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Cumbre de las Américas supera el boicot de la izquierda castro-chavista

Cumbre de las Américas

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La novena edición de la Cumbre de las Américas correspondió a Estados Unidos, concretamente a la ciudad de Los Ángeles en California, por ello, el papel de anfitrión lo desempeñó el Presidente Joe Biden. La cumbre, se organizó bajo el lema “construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo” con cuatro grandes ejes temáticos asumidos como ejes hemisféricos: “inclusión social, la recuperación económica, cambio climático, la democracia y transformación digital”.

Pero antes de avanzar sobre la cumbre de este año, recordemos que la misma es un producto de la diplomacia estadounidense creada en los tiempos post-Guerra Fría, específicamente en Miami, en 1994, durante el gobierno de Bill Clinton. Nacía un espacio de encuentro de todas las Américas para ahondar esfuerzos en “crecimiento económico y la prosperidad sobre la base de valores democráticos comunes”, según indica el portal del Departamento de Estado.

Esta última frase del párrafo anterior, justamente fue la que avinagró la cumbre antes de su celebración, pues, por decisión del mandatario anfitrión no se extendió invitación a tres gobiernos no reconocidos como democráticos: nos referimos a las tiranías caribeñas de Miguel Díaz-Canel en Cuba, Daniel Ortega en Nicaragua y Nicolás Maduro en Venezuela.

Pronto, vinieron las reacciones de los mandatarios que más allá de sus activas y fervientes militancias en la izquierda radical, ergo, dolientes del régimen castro-comunista, lamentablemente adoptaron posturas totalmente de espalda a los pueblos que sufren severas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos, limitaciones e incluso ausencia de libertades –tanto políticas como comerciales– y, en términos generales, viven en la más abyecta pobreza. En crudo, son pueblos que padecen las vicisitudes propias de gobiernos autoritarios socialistas. Quien encabezó este grupo, fue el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, seguido lógicamente por Luis Arce de Bolivia y Xiomara Castro de Honduras, todos ellos hacen vida en el Foro de São Paulo y Grupo de Puebla.

Llegado el día de la inauguración de la cumbre, el pasado jueves 8 de junio, se amplió la lista de los que fueron invitados y no asistieron. Fue el caso del presidente Alejandro Giammattei, de Guatemala; Nayib Bukele, de El Salvador; y Luís Lacalle Pou, de Uruguay. Este último alegó que dio positivo al test del virus de Wuhan.

Por su lado, el buen camarada Alberto Fernández, presidente de Argentina, anunció que sería el vocero de la narco-tiranía-neocomunista venezolana, ¡vaya honor!

Cumbre de las Américas
Biden en la Cumbre de las Américas. EFE

Ahora bien, más allá de la pomposidad del evento que le imprimió el gobierno de Biden y el esfuerzo para que los mandatarios asistentes firmasen la Resolución de Los Ángeles, queremos subrayar lo conveniente y moralmente acertado de no invitar a las tiranías caribeñas a la cumbre, además, que el presidente americano soportó estoicamente la presión ejercida por los mandatarios ultra-izquierdistas, liderados por López Obrador.

En plena cumbre, el presidente Biden se esforzó en tratar de recomponer la relación directa de Washington con las democracias del hemisferio, por lo que en su discurso inaugural descargó artillería pesada contra el neoliberalismo. Además anunció tres grandes planes: uno para gestionar futuras pandemias, otro para la reactivación económica y finalmente uno para garantizar la democracia y los derechos humanos. Englobando, sobre esta cumbre y todas las demás, lo que resulta esencial es el compromiso con los valores tradicionales de Occidente, tal como lo manifestó el propio presidente Biden en torno al compromiso con la democracia, por lo que a nuestro juicio, lo demás, son meros temas accesorios.

Finalmente, el boicot contra la cumbre liderado por López Obrador y el cantinflesco discurso del presidente Alberto Fernández, plagado de quejas por el “bloqueo” a Cuba y Venezuela, o la absurda acusación de golpe de Estado en Bolivia “cometido por la OEA”, sólo reiteran la profunda fractura del consenso de Washington que tuvo lugar a comienzos del presente siglo durante la era de Hugo Chávez. Ello constituye una profunda divergencia entre un eje de países democráticos confrontados con los de carácter socialista y anti-imperialista proclives al autoritarismo, diferencias irreconciliables que marcarán una compleja y difícil convivencia en los gobiernos de las Américas en las próximas décadas.

Nahem Reyes is a PhD in history from the Andrés Bello Catholix University and associate member of the American Studies Center of the Central University of Venezuela. // Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.

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