza.
Las actitudes pasivo-agresivas de la izquierda no solo se reflejan en sus políticos. Los medios de comunicación y los representantes progresistas del mundo de la cultura también han sido muy aficionados a quejarse por todo y a culpar a otras personas de todos sus males.
2022 está trufado de ejemplos de películas y series que para justificar sus estrepitosos fracasos han echado mano de culpar al racismo, el machismo, la homofobia o a cualquiera otra de las grandes ofensas que a la izquierda tanto le gusta inventar.
Desde su nacimiento, la izquierda basa su credo en la envidia y en que la culpa siempre es de otros. Al principio al menos tenían la valentía de señalar a enemigos concretos, pero a medida que han ido pasando los años el enemigo se ha ido volviendo más etéreo y, por lo tanto, la mentira es más difícil de identificar y más fácil de perpetuar.
Antes la culpa era de los propietarios de los medios de producción, ahora la culpa es del capitalismo. Las víctimas lo eran de sus verdugos, ahora son los criminales quienes son víctimas de la sociedad. Según esta lógica, alguien como Hunter Biden es víctima de las drogas y de la maldición de haber nacido en una familia influyente, y si algo hay que reprochar a alguien, es a los medios por publicar la historia de su portátil.
Esta lenta pero constante mutación de la verdad e inversión de los papeles entre víctimas y culpables que ha venido haciendo la izquierda por años ha encontrado en el cambio climático al chivo expiatorio perfecto.
Prepárense para un 2023 en el que el cambio climático será el origen de todos los problemas y, como siempre, las únicas soluciones posibles serán las que imponga el izquierdismo. Año Nuevo, mismas excusas de la izquierda.
Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.
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