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The Dissident #3: la derecha necesita dejar de ser imbécil

Derecha, El American

La derecha necesita dejar de ser imbécil si quiere tener el poder. 

La derecha ha sido imbécil por demasiado tiempo. Y por imbécil me refiero a su definición más inmediata: torpe, tonta; foolish dirían los americanos. La derecha, o si quiere usted un nombre más posideológico: los patriotas, los soberanistas, la derecha popular, ha sido miope a la hora de percibir el fenómeno político, y torpe en la manera de hacer política.

Se ha enfrascado en peleas sin sentido: confirmación de pureza ideológica, el fetiche de los think-tanks, el fundamentalismo economicista.

Pero si le damos una ojeada al mundo, veremos que los más ideologizados están en el poder y no por las razones correctas; los think-tanks son prácticamente unas compañías, son foros tan alejados del ciudadano y sus problemas como el Foro de Davos; los que ayer se hicieron ricos con el mercado hoy financian a los revolucionarios que quieren destruirlo. 

El punto más álgido, el culmen del sistema creado por gente que ama sus naciones y emprende se ha vuelto en su contra. El golem que crearon hoy cachetea la cara de sus creadores.

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Jair Bolsonaro es un ejemplo de cómo una derecha popular puede ser élite sin abandonar el sentido social y el patriotismo de su agenda. (Flickr)

Y desde entonces, la derecha ha defendido al establishment sin ser el establishment: craso error político. Uno de los errores más grandes que se puede cometer en la política es creer que por haber creado instituciones, estas instituciones te responderán por siempre.

Vean la Rusia de principios del siglo XX: caído el Zarismo, los bolcheviques gritaron “¡Revolución!” pero después que mataron al Zar, a su esposa y a sus niños y a todos los que no fueran lo suficientemente rojos, ¿qué pasó? ¿Crearon un sistema nuevo? 

No. Para nada. Dejaron el Estado intacto, el ejército, el funcionariado, y todas las instituciones. Simplemente vistieron todo de rojo.

Los bolcheviques no necesitaban destruir el Estado viejo: necesitaban conquistarlo con nuevas ideas y personas.

La derecha popular tampoco entiende que el sistema lo hacen las personas y que la política en realidad es un arte de ajustes, no de “lo posible”. Los demócratas no quieren destruir el sistema americano. Quieren cortarle las piernas y los brazos para comandarlo. 

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AOC y el resto de los demócratas radicales no quieren destruir el sistema americano, quieren moldearlo para dominarlo. (Flickr)

La derecha popular necesita esos brazos y piernas. Entonces es la élite que quiere desmembrar el Estado y la élite que ama las extremidades. Ese es el punto fundamental. Bienvenidos a lo político.

La política no se trata de lo posible. Los demócratas, por ejemplo, han sido lo más idiota posible, ¿pero eso los hace mejores políticos? Ciertamente no; al menos en el mundo real no. Pero han sabido ajustar el sistema para que nada cambie a pesar de los cambios, como el Gatopardo de Lampedusa.

Otro problema fundamental de la derecha popular ha sido no entender que las ideas que impulsó en el pasado ahora están siendo usadas en su contra: el libre mercado, los parlamentos, la inmigración, —en gran medida— la democracia, el desarrollo tecnológico, la propiedad privada. Y si no me creen, les pongo un ejemplo.

Con la democracia, partidos progresistas, apoyados por grandes compañías, promueven la inmigración ilegal y la regularización de decenas de millones de inmigrantes ilegales para aumentar su electorado y seguir en el poder para que estas grandes compañías sigan aprovechándose del mercado y sigan financiando a estos partidos que mantendrán esa misma situación.

¡Eso es lo que está pasando ahora!

Y les digo, el globalismo ha ganado porque ha sabido ajustar el sistema a su favor y han sabido ser élite.

He comentado en el pasado que la derecha popular debe ponerse los guantes de boxeo y entrar al ring a dar la pelea. Pero también necesita ser élite. Necesita saber cómo comportarse y necesita mostrar que puede llevar el país. Un ejemplo de ello es VOX.

VOX tiene un programa durísimo que rescata el sentido social, la protección del hombre común, el amor por la nación y la cultura, la heterodoxia económica basada en un axioma: la economía sirve a la gente, no al revés; propone el unitarismo que es propio de España, fomenta fiscalmente la natalidad, ataca al separatismo de raíz y un muy buen etcétera.

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VOX también ha demostrado cómo la derecha popular debe liderar un país. (Flickr)

Enfrentan cara a cara a sus enemigos que, afortunadamente, considero que también son los enemigos de España. A pesar de que tenga una crítica importante como que llegaron a apoyar enemigos de Venezuela como Lilian Tintori o Juan Guaidó… respecto a su país, lo están haciendo maravillosamente. 

Tienen las propuestas indicadas, tienen la garra que se necesita para defender la nación y demuestran que tienen la capacidad para llevar el país. Y algo muy importante: no les importa agradar a todo el mundo. A ellos no les importa si Paco, Juan, María o Isabel estén de acuerdo con ellos al 100 %. Les importa demostrar que son los más indicados para salvar y liderar España. Eso es actitud de élite, eso es vocación de poder.

El punto, para finalizar, no es gritar más fuerte o alzar más la mano. Los imbéciles son siempre superlativos: nunca dejan de hacer algo, hacen sus torpezas al máximo. 

Si la derecha popular quiere el poder, necesita ser una élite popular. Necesita saber liderar el país y necesita llevarlo correctamente, sincronizando su agenda con los problemas de la gente. Ser anti-establishment es en realidad contrariar lo establecido para llegar al poder y establecer lo que necesita el país. 

Sin vocación de poder, sin carácter de élite, esta nueva derecha popular solo servirá para frustrar a la gente y para que el globalismo satanice a cualquier patriota como lo están haciendo en USA.

Rafael Valera, Venezuelan, student of Political Science, political exile in São Paulo, Brazil since 2017 // Rafael Valera, venezolano, es estudiante de Ciencias Políticas y exiliado político en São Paulo, Brasil desde 2017

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