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Bad Bunny no quiere que Puerto Rico prospere

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Nadie pone en duda el talento y el ingenio de Bad Bunny. Se necesita de ambos para convertirse en el artista más grande y exitoso de todo el mundo —y ser el primer latino en lograrlo. Al final, Bad Bunny hizo lo que ningún latino había hecho hasta el momento: ser una celebridad plenamente universal, capaz de trascender completamente las barreras culturales, superando al resto de artistas del mundo en popularidad.

No solo lo respaldan los números (como que es el artista más escuchado de Spotify), sino que su presencia abrumadora en el mainstream media da cuenta de ello. El New York Times le hace perfiles, es el centro de los VMA, está en la lista de las canciones más escuchadas por Obama y llena cuantas veces quiera los venues más grandes del mundo.

Desafortunadamente Bad Bunny no aprovecha su talento para trascender los pequeños debates y convertirse en un artista latino para todo el mundo. No, él necesitaba, seguro que impulsado por la industria, ceder al activismo e involucrarse en discusiones políticas de las que, queda claro, no tiene ni idea.

En su último video, sobre su canción El Apagón, el artista puertorriqueño incluyó un reportaje documental realizado por la periodista Bianca Graulau en el que demuestra que no le interesa que la isla, a la que supuestamente tanto aprecia, prospere.

El reportaje se centra en cómo inversionistas empiezan a llegar a Puerto Rico, comprando edificios o remodelándolos y esto es presentado como un problema. La periodista llama criminales a los dueños de propiedades que les notifican a los inquilinos que ya no podrán vivir ahí, porque serán remodeladas o fueron vendidas a otros propietarios. Apelando a una sensiblería manipuladora, el reportaje presenta hábilmente a los inquilinos —que, parece que hay que recordar, no son propietarios— como víctimas de los intereses egoístas de los ricos.

La periodista Graulau, en un esfuerzo burdo y obsceno, vuelve a poner sobre la mesa la trasnochada lucha de clases entre ricos y pobres. Lamentablemente respaldado por el artista más popular de los últimos dos años. El documental presenta el aumento de las inversiones, la acelerada construcción de complejos lujosos y el incremento del turismo como vicios que están pervirtiendo a la isla.

No es exagerado decir que el documental presenta al desarrollo como un problema. Cuestiona el turismo y plantea la idea de que los ricos se están robando a la isla. Deja a un lado, mezquinamente, la discusión sobre el empleo, la riqueza y la prosperidad que inevitablemente va a generar la inversión y el aumento del turismo en Puerto Rico.

Paradójico, porque Bad Bunny, un artista millonario y con inversiones como su restaurant en Miami, es uno de los referentes puertorriqueños del éxito y la prosperidad a partir de un inversionista que creyó en su talento.

Bad Bunny no quiere que Puerto Rico prospere. De lo contrario, no le incomodaría que cada vez más los ricos vean a la isla como un paraíso para invertir y vivir; que los empresarios vean el terreno fértil y paradisiaco para construir complejos turísticos y que cada vez haya más atractivos para que los turistas vean a la isla como una opción para sus vacaciones. Solo así Puerto Rico saldrá de la pobreza y la corrupción que el artista tanto desprecia y denuncia.

Orlando Avendaño is the co-editor-in-chief of El American. He is a Venezuelan journalist and has studies in the History of Venezuela. He is the author of the book Days of submission // Orlando Avendaño es el co-editor en Jefe de El American. Es periodista venezolano y cuenta con estudios en Historia de Venezuela. Es autor del libro Días de sumisión.

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